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Sociedad

Del exilio a la España de Felipe VI: ¿qué es de la masonería en España?

Símbolo de la masonería chilena.

Cuando el 11 de septiembre de 1973 los militares bajo las órdenes de Pinochet dieron el golpe de Estado que habría de acabar con el Gobierno de Salvador Allende y con la democracia en el país, el presidente de Chile pidió a sus colaboradores que llamaran a su “hermano Augusto”, que él se encargaría de todo, aunque para desgracia de éste, quien estaba detrás del ataque era su denominado hermano. No es que existieran lazos familiares entre ellos. Ambos eran masones; una organización sobre la que una infinidad de teorías conspiratorias sobrevuelan y cuya historia está unida irrevocablemente a la española. Pero, ¿qué es hoy de esta organización que acumuló todas las iras de Franco y de la dictadura, y a la que han pertenecido algunos de los nombres más importantes de nuestra historia?

“Hay gente que entra pensando que tenemos poder y luego se da cuenta de que no”, relata Hidalgo

Según relata a Vozpópuli José Alberto Hidalgo Piñero, el que fuera presidente de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano en España –organización que cuenta con más de 30.000 miembros en Francia y logias en ciudades españolas como Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia-, existe mucha rumorología sobre la masonería: “Hay gente que entra pensando que tenemos poder y luego se da cuenta de que no”. Y es que la masonería suscita multitud de interrogantes acerca de sus adeptos, su finalidad y sus orígenes. Algunos historiadores la relacionan con el antiguo Egipto, con los cabalistas o con el ocultismo, pero lo más común es situar su origen en la Edad Media, en los constructores de catedrales románicas. Pero lo que más se les atribuye es su relación con el poder. Tachados a veces de ser una suerte de mano negra que controla los hilos de la historia, nada de eso. Ellos defienden que la organización respeta el sistema establecido y que pese a que haya muchos masones que hayan intervenido en la sociedad, esto se realiza a título personal: “La masonería como organización nunca ha intervenido”.

“Somos una organización iniciática en la que se persigue en cada grado unas enseñanzas para conseguir que uno sea mejor persona”, relata Hidalgo, que explica que una vez se inicia la masonería especulativa –que es la que sigue a la operativa, que transmitía los conocimientos de la construcción- entra gente en la organización fuera del mundo de la construcción y personas con un alto nivel intelectual. A partir de este punto, explica, en países como Francia se desarrolla una masonería más liberal, que siempre sin actuar como organización –que se dedica a una labor puramente intelectual-, a título de individuos concretos influyen en la Revolución Francesa y continúa su extensión, entre ellos a países como España, donde el regreso de los borbones frena el avance de una masonería liberal. Actualmente existen dos principales vertientes, los masones regulares y los liberales. Los primeros, entre los que se adscribe la Gran Logia de España, están vinculados a la Gran Logia Unida de Inglaterra, no admiten mujeres en sus logias y creen en un Dios revelado y en la inmortalidad del alma, exigiendo de esta forma a los nuevos adeptos la creencia en un Dios. Por otro lado, los liberales, entre los que se adscribe El Derecho Humano, pueden o no creer en el ‘Gran Arquitecto de Universo’ y permiten la entrada a mujeres. Según relata Hidalgo, su organización se sustenta en tres grandes valores: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, siendo el respecto a estos valores requisito necesario para formar parte de la orden, por eso mismo, comenta, Allende confió en Pinochet, porque era miembro de su logia y entre masones se defiende la fraternidad.

La presencia de la masonería en España es mucho más reducida que en países como Francia o EEUU, donde la labor de estas organizaciones llega hasta el Gobierno

Hoy en día en España existen más de 4.000 masones y cinco grandes logias u obediencias (el resto son de un carácter más reducido): la Gran Logia de España, la Gran Logia Simbólica, El Derecho Humano, la Gran Logia Femenina y el Gran Oriente Ibérico; pero su presencia es mucho más reducida que en otros países como Francia, con más de 250.000 masones, o Estados Unidos, con cinco millones de masones, donde la labor de estas organizaciones llega hasta el Gobierno; por ejemplo, en Francia, el Gran Maestre de la masonería es asesor del presidente, el programa de los partidos se expone en la Gran Logia de Francia y los documentos que realizan son enviados al Ejecutivo. La razón es evidente. En España, tras la Guerra Civil, la persecución de los masones por parte de la dictadura obligó a estos a exiliarse, dado que ser masón significaba ser asesinado. Antes, su influencia era total, y es que una gran parte de los diputados en el Parlamento de la Segunda República eran masones y el último presidente de la República, Manuel Azaña, también pertenecía a la organización –durante la primera República tres de los cuatro presidentes eran masones-, así como escritores como Antonio Machado y Blasco Ibáñez, pintores como Joaquín Sorolla o periodistas como Manuel Chaves Nogales.

