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Project X Zone, llevar la infancia en el bolsillo

El stand de Namco Bandai en el Tokyo Game Show del año pasado presentaba un fenómeno bastante curioso: una cola enorme de periodistas occidentales esperando probar el juego que hoy nos ocupa: Project X Zone (la X, por cierto, se lee como Cross), un título para Nintendo 3DS en el que versiones primorosamente dibujadas de 60 personajes legendarios se zurraban entre numeritos. El motivo de la cola era doble: por un lado, todos queríamos jugar este crossover en el que se cruzaban los universos de juegos tan dispares como Devil May Cry, Tales of Vesperia o Virtua Fighter; por otro, sospechábamos que al juntar personajes de tres compañías, jamás saldría de Japón. Y con la decisión de Nintendo de cerrar por regiones su consola portátil, teníamos una barrera adicional al idioma: no podríamos importarlo sin comprarnos previamente una consola japonesa.

Porque un crossover ya es una pesadilla de licencias en origen, como para hablar de sacarlo fuera. Sobre todo una “secuela” más o menos directa de uno de esos juegos que nunca salieron de Japón: Namco X Capcom, de PlayStation 2, donde la mezcla de abogados y el perfil del juego dinamitaron cualquier opción de verlo fuera (existe, eso sí, una versión “no oficial” inglesa, rondando por Internet). Pero el runrún convenció a uno de los tipos con más peso en Namco (Katsuhiro Harada, el responsable de Tekken) para presionar a sus jefes y desde ahí convencer a Sega y a Capcom de que Project X Zone y Occidente estaban destinados a encontrarse.

Un juego para nostálgicos

Avancemos hasta julio de 2013: el juego ya está disponible, tanto en formato físico como en la tienda digital de la consola, la eShop. Y lo que trae es un festival para todos los que hayan jugado videojuegos en algún momento entre 1986 y el presente. No sólo son los personajes: los escenarios, los enemigos, la impecable banda sonora... Cada detalle está pensado para inducir el subidón nostálgico. El juego lo sabe, claro, y rebaja las exigencias de aprendizaje y dificultad para ofrecerse tanto al fan como al hijo pródigo sin frustraciones.

La premisa es sencilla, con los protagonistas divididos en parejas míticas (Ken y Ryu de Street Fighter, por ejemplo) más una unidad de apoyo de otro juego (¡el mismísimo John McLane de aquella Jungla de Cristal de Sega Saturn y salón recreativo!). Con cada uno de estos tríos (hay 20 parejas fijas y 20 unidades de apoyo a combinar) recorremos los universos de las tres compañías en una historia sencillita pensada para que cada protagonista tenga su momento de gloria. La acción se resuelve en combates que mezclan estrategia, al elegir los movimientos de nuestros personajes, y ejecución arcade, aporreando botones con ritmo. Algo tan simple como adictivo y que se traduce en bellísimas animaciones de ataque, incendiando nuestra retina con los mejores momentos de cada personaje y hasta nuevos movimientos -las parejas tienen ataques conjuntos-. El juego da para unas cuantas decenas de horas, entre aprender movimientos nuevos, desbloquear todos los personajes, descubrir secretos, etcétera. Cada una mecida por el recuerdo retro y acunada por un arte que demuestra que hemos perdido mucho con el fotorrealismo y las tres dimensiones: el videojuego bello es el que luce el píxel con orgullo.

Un título ideal para el verano

Project X Zone es ideal para recuperar al ex jugador de antaño: sus tutoriales guían muy bien por los principios básicos del juego, su mecánica se entiende con sencillez y su faceta rítmica engancha cual Guitar Hero. El añadido de una enciclopedia también viene de fábula para rememorar (o descubrir) personajes, sobre todo considerando que parte de las licencias de Namco y Sega -¡que no se ha traído a Sonic!- sonarán desconocidas a los menos iniciados. Algo que se compensa de sobra con el festival que se pega Capcom, eso sí: desde Mega Man hasta Dead Rising.

El mayor incoveniente es la ausencia de niveles de dificultad si el jugador de portátil de Nintendo espera un Advance Wars o un Fire Emblem. Pero es que no se trata de eso. Mi recomendación es tomarse el título como el compañero estival perfecto, entre chapuzones y siestas, dejándose mecer por el resto de sus valores y el paseo por la infancia que supone. En general, para estas vacaciones se me ocurren pocas ideas mejores que una Nintendo 3DS equipada con Animal Crossing y Project X Zone.

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