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“Estamos hablando con gobiernos para que reconozcan la jurisdicción digital que propone Aragon”

“Estamos hablando con gobiernos de países para que reconozcan la jurisdicción digital que propone Aragon”

La ola de calor que azota España se siente desde los cristales de la cafetería en la que esperamos a Jorge Izquierdo, fundador de Aragon, la start up basada en Blockchain que ha conseguido 25 millones de dólares a través de crowdfunding.

Los veinte años de Jorge llegan diez minutos después de la hora establecida, cubiertos con unas gafas de sol de montura oscura, una sencilla camiseta de algodón y un "perdón, me lié en la notaría".

Cursó bachillerato y no le hizo falta nada más para lanzarse al emprendimiento. Ahora, reconoce, está metido de lleno en el mundo del Blockchain, ese del que tanto se habla y tan poco se sabe. Un sistema tecnológico que permite a las personas gestionar su información de forma descentralizada y sincronizada a través de internet. Que combate la mentira y a los mentirosos.

 ¿Cómo surge la idea de Aragon?

Fue en Palo Alto cuando Luis y yo empezamos a pensar de qué manera se podría organizar la economía a través de Blockchain, y no de la forma tradicional.

Y eso, ¿cómo se hace?

Pues, lo primero, la moneda tiene que entrar encriptada, porque las empresas que quieran contratar servicios para organizar su economía a través de Blockchain tienen que hacerlo a través de moneda virtual, encriptada. Luego se necesita definir cómo organizas todo dentro del mundo cripto, es decir, cómo organizas el capital, cómo lo mueves y quién decide qué hacer con él y luego está la tercera pata, que es cómo desencriptar ese dinero para que luego se convierta en moneda real con la que comprar, por ejemplo, un café.

Es decir, convertir el dinero criptográfico que gana la empresa en dinero real…

Ese paso está ya muy logrado, es una realidad. Pasar de dinero criptográfico a dinero normal es sencillo. Tienes cajeros que convierten el dinero critografiado a normal, tarjetas de crédito que permiten pagar en dinero de curso habitual... Hay muchos sistemas y empresas trabajando en ello. El gran problema es convertir la moneda real en moneda criptográfica. Es un problema tanto desde el punto de vista técnico, por su complejidad, como desde el punto de vista regulatorio. La parte central, la que tiene que ver con la organización económica de las empresas a través de Blockchain es en la que vimos que había muchas posibilidades de hacer un buen producto. Nosotros al final lo que creamos son DAO (Organizaciones Autónomas Descentralizadas), que no son más que bolsas de fondos que pueden controlar personas, de forma democrática y pactada, o una empresa, de una forma más unidireccional, con sus normas preestablecidas y definidas por la empresa. El año pasado se comenzó a crear una DAO tan grande que la bautizaron como The DAO. La DAO estaba formada por 200 millones de dólares pero el código tenía un error y hubo un robo de 55 millones de dólares. Este fue el primer intento de poner en marcha algo así, pero no estaba listo, el código no era lo suficientemente seguro y, tras el fraude, la comunidad abandonó la idea de las DAO, que era una de las promesas iniciales de Ethereum.

Las DAO básicamente son organizaciones de personas gobernadas por código fuente, por aplicaciones generadas por la comunidad que permiten a todos los miembros beneficiarse de las creaciones de los demás tanto de forma individual como colectiva. Como son descentralizadas y autónomas, nadie ejerce su autoridad sobre el resto de miembros. De esta forma, la autoridad que rige los acuerdos entre los miembros de la DAO es el código, la programación. Los usuarios pueden revisar y retocar estas líneas de código antes de ejecutarlo, de que una determinada acción programada comience a ejecutarse. De esta forma, cada DAO se constituye en torno a una suerte de constitución digital generada a través del código fuente que es elaborado, modificado y aprobado por los miembros de la misma. Es una organización o empresa programada con código fuente. En cuanto a Ethereum, se trata de una criptomoneda similar a Bitcoin pero más evolucionada en algunos aspectos, sobre todo en lo que a la programación de procesos se refiere.

