Quantcast

Política

Cuando era Sánchez quien hacía preguntas trampa a las bases para llegar al Gobierno

El líder de PSOE, Pedro Sánchez

Corría el año 2016. Pedro Sánchez había logrado un preacuerdo de gobierno con Albert Rivera y buscaba la legitimación de sus militantes con una consulta ambigua que los críticos del partido calificaron de “trampa” y “farsa”. Una situación algo paradójica si se compara con la de hoy, con Sánchez atacando la consulta convocada por Pablo Iglesias y calificándola de “mascarada”.

La pregunta que Sánchez sometió en 2016 a los militantes de su partido fue muy genérica: "El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un Gobierno progresista y reformista?".

Entonces, el dirigente socialista había sellado un pacto con Ciudadanos, pero también confiaba en cerrar otro con Podemos para obtener su abstención en la investidura. Pero en su consulta, además de no mencionar de forma expresa ningún partido ni pacto concreto, solo dejó a la militancia que respondiera sí o no. Sánchez logró el apoyo de la mayoría de los militantes. Votó el 51% del censo y fue un alivio, puesto que superó las expectativas de la dirección federal, aunque no faltaron críticas internas a aquella maniobra.

Ahora, tres años después, es Sánchez quien se queja por la decisión de Iglesias de buscar una legitimación en los militantes. El pasado viernes, el líder de los morados preguntó a sus inscritos si quieren que el partido apoya un gobierno en minoría del PSOE u otro con ministros de Podemos elegidos por la dirección. La convocatoria de Iglesias ha despertado la ira de Sánchez. El presidente en funciones ha hablado de una consulta “trucada”, que a su juicio busca justificar una negativa a su investidura.

Albert Rivera y Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados

Preguntas tendenciosas

Para Sánchez, la consulta de Podemos "no recoge la realidad" y se trata de una "mascarada" de Iglesias, al que le atribuye permanecer en una posición "maximalista". El socialista acusa, por ejemplo, a Iglesias de obviar en su pregunta a las bases su última oferta de un gobierno con ministros técnicos de Podemos. "O se hace lo que él dice o nos encontraremos un voto negativo", ha dicho sobre Iglesias, acusándole de usar esta herramienta de forma "torticera". Y ha añadido en la Cadena Ser que conoció “por los medios una consulta que a todas luces supone la ruptura por parte de Iglesias de las negociaciones con el PSOE".

Cuando Sánchez lanzó su consulta, estaba intentando dar su primer asalto a La Moncloa, y se topó con la negativa de Iglesias. La paradoja es que el escenario actual no es del todo diferente: otra vez Sánchez pide a Podemos que se abstenga para mantenerse en La Moncloa.

En su referéndum de 2016, Sánchez empleó términos claramente edulcorados sobre su proyecto de mayoría. Habló de gobierno “progresista y reformista” para intentar despertar el apoyo de las bases. Y también en ese caso es muy parecido a lo que ha hecho Iglesias, quien ha empleado conceptos en su consulta que sus propios compañeros, como Teresa Rodríguez, califican de “tendenciosos”. En definitiva, dos consultas con preguntas cuestionadas por dentro y por fuera en tan solo tres años, otro ejemplo de la nueva época de la política española.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.