Las planchas y el ‘tronco de la viuda’

Pero ¿qué hacen hoy los miembros de esta organización? Según relata a este diario el que fuera presidente de la orden de El Derecho Humano, aparte de las labores internas de la organización, los masones “trabajan en el sentido intelectual”, es decir, su labor dentro de la organización consiste en reflexionar sobre dos temas, uno profano y otro simbólico sobre los que se debate en las logias y se hacen ‘planchas’ que luego son leídas en un Congreso que suele tener lugar en septiembre. El tema profano es un asunto de actualidad o no de actualidad, que va desde cuestiones de igualdad a temas como el derecho a la libertad de expresión, que es el que se trata este año, mientras que el tema simbólico tiene relación con la masonería y sus símbolos. Tras la celebración del Congreso donde se abordan las planchas, se realiza un resumen de las mismas. El profano puede llegar a publicarse, o en el caso francés llegar hasta el Ejecutivo, mientras que el simbólico está destinado únicamente a la organización. Además, los masones, a título personal, pueden presentar un tema propio y exponerlo.

La organización se mantiene con la cuota de entrada de los nuevos miembros y las cuotas periódicas del resto de integrantes. Además, durante las reuniones de las distintas logias se realiza normalmente una tenida, que puede asemejarse al cepillo de la Iglesia, que aquí es denominado ‘tronco de la viuda’, y que al terminar de recoger el dinero cualquiera de los miembros puede reclamarlo para sí o para dárselo a otra persona. Si nadie lo reclama, ese dinero se acumula para a final del año destinarlo a una obra de ámbito social que no se publicita.

Tras superar la primera fase, los aspirantes deberán enfrentarse al ‘pasaje bajo venda’, que consiste en entrar en la logia con los ojos vendados y responder a las preguntas de todos sus integrantes

El pasaje bajo venda y el silencio pitagórico

Pero el acceso a este mundo es complejo, pese a que como relata Hidalgo a este diario él entrara contactando con su obediencia a través de internet, el proceso de entrada es largo y tiene multitud de pruebas. Si alguien desea iniciarse en esta organización tendrá que superar tres entrevistas con varios maestros de la organización, ante los cuales se impedirá entrar a aquellos que lo intenten por meras intenciones arribistas o pensando que en la organización se oculta el poder. De igual forma, alguien que vaya en contra de los ideales que defienda la Obediencia también será rechazado – en las logias no se mira la filiación política de los miembros, pero sí sus opiniones sobre temas concretos como pueden ser la pena de muerte, el aborto o la igualdad –. Franco, responsable de la muerte de cerca de 16.000 españoles entre 1939 y 1975 acusados del delito de masonería, pese a que en la España del 36 la cantidad de masones era cercana a 6.000, intentó entrar, según algunos historiadores, hasta dos veces en una logia masónica, siendo rechazado las dos ocasiones pese a que su padre y su hermano fueran masones, debido a su ambición por ascender en el Ejército, donde había una amplia presencia masónica.

Tras superar las entrevistas con los tres maestros masones, los aspirantes tendrán que enfrentarse al ‘pasaje bajo venda’, que consiste en entrar en la logia con los ojos vendados y someterse a las preguntas del resto de los integrantes de la misma. Tras superar todas las pruebas, que se alargan ampliamente (hasta más de un año) para tener garantías, el aspirante pasa a ser aprendiz e inicia un periodo de silencio de un año, tal y como hacía Pitágoras con sus nuevos estudiantes –éste lo hacía por un periodo de 3 años-, observando a los compañeros de la logia y el trabajo intelectual: “Lo que perseguimos es tener las mejores piedras para construir la mejor catedral”, expone Hidalgo. Existen 33 grados dentro de la masonería divididos en diferentes colores: azul, verde, rojo, negro y blanco. Para lograr ascender de un nivel a otro, accediendo a más conocimientos particulares de la masonería por ende, es necesario involucrarse en la organización y trabajar en ella.

Hoy en día, según relata Hidalgo, la situación de la masonería está marcada por la persecución durante los años de la dictadura. Pese a que considera que no hay mal trato a los masones actualmente, incluso que recogen “simpatías” en el trato personal, apunta que “si no hubiera habido cuarenta años de dictadura, la masonería habría tenido mucha mejor acogida”, comparada en relación a países como Portugal, que tienen muchos más masones que España. “Visto desde fuera la gente piensa que los masones son los que mandan, pero se trata de gente que viene a la organización por una inquietud cultural, como otros van a otras organizaciones por otras razones”.

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