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Cómo los investigadores (y Grifols) quieren usar la sangre de recuperados de coronavirus para frenar la epidemia

Un análisis de sangre.

La necesidad de encontrar una solución contra el coronavirus es cada vez más urgente. A pesar del colapso sanitario y la falta de margen, médicos y científicos de todo el mundo están trabajando a contrarreloj para lograr encontrar un posible tratamiento contra el virus a una velocidad nunca vista.

Aquí en España, el Centro de Transfusión de Sangre de la Comunidad de Madrid está trabajando en un ensayo clínico con el que pretenden utilizar la sangre de pacientes curados por el Covid-19 como potencial tratamiento contra la enfermedad. La idea es aprovechar los anticuerpos presentes en el plasma sanguíneo de aquellas personas que hayan superado la enfermedad y mediante una transfusión de sangre, introducirlos en el organismo de los enfermos.

Por el momento, el ensayo clínico no ha comenzado y está pendiente de la autorización del Ministerio de Sanidad. Asimismo, desde el Centro de Transfusión -al contrario de lo que se ha publicado en redes sociales- han asegurado que no buscan la colaboración ciudadana, ya que tendrán que ser los médicos los que elijan a los voluntarios curados para participar en este estudio.

La idea puesta en marcha por los profesionales sanitarios de la Comunidad de Madrid no es nueva. Este jueves, la farmacéutica catalana Grifols, una de las mayores compañías del mundo especializada en el desarrollo de medicamentos a través del plasma sanguíneo, ha anunciado que no sólo participa en estos ensayos clínicos, sino que lidera un proyecto junto a varios hospitales, investigadores y centros de transfusión españoles para recoger plasma de pacientes que han superado el Covid-19.

Resultados en junio

Una vez obtenido el plasma (es decir, la parte líquida de la sangre donde se concentran la mayor parte de los anticuerpos) será trasladado a las instalaciones de Grifols, donde la farmacéutica se encargará de "purificarlo", por así decirlo. A través de una técnica conocida como el "azul de metileno" que llevan usando décadas para desarrollar sus productos, liberan el plasma de cualquier posible patógeno.

A partir de ahí, el plasma se devolvería los hospitales para que se hicieran transfusiones a estos 100 pacientes durante 29 días y se analizarían en paralelo los resultados. Según confirmaba en una entrevista a la agencia Efe el director de Bioscience de la farmacéutica, Eduardo Herrero, esperan poder tener resultados -preliminares- a partir de junio.

No somos los únicos que estamos investigando esta vía. La compañía catalana anunció este miércoles que también ha llegado a un acuerdo de colaboración con la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para recoger plasma de pacientes que han superado la enfermedad, procesarlo y producir lo que han bautizado como "inmunoglobulinas anti Covid-19”. Es decir, no sólo apuestan por realizar transfusiones directas, si no que esperan poder desarrollar medicamentos en base al plasma de los pacientes curados.

El proyecto madrileño se basa en parte en la iniciativa puesta en marcha en Estados Unidos a principios de semana, cuando gracias a la presión de varios investigadores norteamericanos, la FDA ha aprobado el uso de este tipo de transfusiones como tratamiento contra el virus. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunciaba esta semana a que a principios de la semana que viene, al menos dos hospitales de la ciudad comenzarán a tratar a pacientes con la sangre de los que han superado el Covid-19.

Ya fue probado con la gripe española de 1918

Pero, ¿de dónde viene la idea? La realidad es que es una de las formas más antiguas de intentar acabar con los brotes víricos. Ya se usó con la famosa gripe española de 1918 o incluso con los otros dos brotes de coronavirus conocidos: el SARS y el MERS.

La principal ventaja que tiene este enfoque es que mientras que desarrollar una vacuna o un medicamento antiviral contra el SARS-COV-2 puede llevar meses o incluso años, usar la sangre de los recuperados puede ponerse en marcha en cuestión de semanas. Al introducir anticuerpos 'extra' en el organismo, no esperas que el enfermo genere una respuesta inmune, si no que aceleras el proceso de manera artificial.

En Estados Unidos, si todo va bien, esperan poder utilizarlo incluso con el personal sanitario sano como una suerte de "escudo anticoronavirus" para intentar evitar posibles contagios y fortalecer sus propios anticuerpos para que sean más resistentes contra el virus y no caigan enfermos.

Uno de los científicos que más ha luchado en los últimos meses -desde enero, en particular- es el especialista en inmunología Arturo Casadevall, un vírologo de origen cubano que trabajar en la Universidad Johns Hopkins, responsable del famoso mapa interactivo que monitoriza el coronavirus a nivel mundial. El científico publicó a finales de febrero una editorial en el Wall Street Journal donde reclamaba el uso de esta técnica, ya que las vacunas y los antivirales iban a tardar mucho en llegar.

"Sabía que si lo decía en un periódico la gente reaccionaría, mientras que si lo ponía en un artículo científico, la reacción no iba a ser la misma", explicaba el científico en una entrevista con la revista Nature esta semana. Por el momento todavía no se cuentan con estudios específicos aplicados al SARS-CoV-2 que hayan arrojado resultados aplicables. No obstante, un estudio basado en 80 pacientes realizado cuando tuvo lugar la epidemia del SARS establece que aquellos pacientes que después de dos semanas presentando síntomas fueron tratados con plasma tenían más posibilidades de ser dados de alta. Para ver su efectividad en España, todavía tendremos que esperar.

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