Jorge toquetea las gafas de sol que depositó sobre la mesa cuando llegó a la entrevista.

¿Cuánto cuesta crear una DAO?

Es baratísimo. Menos de 20 dólares.

¿Qué supone para una empresa gobernarse como una DAO en lugar de hacerlo de la forma tradicional?

Eliminar toda la burocracia. Hay que pensar en el tipo de empresa para el que está pensado nuestro producto. Si hablamos de un negocio tradicional, como por ejemplo una cafetería, va a haber problemas, ya que hay que pagar un alquiler del local con dinero de curso normal, además de facturas y cobros varios. Si hablamos de un negocio cien por cien digital, como por ejemplo el nuestro, que no tiene oficinas y en el que la gente trabaja a distancia con una estructura jerarquizada, una forma de hacer las cosas concreta y unos salarios concretos, la cosa cambia y todas las decisiones pueden basarse y ejecutarse en software. Ahora lo que nos toca desde Aragon es hacer de nexo para que las empresas del mundo físico puedan trabajar en este tipo de entornos.

Una empresa creada bajo el paraguas de Blockchain puede, por ejemplo, la automatización de procesos, como por ejemplo el pago de nóminas. Si estas varían mensualmente porque algunos trabajadores cobran por objetivos, no hay problema. El software sabrá automáticamente lo que debe cobrar cada empleado, y realizará la transferencia correspondiente a cada miembro de la fuerza laboral, con un desglose y las pertinentes explicaciones. Jorge responde las preguntas jugueteando a ratos con los botones de su teléfono móvil.

Y con esa idea habéis conseguido 25 millones de dólares en criptomonedas para financiar la empresa.

Detrás de Aragon hay una sociedad sin ánimo de lucro. El valor de la empresa ahora mismo cero. El dinero conseguido se utilizará para trabajar la idea, el proyecto, y será suficiente para llevarlo a cabo. No habrá más rondas de crowdfunding. El valor real de la empresa está en los tokens que la gente recibió a cambio de aportar su dinero para la financiación del proyecto.

Es decir, los tokens son, más o menos, una suerte de acciones. ¿Para qué sirven?

Los propietarios de los tokens tendrán acceso a ciertas funcionalidades dentro de la red que propone Aragon, y que estará formada por muchas empresas que se beneficiarán entre sí al acumular recursos y software que mejorarán los procesos y actividades de cada empresa, de cada miembro de la organización. Busca el beneficio conjunto de toda la red de Aragon. Queremos crear una jurisdicción digital que permita la todos montar empresas en este entorno, y establecer un marco regulatorio que establezca las normas que permitan realizar todo esto con garantías. Se trata de conseguir que todo sea fácil cuando alguien quiera crear una empresa sobre Aragon para beneficiarse de ella y a su vez enriquecerla.

¿Cómo se creará ese marco regulatorio?

La red de organizaciones se regulará a sí misma. Todas las personas que ahora mismo tienen tokens votarán una constitución digital cuando el proyecto esté en marcha. Ellos decidirán cuál será la forma de gobierno. Sería como crear un país que no tiene tierra en el que cualquier persona podrá montar empresas sin vivir allí ni ser residente.

¿Algo así como un paraíso fiscal?

Hay un interés muy grande por parte de las empresas digitales para saber cuál es el mejor paraíso fiscal para sus intereses. Es ridículo que tengan que estar ahí físicamente. Nosotros podemos cambiar esto, podemos acabar con la broma de que para constituirse como empresa con determinados beneficios haya que tener oficinas físicas en un país. Queremos hacer del mundo entero un paraíso fiscal como Dios manda, pero sin todas las connotaciones negativas que tiene la palabra. Todo lo contrario. Por decirlo de alguna manera, queremos democratizar el acceso de todo el mundo a estos paraísos fiscales pero no para que la gente blanquee dinero, sino para que todo el mundo tenga acceso a la prosperidad económica, a que pueda montar una organización en cualquier lugar del mundo de forma sencilla.

