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Sociedad

Abellán gana 'Mira quién baila', José Luis Moreno da la espantada y Belén Esteban firma libros

El torero Miguel Abellán es el ganador de Mira quién baila. En la última gala, el torero se impuso por los pelos a Feliciano López. Olé. Olé. Y olé. Enhorabuena. Quizás sea el último en alzarse con la victoria en este programa destinado a la desaparición. Su estrepitosa caída en audiencia respecto a las ediciones anteriores seguramente condenará a este divertido espacio. Es divertido, sí, y está bien hecho, también, pero no es necesario. Y menos en Televisión Española, cadena pública con un desmesurado agujero en sus cuentas y que, por ello, debería predicar con el ejemplo de la austeridad. O sea, quienes nos gobiernan con la máxima de que nos apretemos el cinturón podrían empezar por hacerlo ellos mismos. Estas gentes del coche oficial y el chófer son casi menos necesarias que el programa…

¿Por qué el público no ha seguido ahora Mira quién baila tanto como lo hizo en el pasado? Parece extraño, sobre todo porque el formato es idéntico. Pero, amén del probable cansancio del espectador, hay diferencias que, a la postre, han resultado claves para provocar el hundimiento. Una es que Jaime Cantizano, pese a sus tablas y su notable belleza, no ha funcionado tan bien como sus predecesoras en el puesto. Quizás es que quienes hacían zapping no querían a este hombre en estos menesteres. Otra es el crecimiento en el nivel de friquismo de sus concursantes, con algunos sin mérito conocido más allá de su popularidad y sin demasiada gracia, como la tal Corina. Por último, tampoco el jurado, con Norma Duval, el cantante de los Mojinos y Noemí Galera, ha funcionado como para ser recordado. Solo nos queda decirle adiós al programa reparando, quizás, en el poco sentido que tuvo siempre ver a unos tipos famosos meneando el esqueleto para abonar su notoriedad y, por ende, su cuenta corriente.

"Este no es un sitio amable. (...) Echaros una mano no es que vosotras me la echéis al cuello. Señoras, señores, queridos amigos, no habléis con ellas"

Vamos ya con el momento televisivo de esta semana. Ahí tienen al productor, presentador, políglota y ventrílocuo José Luis Moreno frente a las cinco mujeres que conducen Hable con ellas. “No he venido aquí a que me agredan. (…) Este para mí no es un sitio amable. Me llamaron porque el programa se había caído y para que os echase una mano. Pero el echaros yo una mano no es que vosotras me la echéis a mí al cuello. (…) Señoras, señores, queridos amigos, no habléis con ellas”. Y llegó la madre de todas las espantadas en un plató. Moreno se largó por donde había venido y los rostros de las presentadoras mutaron. Todo por 25.000 pesetas. Yolanda Ramos, una de las conductoras del programa, afeó al productor que hace unos cuantos años, quizás en los noventa, había acudido como bailarina a Noche de fiesta y no había cobrado esa cantidad prometida. Lo que parecía una anécdota se convirtió, poco a poco, en categoría. La tensión creció más de lo soportable. Y zas: 

Primero olía a montaje para lograr que más de tres personas se pongan a ver el programa la próxima semana, pero parece confirmarse que se trata de un enfado real. Un enfado un tanto exagerado, en todo caso. Porque un comentario jocoso sobre una vieja deuda de 25.000 pesetas no debiera ser el detonante de semejante incendio. La reacción de Moreno es desmesurada. Aunque todos son culpables de este lamentable espectáculo. Porque la insistencia de Ramos en este asunto tampoco se justifica, a no ser que en su día necesitase el dinero como agua de mayo y haya aprovechado para vengarse en directo sin avisar a sus compañeras Sandra Barneda, Natalia Millán, Beatriz Montáñez y Alyson Eckman

Para terminar, vamos con lo más deprimente. Belén Esteban, pese a su maravilloso declive en la tele, firma ejemplares de su libro en la feria de Sant Jordi. Aun en el improbable caso de que esta mujer hubiera escrito realmente la obra, Ambiciones y reflexiones, y, por ello, tuviera el mismo derecho que cualquier mortal a regalar sus autógrafos a su legión de seguidores, no suena muy lógico verla dedicada a estas tareas y, menos, dando lecciones sobre la independencia de Cataluña. Ya dijimos aquí que el espectáculo en torno al citado libro es insultante para cualquiera que sienta amor por el oficio de escribir. Claro que no muy lejos también andaban personajes como Carromero. En fin, la literatura pervertida por el espectáculo, ya saben. Por suerte, las letras españolas están mejor de lo que parece en este teatro horrendo, entregado a las vanidades, repugnante. 

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