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Haber sufrido un ictus aumenta hasta tres veces el riesgo de fallecer por coronavirus

Una ambulancia llega con un enfermo a las urgencias de un hospital

Alrededor de 110.000 españoles sufren un ictus cada año. De esa cifra, al menos un 15% fallecerán y, entre los supervivientes, en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia funcional. Son datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo del Día Mundial del Ictus que se celebra este 29 de octubre. Una fecha marcada por la segunda oleada de la pandemia: tener antecedentes de ictus aumenta hasta tres veces el riesgo de fallecer por coronavirus.

Los datos aportados por la SEN indican que que el riesgo de muerte o dependencia en pacientes con ictus y con covid-19 es hasta cuatro veces mayor que en los no covid. Además, el ictus es la complicación neurológica grave más frecuente entre las personas que han padecido coronavirus, de acuerdo al Registro que está llevando a cabo la sociedad científica. 

Según explica la doctora María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, a lo largo de los últimos meses se ha publicado numerosa información –en ocasiones contradictoria, apunta- sobre la incidencia de ictus en enfermos de coronavirus o sobre el riesgo de los pacientes con antecedentes de esta dolencia en padecer un peor pronóstico en caso de infección por el virus.

"Aunque como en otras infecciones, el estado proinflamatorio y de hipercoagulabilidad inducido por el covid-19 puede desencadenar la aparición de ictus en pacientes predispuestos, actualmente no podemos afirmar que la infección por coronavirus aumente específicamente el riesgo de padecer un ictus y desde luego el ictus no es una de las principales complicaciones de la infección. En todo caso, los datos sí apuntan a que los pacientes con covid-19 que sufren un ictus, lo padecerán de forma más grave y tendrán peor evolución", indica la especialista.

Aumenta el riesgo de fallecimiento

Tanto es así que, aunque la doctora Alonso de Leciñana asegura que, según algunos estudios, tener antecedentes de ictus aumenta tres veces el riesgo de fallecer por esta infección. Por eso, los neurólogos aconsejan a todas las personas que hayan superado un ictus que sigan estrictamente las normas para evitar el contagio. 

Recuerdan también que no se debe dejar de acudir al hospital por miedo a contagiarse de coronavirus si una persona piensa que puede estar sufriendo un ictus. "El ictus es una urgencia médica y los sistemas de atención al ictus siguen estando plenamente operativos a pesar de la pandemia y los hospitales ofrecen todas las garantías para evitar contagios", señala la médico.    

El impacto de la pandemia

Una advertencia importante si se tiene en cuenta que, de acuerdo a la encuesta que acaba de finalizar el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, en el que participaron el 75% de las Unidades de Ictus que hay en España, el Código Ictus se activó un 28% menos en marzo de 2020, que en marzo de 2019.

Aunque esta reducción no fue igual en todos los hospitales -en algunos no ha sido significativa, pero otros se ha visto disminuida en más del 50%-  desde la SEN reconocen que los datos parecen no estar relacionados sólo con la incidencia del coronavirus o la saturación sanitaria de las distintas regiones. Así apuntan al miedo de los pacientes a acudir al hospital, junto con las situaciones de soledad o aislamiento que pueden dificultar el reconocimiento de los síntomas y la solicitud de atención urgente, como algunas de las razones que podrían explicar gran parte de esa disminución en el número de casos atendidos. 

Además, los neurólogos relatan que, otra de las consecuencias que tuvo la primera ola de la pandemia vivida en marzo,  fue la necesidad de reasignar los recursos de los hospitales a la atención a pacientes con covid-19 lo que provocó que muchas consultas de Neurología y muchas pruebas complementarias se suspendieran.

Desde la SEN indican que aún es pronto saber si estas circunstancias pueden haber impactado negativamente en la aplicación de las medidas adecuadas de prevención y, si todo ello, puede haber dado lugar a un aumento de la morbimortalidad por ictus. O si en los próximos meses podría aumentar la incidencia de ictus, por un menor control de los factores de riesgo", señala la doctora Alonso de Leciñana.

El impacto de la enfermedad

Este 29 de octubre la SEN incide sobre la importante prevalencia que tiene esta enfermedad neurológica en todo el mundo -1 de cada 4 adultos mayores de 25 años sufrirá un ictus a lo largo de su vida-  y sobre la trascendencia de prevenir activamente esta enfermedad cerebrovascular para reducir el significativo número de casos nuevos que se producen cada año –hasta un 90% de los casos se podrían prevenir con un adecuado control de los factores de riesgo modificables de esta enfermedad-. 

Según pone en valor la sociedad,  las tendencias actuales sugieren que, si no se llevan a cabo acciones que lo impidan, el número de ictus anuales aumentará un 35% y el de muertes un 39%, es decir, hasta los 17,5-18 millones de casos nuevos al año y aproximadamente hasta los 7-8 millones de muertes al año. El ictus es, además, la principal causa de discapacidad en el mundo.

Edad y otros factores de riesgo

En España, esta enfermedad cerebrovascular es ya la segunda causa de muerte en la población (la primera en mujeres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia. La incidencia aumenta significativamente con la edad, sobre todo a partir de los 65 años, y este incremento es exponencial a partir de los 85 años, tanto para los ictus isquémicos como para los hemorrágicos.

Pero, la SEN advierte, no es una dolencia que afecte sólo a personas mayores. Según datos del Registro de la SEN, el 27% de los ictus atendidos en los hospitales españoles corresponden a personas de menos de 65 años y 8% a pacientes con menos de 50 años.

Recuerdan que, además de la edad, existen otros muchos factores de riesgo como el consumo de tabaco, de alcohol, la inactividad física, la dieta poco saludable, el estrés, la hipertensión, la fibrilación auricular, el colesterol, la diabetes o la obesidad, que si se previenen o se tratan adecuadamente, ayudarían a reducir significativamente -entre un 80 y un 90%- el número de nuevos casos.

 

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