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Sociedad

Pasar las vacaciones en casas ajenas, en auge frente a los caros alojamientos turísticos

Guest to Guest tiene usuarios en todo el mundo

Alguno podría pensar que eso del Couchsurfing es una locura, pero lo cierto es que, a pesar de ser una costumbre relativamente reciente en España, la aventura de pernoctar en sofás de desconocidos es una costumbre arraigada en muchos países del mundo y que va ganando adeptos por nuestras tierras. Igual que lo de intercambiarse la casa con otra persona o familia para pasar las vacaciones. Sí, como en la comedia romántica navideña The holiday, pero con menos enredos de guion.

El mercado del intercambio crece en España

La agencia Knok sitúa a España como el tercer país en número de familias que intercambian sus casas en vacaciones, sólo por detrás de Francia y Estados Unidos. Aunque según Juanjo Rodríguez, cofundador de Knok, "proporcionalmente a su población, los países con más usuarios son los nórdicos, como Suecia o Dinamarca". Un estudio realizado por la agencia concluye que los viajeros valoran sobre todo el ahorro, "la comodidad de disponer de una casa completa", contar con "un espacio mayor" que en un hotel, poder alargar la estancia en el destino y "hacer nuevos amigos".

“El intercambio de casas, además de ser económico, brinda la oportunidad de alojarse en casas y barrios auténticos”

GuestToGuest es una red social especializada en este mercado. No es la única web dedicada en exclusiva a esta actividad, pero se diferencia de otras porque no exige cuotas de ingreso ni de gestión para formar parte de la comunidad virtual, porque, afirman, “la gratuidad es el corazón del concepto de la hospitalidad”. El portal, eso sí, ofrece la posibilidad de pagar una fianza, que pone en valor numérico la confianza del anfitrión, o un servicio de verificación, que permite asegurar la identidad de un miembro.

“Viaje en el mundo entero. Viva como la gente local y sin pagar alojamiento”, así nos recibe la página web HomeExchange.com (y su versión española IntercambioCasas.com), que se describe como “la primera web mundial de intercambio de viviendas”. La fundó en 1992 Ed Kushins, pionero en esta curiosa práctica, y ahora más de 50 socios de 21 nacionalidades trabajan para “unir a las personas para compartir ideas, explorar nuevos conceptos y descubrir el mundo”. Lo único que piden a quienes participan en esta experiencia es “respeto, cortesía y mentalidad abierta”.

HomeExchange.com tiene registradas 50.000 casas en 150 países y calculan que este año gestionarán 120.000 intercambios. A España llegó en 2006 y desde entonces no ha parado de crecer; Violeta Díaz asegura que "la acogida ha sido buena, así como la evolución, con un incremento de un 17% entre 2013 y 2014". Empezaron teniendo 200 viviendas, explica, y actualmente hay "unas 2.800 ofertas de casas repartidas en todas las comunidades autónomas".

La primera pregunta que hace este portal a sus visitantes es “¿Qué tipo de intercambio está buscando?”, pues las opciones se adaptan a todos los perfiles: escapada romántica, viaje familiar, destinos gourmet, culturales o deportivos, sol y playa, paisajes urbanos, pet friendly… Solo hay que registrar nuestra casa y buscar otra que nos guste para cuadrar fechas con los dueños. Desde la web recomiendan: “intercambie su casa con viajeros afines”, para limitar las sorpresas, será.

“Es bonito encontrar un pequeño detalle de bienvenida o de agradecimiento, como mapas, vino o un chocolate de la región y consejos para moverse por el sitio que visitaremos”

Camilla ha visitado con su marido y sus tres hijos Dinamarca, España e Inglaterra gracias a esta plataforma. “Creo que lo mejor del intercambio de casas, además de ser económico, es que brinda muchas oportunidades de alojarse en casas y barrios auténticos”, asegura. Esta familia noruega recorre Europa incluso con la abuela, porque la experiencia del intercambio de casas, gracias a su bajo coste, permite mayor movilidad o incluso alargar las estancias en el extranjero.

Para Sandra, una española que ha realizado más de 15 intercambios junto con su marido, la “confianza y la buena voluntad” son la clave de esta experiencia. “Los intercambios son para personas con mente muy abierta. Siempre es bonito encontrar un pequeño detalle de bienvenida o de agradecimiento, como mapas, vino o un chocolate de la región y consejos para moverse por el sitio que visitaremos”, explica.

‘Surfear’ de sofá en sofá

Esta es la propuesta de la plataforma online Couchsurfing. Funciona como una red social más: para poder acceder a la comunidad de surferos hay que registrarse y elaborar un perfil que incluya una descripción personal, fotos, intereses generales, viajes realizados o proyectos futuros, etc. Después, debe dejarse constancia de si nuestra intención es la de surfear, es decir, hospedarse en casas ajenas, o acoger viajeros en nuestro dulce hogar.

“Comparte tu vida, crea conexiones humanas, se amable y curioso y deja las cosas mejor de cómo las encontraste”, son las recomendaciones de la red social Couchsurfing

En cualquiera de los dos casos hay que establecer las condiciones que exigimos o que estamos dispuestos a aceptar. Por ejemplo, en el caso de ofrecer alojamiento hay que aclarar para cuántas personas tenemos sitio, si aceptamos hombres y mujeres indistintamente, si se admiten niños o mascotas, fumadores, habladores, trasnochadores o jugadores de póquer. Nuestra casa, nuestras reglas. La cosa cambia cuando buscamos dónde dormir. No podemos exigir, pero si elegir el entorno que nos parezca más apropiado según nuestro plan de viaje.

Be Considerate and Respectful” (sé considerado y respetuoso) es el lema sobre el que los couchsurfers construyen su comunidad. Los valores que profesa la plataforma buscan crear lazos más allá del mero turismo e insta a los usuarios a “compartir su vida, crear conexiones humanas, ser amable y curioso y dejar las cosas mejor de cómo se encontraron”.

En Vozpópuli hemos probado a registrarnos y, efectivamente, en pocos minutos es posible sentirse parte de esta singular comunidad gracias no solo a las numerosísimas ofertas de sofás por todo el mundo, también a los eventos que se organizan en diferentes puntos del globo para fortalecer los lazos de los surferos. Pedro nos da la bienvenida desde Portugal y nos recomienda formar parte de los grupos virtuales de la red social para estrechar lazos y aumentar, así, las posibilidades de viajar.

La relación entre surferos se basa en la confianza mutua, lo que no evita que puedan surgir problemas de seguridad durante las visitas

Una de las mayores preocupaciones de los principiantes es la seguridad del couchsurfing, tanto que la propia web ofrece la posibilidad de contactar con su “equipo de confianza y seguridad” e insiste en recomendar a los usuarios alertar a las autoridades locales si ven peligrar la seguridad propia o de sus pertenencias, una forma, quizá, de dejar clara su desvinculación de los problemas que puedan surgir.

Una experimentada surfera de origen francés nos relata, sin querer dar datos concretos, que en uno de sus viajes en solitario llegó al alojamiento pactado y tras conocer a su anfitrión decidió dormir en un hotel; no le convencieron sus maneras, explica. Al final, como en cualquier otra aventura, el sentido común es el que impera.

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