Donald Trump es consciente del poder que tienen los oligarcas tecnológicos como Elon Musk o Sam Altman. Y el que tendrán si la Inteligencia Artificial evoluciona como prevén los expertos. De hecho, el presidente norteamericano no ve mal los enfrentamientos entre ambos, socios en su día en los inicios de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT. No quiere nadie que le pueda discutir el poder. Mejor separados que juntos.
OpenAI comenzó a carburar en 2015. Nació con la idea de desarrollarse como una plataforma abierta, colaborativa y, sobre todo, basada en valores éticos. Una idiosincrasia corporativa más propia de la moral europea que de la idea de emprendimiento norteamericana. Allí prefieren pedir perdón antes que permiso, aquí es lo contrario. Las fricciones entre Musk y Altman alcanzaron su punto álgido en 2018, cuando el fundador de Tesla exigió un plan de negocio con productos y facturación estable para seguir inyectando dinero en el proyecto. Fundamentalmente quería menos ética y más ingresos.
Ante la negativa de Altman, Musk salió de la empresa. Su ex socio consiguió sin embargo después el apoyo financiero de Microsoft -acuerdo previo a un culebrón que supuso su salida y vuelta a OpenAI en cuestión de horas-. La corporación fundada por Bill Gates ha sido su colchón económico hasta la fecha.
El siguiente espaldarazo para Altman vino de la mano de Donald Trump. Hace solo unas semanas anunciaba el proyecto Stargate, por el cual se insuflarán 500.000 millones de dólares para levantar Centros de Procesamiento de Datos (CPD) en todo el país. Estas infraestructuras son sumamente importantes para el desarrollo de la Inteligencia Artificial, y la gran beneficiada será OpenAI, la mayor empresa del sector en el país.
Trump está relativamente cómodo con las cuitas entre ambos emprendedores porque sabe el poder de influencia que tienen. Podría tornarse en su contra. La tecnología hoy en día puede utilizarse como un arma más a través del condicionamiento de la opinión pública. Que se lo digan al propio Trump, que vivió de cerca el conocido caso Cambridge Analytica. Pudo condicionar los resultados de las primeras elecciones que le auparon a la Casa Blanca. Facebook acabó con casi 5.000 millones de dólares de multa por el mal uso de los datos de sus usuarios.
¿Qué hay detrás de la oferta por OpenAI?
Con el telón de fondo de esta guerra fría, ayer Elon Musk lanzaba una oferta sobre la creadora de ChatGPT por 97.400 millones de dólares. La respuesta de Sam Altman no se hizo esperar: "No, gracias, pero te compramos Twitter por 9.740 millones de dólares si quieres".
no thank you but we will buy twitter for $9.74 billion if you want
— Sam Altman (@sama) February 10, 2025
Según Sergio Álvarez-Teleña, especialista en Inteligencia Artificial y fundador de SciTheWorld, es un movimiento que busca desestabilizar a la compañía.
"Musk se aprovecha de cómo funcionan los mercados privados. En estos, no solo no hay continuidad de precios medios sino que además solo está el precio de venta, que es el de los accionistas. No hay demanda, por decirlo de alguna manera, solo hay oferta así que son bastante diferentes a los públicos. Son mercados que ademas no tienen a nadie poniéndose en corto por debajo del precio de sus accionistas. Es como el precio de la vivienda, como no te puedes poner en corto, el precio sube, sube y sube", explica Teleña.
Además, añade que "lo que hace sutilmente Musk es poner un precio que es poco más de la mitad de la última valoración de OpenAI, un tercio de lo que Altman quiere levantar en la actual ronda de financiación. Ha puesto un precio psicológico, un ancla, en un momento en el que Altman quiere que su empresa consiga una valoración de 300.000 millones de dólares". El fundador de SciTheWorld ya alertaba en su cuenta de TikTok hace días de que debemos acostumbrarnos a más movimientos de este tipo. Él los califica como "ataques financieros" y concluye que cada vez van a ser más frecuentes a nivel geoestratégico, por lo que debemos estar tecnológicamente preparados para combatirlos.
Declaraciones que están en la misma línea de lo que opina Enrique Dans, profesor de Innovación de la IE University, quien asegura a este diario que detrás de la oferta no hay "más que venganza".
Parece claro que no va a ser la única rencilla entre ambos oligarcas tecnócratas. Es cuestión de tiempo que Altman responda a la última provocación de Elon Musk. Una situación que los chinos observan con atención porque todo lo que suponga que Estados Unidos retrase el desarrollo de su Inteligencia Artificial les beneficiará en el medio y largo plazo. Las ventajas competitivas que aportará en el ámbito comercial y en otros tantos parecen claras. Quien tenga la tecnología, tendrá el mundo. Piensen, sino, dónde nacieron las grandes tecnológicas. Usted consulta el correo a través de Gmail, escribe a sus amigos por WhatsApp, lee esta noticia en un móvil Android (o Apple) y trabaja con Windows. Todas son compañías norteamericanas.