Hace pocos meses hablaba en Bangkok con un australiano director de uno de los hoteles más importantes de la capital tailandesa. “Cuando viajo por España”, me dijo, “siempre me alojo en los Paradores. Es la mejor manera de vivir la historia. En el mundo hay pocos alojamientos comparables a esos castillos convertidos en hoteles. Tal vez ustedes no los valoren porque siempre los han tenido, pero resultan extraordinarios”.