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Tecnología

La tecnología no nos hace escribir peor, nos hace escribir más

'¿Ola ke ase?' Divertida frase, ésta, que todos hemos oído y leído alguna vez. Puesta de moda hace un tiempo, está llena de faltas de ortografías, pero entre los más jóvenes funciona. No se. Tiene ritmo. Mola. Mola pronunciarla y escribirla. Mucho. Hasta el infinito. ¿Ola ke ase? La tecnología, las redes sociales, las personas, le dieron viralidad y contó en su día con muchos fans que la repetían sin parar. Decir '¿Hola, qué haces?' No es lo mismo. No suena igual. No hace que un labio en horizontal se mueva hasta la sonrisa.

Por esto y otras cosas siempre habrá quien diga que la tecnología agilipolla, que es una fábrica de analfabetos. Una aseveración completamente errónea, creo.

Según comentan desde la RAE (Real Academia de la Lengua), la realidad no es que vivamos en una era en la que se escriba peor -especialmente los jóvenes-, sino que se escribe y lee más que nunca -internet, redes sociales, prensa online…-, y eso pone al descubierto nuestras vergüenzas ortográficas con más frecuencia.

Prueben a leer el Cantar del Mío Cid en castellano antiguo y cuenten luego la experiencia. Seguro que les resultará complejo. Igual de complejo para las generaciones que lean un texto como este dentro de quinientos años

Así que dejemos de echarle la culpa a las nuevas tecnologías, que precisamente lo que están haciendo es que ahora queramos saber más de ortografía que nunca; que queramos comunicarnos mejor.

Se puede decir croqueta o cocreta, la RAE lo permite, y asumimos la palabra ojalá sin plantearnos -y lo es- que viene de una contracción de la lengua árabe en la que aparece la palabra 'Allah', por eso su significado es más o menos 'lo que Dios' -Allah- quiera. Es posible que cuando se produjo esa contracción, allá en los tiempos en los que la península era cosa de moros y cristianos, hubo quien se rasgó las vestiduras. La institución ya dice que se puede escribir 'ahivá', cosa que se ve desde hace tiempo cuando algunos milenials escriben por Whatsapp o Facebook y es muy posible, nos cuentan desde la Real Academia, que dentro de poco se acepte 'agusto' por 'a gusto', cosa que también se ve con relativa frecuencia en textos de mensajería instantánea y en posts en redes sociales.

La lengua está viva, es un hecho. Y está viva porque los vivos le insuflan aire. Cada vez que pronunciamos o escribimos una palabra la reavivamos más todavía. La RAE lo único que hace es reflejar los nuevos usos que la gente hace de la lengua. Amplía el espectro de posibilidades. Certifica la riqueza del lenguaje.

Los idiomas, las palabras, no nacieron con un diccionario bajo el brazo. La RAE es sólo un instrumento que establece y marca los códigos para que nos entendamos mejor. Y ahora la tecnología es igual a comunicación, genera tendencias, comportamientos y formas de escribir repetitivas que la Real Academia está acabando por incorporar.

Esta reflexión viene a raíz del artículo que publicábamos hace unos días en altavoz, en el que se ponía de manifiesto que los chatbots encuentran dificultades al entablar una conversación con los jóvenes, y no con aquellas personas ya más metiditas en años, por aquello de que usan el lenguaje de forma más pulcra. Nada que no vaya a superar un buen algoritmo.

Quizá usted y yo estemos mayores. Quizá debamos mirar más cómo escriben los jóvenes, porque el futuro, nos guste o no, pasa por ahí. Ha sido así y será así siempre. No lo digo yo, lo marca la evolución. Prueben a leer el Cantar del Mío Cid en castellano antiguo y cuenten luego la experiencia. Seguro que les resultará complejo. Igual de complejo para las futuras generaciones leer un texto como este dentro de quinientos años.

No es la tecnología, son las personas. Es la lengua, que está viva. Y con muy buen estado de salud, por cierto.

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