Eso fue lo que le dijo Camilla al príncipe Carlos nada más conocerse en un partido de polo, allá por los 70. Una entrada genial no apta para tímidos. Camilla lo tenía claro: era una mujer fuerte, con las ideas claras y dada a la provocación. Además, tenía 23 años y cierto atractivo físico que ahora no somos capaces de imaginar. Ni el hada madrina de la Bella Durmiente hubiera cumplido mejor la profecía de Camilla. Ella la mejoró: de amantes nada, yo quiero ser reina.