La investigación de la UCO destapa que el ex banquero adquirió el 25% de la empresa transalpina GMM a través de la misma sociedad luxemburguesa con la que retuvo la propiedad de la finca de Pollensa (Baleares). Desde las cuentas bancarias de esta compañía especializada en equipos de radiodiagnóstico se transfirieron entre abril de 2008 y febrero de 2015 cerca de 585.000 euros a depósitos del clan familiar.