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La compra de respiradores para las UCI sufrió una "caída brusca" antes de que estallara la pandemia

UCI del Hospital Infanta Sofía, en Madrid.

La pandemia del coronavirus ha vuelto todas las miradas hacia las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales españoles, a las llegan los enfermos más graves. Al inicio de la epidemia, la falta de respiradores para dotar las camas de críticos que se tuvieron que abrir a toda velocidad en los centros sanitarios fue dramática. Ahora, un informe de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), relativo a 2019, desvela que, poco antes de arrancar la crisis sanitaria, el mercado de respiradores críticos sufrió "una caída brusca" debido a la falta de concursos públicos. Si en 2018 se compraron 236 respiradores críticos, un año después, fueron 135. 

Fenin daba a conocer su 'Estudio de Mercado Sector Tecnología y Sistemas de Información Clínica 2019', cerrado a diciembre de ese año en el que, según se apunta, la inversión destinada a la renovación de tecnología sanitaria en los hospitales, tanto públicos como privados, "continuó siendo insuficiente", a pesar de las iniciativas de algunas comunidades autónomas para corregirlo.

Entorno favorable

La Federación, que representa a más de 500 empresas fabricantes y distribuidoras en España, que constituyen más del 80% del volumen total de negocio, subraya en su informe que, el pasado año, nuestro país "tuvo un entorno económico favorable, aunque presentó un elevado déficit público por encima del objetivo que repercutió, de forma significativa, en la financiación del Sistema Nacional de Salud".

La inversión en renovación de tecnología sanitaria, precisan, se centró en el mercado de reposición "muy por debajo de la tasa de renovación sostenible recomendado para poder enderezar el perfil de actualización tecnológica, impidiendo corregir el nivel de obsolescencia y manteniendo el déficit tecnológico del sistema sanitario".

Esa inversión, según el informe al que ha tenido acceso Vozpópuli, experimentó un decrecimiento del 9,79% en comparación con 2018. "Siendo las áreas de Diagnóstico por la Imagen, condicionada por la inversión derivada de la donación de la Fundación Amancio Ortega, las que sufrieron una caída mayor, minorando en un 16,39% el volumen de inversión", matiza el documento. Asimismo se indica se mantuvo un bajo nivel de inversión en áreas quirúrgicas.

Mínimos históricos en las UCI

Pero hay un capítulo especialmente reseñable del informe y es el relativo a las áreas de Cuidados Críticos. Se resalta que crecieron un 13,1% frente a 2018, pero que los datos de partida de este año "habían alcanzado mínimos históricos de inversión, según los datos recogidos de los últimos 10 años".

"La UCI es un entorno altamente tecnificado y, cuando hay una disminución en inversión en salud, si tocamos la parte de tecnología, es una de las áreas más afectadas", explica la doctora María Bodí, coordinadora del Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la Sociedad Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC).

"Si por algo se caracteriza la medicina intensiva es porque echa mano de todas las técnicas de soporte vital para dar tiempo a que los tratamientos específicos en las enfermedades graves hagan su efecto", explica la doctora Bodí a Vozpópuli.

Cuando menciona estos dispositivos, habla de ventilación mecánica, de monitorización, de tecnología parta el soporte renal, para monitorizar la función respiratoria, neurológica, cita entre otros. Todos esos dispositivos que son necesarios en un entorno de UCI "con los años hay que ir actualizándolos", indica. La vida media depende del dispositivo aclara, pero en un aparato de ventilación mecánica, a partir de los diez años, empieza a entrar en fase obsolescencia.

El drama de los respiradores

En marzo, cuando sobrevino la pandemia del coronavirus y los hospitales españoles comenzaron a llenarse de enfermos, muchos muy graves, la dotación de respiradores en las UCI fue una de las mayores pesadillas. Por aquellos días, muchos grandes centros sanitarios tuvieron que expandirse. Durante la primera ola pandémica, Madrid, que hasta entonces contaba con unas 650 camas de UCI llegó a tener 2.000 puestos de críticos.

Si la comunidad, la más azotada por el virus, llegó a casi triplicar esas camas, es porque se incorporaron todas las disponibles de otras unidades como Reanimación Post-Anestésica (URPA), Unidad de Reanimación (REA), Unidad Coronaria (recuperación infartos), Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA), Unidad Cuidados Paliativos (UCP) o Unidad de Cuidados Quirúrgicos (UCQ). Un 20% de estas camas se dedicaba, antes de la pandemia, a observación tras cirugías ambulatorias o pruebas diagnósticas invasivas.

Un mercado internacional colapsado

Esas unidades había que dotarlas de ventilación mecánica. Ante la escasez de equipos, nunca prevista, en marzo el Ministerio de Sanidad compró unas primeras 700 unidades en el mercado internacional, por aquellos días saturado. Lo mismo hicieron las comunidades autónomas, con mayor o menor fortuna. Si el precio medio de un respirador oscila entre los 15.000 y los 20.000 euros, durante la pandemia llegó a pagarse el triple por los mismos equipos. 

