Ser la única de las provincias gallegas sin costa y sin embargo no tener nada que envidiar a sus vecinas costeras tiene su aquel. Por eso Orense se ha convertido, discretamente y sin mucho ruido, en un destino turístico imprescindible por méritos propios. Rutas alucinantes que atraviesan montañas, valles y paisajes espectaculares, una tradición gastronómica con la que se ha metido en el bolsillo a los paladares más exigentes, cañones fluviales que dejan sin respiración y un patrimonio cultural para quitarse el sombrero son sólo algunos de los generosos regalos que esconde este histórico rincón del noroeste de la península.