La quiebra del bipartidismo no solo no tiene visos de enmendarse, sino que se va consolidando en dirección hacia un nuevo sistema de partidos, cuyo modelo final desconocemos

De momento, la fragmentación política ha significado paralización, provisionalidad e incertidumbre y no han hecho acto de presencia ninguna de las virtudes que el fin del odioso bipartidismo nos iba a traer en forma de acuerdos entre diferentes

Seguir apelando a la ilegitimidad intrínseca del contrario o peleando porque mi máster-tesis-doctorado es más blanco que el tuyo, poco o nada va a ayudar al buen gobierno del país

El fin del bipartidismo no ha traído, como se presumía, el debilitamiento de los partidos nacionalistas. Véase si no el PNV, que hoy disfruta del mayor nivel de influencia política que se le recuerda