Investigadores españoles han reconstruido en 3D el tórax del niño de Turkana, el esqueleto más completo de esta especie, y concluyen que Homo erectus no era esbelto y ligero, sino compacto y robusto.

El hallazgo y datación de los fósiles de cinco Homo sapiens en el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, sacude lo que sabíamos hasta ahora. Los restos tienen 300.000 años y sitúan a los primeros humanos anatómicamente modernos en el norte de África, 100.000 años antes de los hallados en Etiopía y considerados los más antiguos.

Varios estudios publicados simultáneamente en la revista Nature ofrecen nuevos datos genéticos y geográficos sobre cómo fueron las sucesivas oleadas en las que Homo sapiens salió de África. El movimiento del planeta y las variaciones climáticas dirigieron nuestras idas y venidas.

Encuentran restos del que podría ser antecesor del hombre de Flores en Indonesia con una antigüedad mucho mayor de lo esperado y que ya medía apenas un metro. Los expertos sospechan que podría ser un linaje descendiente de los primeros Homo erectus cuyo tamaño disminuyó debido al aislamiento en la isla.

Nuevas excavaciones y la reevaluación de los depósitos demuestran ahora que en realidad Homo floresiensis se extinguió hace unos 50.000 años, coincidiendo con la primera dispersión de los humanos modernos hacia el sudeste asiático y Australia.

El equipo de David Lordkipanidze anunció hace unos meses que el análisis de cinco cráneos del yacimiento de Dmanisi, en la República de Georgia, demostraba que los restos atribuidos hasta ahora a Homo erectus y Homo habilis podrían ser de la misma especie. El anuncio conmocionó a la comunidad científica y provocó numerosas objeciones de otros paleoantropólogos. El equipo de José María  Bermúdez de Castro (CENIEH) presenta ahora un análisis de cuatro de las mandíbulas que sugiere todo lo contrario: los cráneos pertenecieron a distintas especies.