Además, fueron numerosas las empresas que comenzaron a reconducir su producción y empezaron a fabricar respiradores, como SEAT.  Incluso varios hospitales se pusieron a desarrollar sus propios modelos. Tanto fue así que el Ministerio se vio obligado a poner orden sobre las pruebas mínimas que habían de realizarse antes de ser utilizados y validados.

En el documento de Fenin se desglosa la evolución de los diferentes equipos de las unidades de Cuidados Críticos en 2019. En el apartado relativo a 'ventilación mecánica', el informe diferencia entre respiradores críticos, de transporte, neonatales y de ventilación no invasiva, es decir, sin intubación traqueal.

Es en el caso de los ventiladores críticos, Fenin destaca una "caída brusca" del mercado que se debió a la falta de concursos públicos y detalla que el negocio "se ha basado principalmente en compras unitarias de equipos para la sustitución de ventiladores en estado de obsolescencia".

Los datos indican que en este tipo de respiradores, se compraron 135 en 2019, por un valor de 2.260.000 euros. Un total de 85 equipos fueron a hospitales públicos y 50, a los privados. En 2018 se habían adquirido 236 equipos, por un valor de 4.150.000 euros. Es decir, apenas un mes antes de que comenzara la epidemia de coronavirus, la inversión fue la mitad. 

Los respiradores de Castilla-La Mancha

El documento desgrana que, en los respiradores de transporte, el mercado permanece estable respecto al año anterior, presentando únicamente una leve caída. Sonado fue el caso de Castilla-La Mancha donde los médicos se quejaron que los respiradores que había comprado el Gobierno regional en Turquía eran, además de portátiles, antiguos.

Este tipo de aparatos, como en el caso de Castilla-La Mancha, fueron muy utilizados durante la pandemia ante la escasez de otro tipo de respiradores. En aquellos días los expertos en tecnología sanitaria explicaban que no eran aparatos de cuidados críticos, a pesar de que hay muchos modelos y algunos pueden dar prestaciones similares en lo que a ventilación mecánica se refiere.

Están diseñados para terapias ventilatorias puntuales y no prolongadas, su uso principalmente suele darse en áreas de urgencias, ambulancias o en UCI para trasladar pacientes de un área a otra del hospital, por ejemplo a un quirófano o prueba diagnóstica tipo TAC.

Historias clínicas en papel

"Hablamos de tecnología y todo el mundo piensa en aparatos, pero también hablamos de datos de software que se están convirtiendo cada vez en el entorno de UCI. Por ejemplo, la historia clínica. En intensivos es muy específica porque, además de integrar información sobre la propia historia clínica, integra información de estos dispositivos de soporte vital: las variables o los datos que salen de la ventilación mecánica, de la monitorización respiratoria, de la cardíaca... toda esa información también se integra dentro de la historia clínica, que quizá es el apartado más diferencial entre la historia clínica de la UCI con la del hospital", indica la coordinadora del Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la SEMICYUC.

"Existen UCI que todavía tienen que recurrir a historia clínica en papel con lo que todo ello supone", indican desde la Sociedad de Medicina Intensiva

"Toda esa información es tecnología y base para seguir avanzando en medicina moderna, porque hablamos de tener una historia clínica que te permita dar una atención más segura al paciente", agrega. Así cita ejemplos de uso de análisis estadísticos avanzados, con Inteligencia Artificial.

"Hablamos de UCI con equipos obsoletos, pero es que hay unidades donde ni siquiera tienen esos sistemas de información clínica específicos de UCI o existen UCIS que todavía tienen que recurrir a la historia clínica en papel con lo que todo ello supone", afirma la especialista que, indica, en un 30% de estos servicios no se disponen de estos nuevos sistemas con capacidad de integrar toda la información de los dispositivos de cabecera y de monitorización de los pacientes.

"Si no tienes datos, no tienes información y sin información no puedes valorar cómo estás haciendo las cosas y mejorar, con lo cual te quedas cojo y, en esta nueva ola de coronavirus, tenemos la necesidad de llegar a más pacientes, sobre todo si unimos la necesidad de disponer de telemedicina en los años que tenemos por delante. Va a ser complicado si no hay una inversión muy importante", afirma la intensivista.

Desfibriladores e incubadoras

Dentro del mismo capítulo de Cuidados Críticos, y en el caso de los desfibriladores, el informe de Fenin apunta que se "ha reducido ligeramente el volumen de inversión respecto del año 2018 aunque se sitúa en niveles de tendencia positiva si observamos los últimos años. En el caso de los electrocardiógrafos, se detalla que "el mercado mantiene la tendencia de reemplazo salvo por proyectos excepcionales".

En el apartado de 'incubadoras y cunas' y, a pesar de que la natalidad sigue disminuyendo en nuestro país, reseña Fenin, la inversión en "termorregulación se ha incrementado debido a la renovación de equipamiento en tecnologías que ayuden en los cuidados de neurodesarrollo de los más prematuros".

En monitorización, se registra una "fuerte subida" del mercado, superándose el frenazo sufrido en 2018, y recuperando la tendencia alcista de los años anteriores. En el caso de los monitores fetales, se precisa que, debido a la renovación de monitores obsoletos realizada en años anteriores, se ha producido "una pequeña reducción" en el mercado durante 2019.

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