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Política

¿Por qué valoramos más a los líderes políticos tras un atentado?

Theresa May conversa con Donald Trump.

"Nunca desaproveches una crisis grave; te da la oportunidad de hacer las cosas que no podrás hacer en otro momento". El consejo pertenece al ex jefe de gabinete de Barack Obama, Rahm Emanuel, y constata un fenómeno sociológico que nunca falla. La valoración de los líderes crece como la espuma tras un atentado terrorista como el de Manchester. Los anglosajones lo llaman el efecto rally 'round the flag; algo así como una especie de cierre de filas por parte de un pueblo en estado de shock.

Cada atentado se convierte en una oportunidad de oro para que el presidente del Gobierno de turno –sea cual sea su ideología– se enfunde la chaqueta de 'comandante en jefe' y dirija las operaciones contra el enemigo. Algo similar a lo que hizo George Bush sobre el portaaviones Lincoln tras el ataque a las Torres Gemelas. Entonces su nivel de aprobación ciudadana creció 35 puntos. 

El terrorismo no es otra cosa que estrategia narrativa: "Se trata de golpear a la gente y de hacer visible el dolor de la manera más cruenta posible", subraya el asesor político Luis Arroyo. Y tras cada tragedia se activa la misma liturgia: "Los buenos somos nosotros (las víctimas) y los malos (los terroristas) no conseguirán romper nuestra fuerza", explica. En base a esta premisa, el recorte libertades y derechos es aceptado por los ciudadanos con tal de sentirse más seguros.

Tomar medidas contra los atacantes es imprescindible, pero de poco sirven a ojos de los electores si no van acompañadas de una buena estrategia de comunicación. "Las personas perciben esa labor en función de cómo se actúa en la capa emocional. En un momento de crisis la ciudadanía está más sensible, más preocupada. Y no comprender la psicología del ciudadano es no resolver la mitad del problema”, recalca el consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí

Crear un buen marco

La ciencia cognitiva dice que pensamos en términos de marcos mentales y metáforas, y no tanto mediante el razonamiento analítico. Por eso, es básico crear un buen encuadre para que el ciudadano integre el relato. Nada mejor entonces que aprovechar la enorme atención que los medios prestan a estos acontecimientos, que llegan a convertirse en 'eventos mediáticos', según la teoría de los sociólogos Dayan y Katz.

En efecto, "a menudo se habla de generar un buen relato, de storytelling, pero es igual de importante el storydoing: no lo que dices sino lo que haces”, enfatiza Gutiérrez-Rubí. Y estar sobre el terreno forma parte del abecé del procedimiento. "La actuación de un político -a través de su presencia inmediata, de su discurso, de cómo se percibe su acompañamiento a las víctimas o a sus familiares- genera un relato que queda en el cerebro de la ciudadanía", recalca este asesor.

La actuación del político a través de su presencia y del discurso crea un relato que queda en la mente del ciudadano"

Tras el atentado en el concierto de Manchester, la primera ministra británica Theresa May, decidió suspender la campaña electoral a menos de quince días para la cita con las urnas. "Que estuviera rápidamente en Manchester mejora su percepción como líder que está al lado de su pueblo", recalca. Lo que no está claro, sin embargo, es si será capaz de traducir en votos el incremento de su valoración. 

De hecho, el efecto es efímero y empieza a decaer conforme las aguas vuelven a la calma. A pesar de que el expresidente francés François Hollande logró remontar hasta 22 puntos sus nivel de popularidad tras la ola de atentados, finalmente no se libró de salir por la puerta de atrás del Elíseo como el mandatario más impopular de la V República

La oposición también cierra filas

A diferencia de lo que podría parecer, a la oposición no le queda otra que cerrar filas y sumarse al apoyo del líder. "La oposición no puede decir nada, aunque lo sienta. Y pobre del que se salga de esa línea", explica Arroyo. Aunque sacar rédito de estas desgracias es relativamente fácil cumpliendo las pautas básicas de la comunicación de crisis, los errores y la indecisión pueden dar al traste con la reputación de un político o de un Gobierno.

"El caso de José María Aznar tras el 11-M es como si se hubiera empeñado en hacer todo lo contrario de lo que está en los manuales", sentencia el Arroyo. Los vaivenes en la estrategia comunicativa y la atribución apresurada de la autoría a la banda terrorista ETA minaron la credibilidad del Ejecutivo del Partido Popular a tan solo tres días de unas elecciones generales. 

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