La carrera de Luis de Guindos hacia la presidencia permanente del Eurogrupo, un cargo pendiente de creación, está dejando un reguero de premios y castigos que ahora detiene su foco en el reparto de una docena de instituciones financieras y veinte oficinas comerciales en el extranjero. Los técnicos que han quedado fuera tienen miedo a represalias y entre ellos se ha impuesto la ley del silencio.