Un policía nacional infiltrado en organizaciones dedicadas al narcotráfico destapó una mafia colombiana que introducía grandes cantidades de cocaína a través del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. El agente, que operaba con autorización judicial, logró detectar dos envíos que sumaban un total de 38 kilos de estupefaciente, lo que en el mercado negro tiene un valor superior al millón de euros, según el sumario del caso, al que ha tenido acceso Vozpópuli.
Gracias a la pericia de este policía destinado en el Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (Greco) de la Costa del Sol, la Audiencia Provincial de Madrid juzga esta semana a cinco presuntos narcotraficantes para los que la Fiscalía solicita hasta 10 años y 9 meses de prisión más una multa de 4 millones de euros para algunos de ellos. Están acusados de un delito de tráfico de drogas y otro de pertenencia a organización criminal.
La investigación partió de una información remitida en el mes diciembre de 2023 por las autoridades francesas sobre la existencia de una organización criminal liderada por un conocido narco apodado como Dago y que pretendía introducir cocaína procedente de Sudamérica a través del aeropuerto madrileño. El Greco de la Policía Nacional de la Costa del Sol tenía identificado a este presunto narcotraficante al que le constaban numerosos antecedentes y comenzó a seguirle los pasos de nuevo.
Para acelerar las pesquisas, los investigadores utilizaron a un agente encubierto en la organización criminal. De esta forma, el funcionario y el principal investigado, Dago, coincidieron en un restaurante situado junto al aeropuerto de Barajas, punto caliente de los envíos que supuestamente coordinaba la organización desde España. El sospechoso reveló al policía encubierto que la llegada de la cocaína estaba prevista en vuelos que aterrizarían los días 15, 16 y 17 de diciembre de 2023 procedentes de Guayaquil (Ecuador) y Panamá.
El acusado también le preguntó si tenía contactos en la empresa encargada de gestionar las maletas en el aeropuerto, todo con la intención de que no pasaran por los controles habituales de equipajes. A cambio, le ofreció el 30% de las ganancias obtenidas con el estupefaciente. El presunto narco facilitó al agente información sobre los tres envíos que iban a llegar en los días siguientes desde Sudamérica. De hecho, le llegó a enviar fotografías de los alijos en su origen a través de la aplicación de mensajería encriptada Signal.
Con toda esta información, los investigadores del Greco desplegaron a sus agentes e interceptaron una primera maleta que contenía dos mochilas con 22 fardos de un peso total de 22 kilos con una riqueza superior al 50%. Los hechos fueron comunicados a la Fiscalía Especial Antidroga, que inició las pesquisas y autorizó la entrega controlada del resto de envíos, así como la actuación de nuevos agentes encubiertos.
La entrega "controlada" de la cocaína
El siguiente envío con salida en Panamá se frustró, pero Dago aseguró al agente que la operación seguía en marcha y el resto de la droga llegaría en tiempo y forma. Y así fue: un nuevo envío de 16 kilos de cocaína fue interceptado a su llegada a Barajas. En esta ocasión, la pureza de la sustancia era de un 63%. El policía y sus compañeros, supuestos receptores del estupedaciente, se citaron en Madrid con los miembros de la organización para efectuar la entrega "controlada" de la cocaína. Fue en ese momento cuando los agentes del Greco procedieron a la detención de los investigados.
La Audiencia Provincial de Madrid juzga desde este lunes a cinco de los presuntos narcotraficantes. La defensa de uno de ellos, ejercida por el abogado penalista Juan Gonzalo Ospina, solicita la nulidad de la totalidad de la investigación al alegar que el agente infiltrado provocó la comisión de los delitos, una actuación que está prohibida en nuestro país.