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Política

Vox afronta su prueba de fuego ante el peligro de un retroceso en votos tras el 28-A

Vox afronta este domingo 26 de mayo una prueba de fuego tras no cumplir las expectativas creadas en las elecciones generales del pasado 28 de abril. Los de Santiago Abascal pasaron de la nada a tener 24 diputados en el Congreso. Pero no sirvieron para dar el Gobierno al bloque del centro-derecha, sino que la dispersión del voto facilitó que Pedro Sánchez pueda permanecer en La Moncloa durante esta legislatura. 

Así que tras los comicios de este domingo, el partido de Abascal confía en poder convertirse en la pieza clave que permita sumar a PP y Ciudadanos para que el PSOE y Podemos no se hagan con el poder. Aunque dejan claro que no darán un cheque en blanco con tal de que la izquierda no se haga con las riendas del poder en distintas comunidades y ayuntamientos. 

Vox no quiere que se repita lo ocurrido en Andalucía, donde los de Albert Rivera no negociaron directamente con ellos y ahora se saltan medidas del acuerdo de investidura. En este sentido, tratarán de imponer algunas de sus medidas a cambio de dar el visto bueno a eventuales Ejecutivos autonómicos que de ellos pudieran depender y en los que -en función del resultado- podrían plantearse entrar.  

"Yo creo que al PP y a Ciudadanos no les causará un problema bajar los impuestos sin aumentar la deuda, auditar la cuentas y las empresas públicas o defender la libertad en la educación", decía este viernes la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, en un desayuno informativo de Nueva Economía Forum.

Esta región es una de las grandes apuestas del partido para ser influyente en la formación de gobierno, aunque también manejan buenas expectativas en Murcia o en grandes municipios de Andalucía, la Comunidad donde dieron la campanada en las elecciones del pasado mes de diciembre. 

Sin duda, el escenario político de la triple cita electoral (autonómicas, europeas y municipales) no favorece las perspectivas electorales de los de Abascal después de una intensa campaña con la de las generales. La formación que antes abarrotaba auditorios o discotecas ha visto cómo la movilización -al menos en sus actos- ha disminuido tras el 28-A. Y no se pierde de vista un posible reflujo de los 2,67 millones de votantes hacia las filas del Partido Popular o hacia la abstención. 

El partido decidió dar un giro a su estrategia de campaña con mitines mucho más pequeños y pegados al territorio y a problemáticas concretas. Si la de las generales cerró en plena plaza de Colón ante miles de personas, este viernes ha decidido trasladar el acto a las puertas del Tribunal Supremo. Allí, el secretario general del partido y candidato a la alcaldía de la capital Javier Ortega Smith se ha encargado de ejercer sin demasiado protagonismo la acusación popular en el juicio por el 1 de octubre.

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