Habla convencido de que Blockchain y Aragon pueden cambiar muchas cosas en el mundo. Lo dice con la seguridad de un tipo maduro, curtido por la experiencia, pero la realidad es que ese tipo vive en el cuerpo de un chaval de veinte primaveras, nacido en Madrid y que ya ha emprendido en varias ocasiones anteriormente.

¿Qué pasa si por ejemplo soy chino e intento montar una empresa sobre Aragon en un país como China cuya legislación no lo permite?

Pues que como chino no podrás hacerlo. Si no se nos reconoce como entidad jurisdiccional no podremos hacer nada. La responsabilidad será a título personal.

¿Y estáis hablando con gobiernos, con países, para que reconozcan esta jurisdicción digital que plantea Aragon?

Sí, hay conversaciones con países. Y algunas de esas conversaciones están muy avanzadas, en la última etapa. Al final se puede dar el caso de que haya países que sean como proveedores de servicios de empresas descentralizadas. Estos países podrán ver por dónde se mueve el dinero a través de Blockchain. A muchos países les interesa utilizarlo como su registro de compañías interno. En vez de tener el registro en Hacienda o la Seguridad Social, se tiene en Blockchain. Igual que nosotros estamos montando la Aragon Network con una red de empresas transparente, cualquier país puede montar la suya propia. Pongamos que Cataluña se independiza y decide no tener registro de empresas de la forma habitual, sino de Blockchain, creando la Cataluña Aragon Network. Así, cuando la gente vaya a montar allí una empresa no tendrán que pasar por notarios, abogados ni toda la burocracia habitual. Esto tendría todas las ventajas del mundo, sería transparente, no habría nii ‘tres percent’ ni nada parecido, y se podrían hacer transacciones automáticas para el cobro de impuestos. Es decir, el estado podrá cobrar de forma automática y transparente los impuestos de cada empresa evitando todo el papeleo que hay detrás, como auditorías, cálculos, etcétera.

¿Hasta qué punto es seguro Blockchain?

Todo el mundo puede comprobar a través del código de programación cómo se van haciendo las cosas. Si hablamos de dinero, modificar de forma fraudulenta una transacción económica basada en criptomoneda tiene un coste computacional de millones de dólares. Es decir, cuesta más cambiar el valor de esa transacción que la transacción en sí. Es tan caro porque esa transacción está certificada por usuarios, a los que se denominan mineros, a los que la red paga por certificar cada transacción que se realiza dentro de ella. Cada movimiento es certificado por esos mineros y añade, por decirlo de alguna manera, una capa de 'papel film' a la operación. Esa es la idea de Blockchain o, en español, cadena de bloques. Al final cada transacción está certificada y tiene todo un historial detrás que es muy complejo de trastocar, por eso cuesta millones de dólares hacerlo.

¿Quiénes están detrás de esos 25 millones obtenidos para financiar Aragon?

Son lo que nosotros llamamos nuevos ricos, aquellos que en 2014 compraron criptomonedas de Ethereum y que han visto su inversión en ethers multiplicada en un cuarenta mil por ciento. Por cada euro que invertieron han recibido 400. Es gente que ahora tiene mucho capital y quiere que este tipo de cosas funcione. En su mayoría es gente normal, pero hay algún fondo. En principio 2.300 personas colaboraron en el crowdfunding, pero ahora, tras la reventa de tokens en mercados secundarios, ya hay 4.500 inversores. Dicho esto, no tenemos la capacidad de saber quién está detrás. Hay, por ejemplo, alguien que compró tokens por valor de 10 millones de dólares pero no sabemos quién es.

Una vez acabada la entrevista pausa la grabadora del móvil -ha registrado, como quien suscribe, la entrevista- y, tras despedirse, se desplaza hasta otra mesa donde ha quedado con un amigo que no levanta la mirada de la pantalla de su portátil. Quién sabe, quizá esté trabajando con Jorge en una nueva startup. De ser así tampoco sería la última. Tampoco parece levantar 20 años del suelo. 

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