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Política

El PSE dinamita el consenso territorial en el PSOE y fortalece el alma soberanista del PSC

Idoia Mendia e Íñigo Urkullu

La gestora que preside Javier Fernández y la mayoría de los barones territoriales que esperan con impaciencia a que Susana Díaz dé el paso de postularse como candidata a la secretaría general, cruzaron ayer llamadas para pactar una reacción al acuerdo de Gobierno alcanzado por el Partido Socialista de Euskadi (PSE) con el PNV, que implica una negociación pendiente sobre el llamado ‘derecho a decidir’. Después de muchos titubeos, Andalucía, la federación insignia, habló por boca de su responsable de Organización, Juan Cornejo: “Es un acuerdo bueno para España porque garantizará el cumplimiento de la legalidad ante el debate territorial”.

"En el PSC están aplaudiendo con las orejas", afirmaba ayer en privado un parlamentario andaluz, alarmado por el acuerdo PNV-PSE

Más cauteloso fue el portavoz de la gestora, Mario Jiménez, otro de los más estrechos colaboradores de la presidenta andaluza. “Miraremos con atención las cuestiones vinculadas a la planta territorial del Estado”. Con la misma prudencia, el exvicelendakari Ramón Jáuregui, portavoz socialista en el Parlamento europeo, mostró su deseo de que el pacto con los nacionalistas vascos encaje en la conocida como “declaración de Granada”.

Es aquí donde fuentes socialistas ven el meollo del problema, ya que esta declaración, firmada en julio de 2013 por todos los barones territoriales del PSOE, supuso una especie de tregua que ha mantenido desde entonces en en el congelador, precisamente, el ‘derecho a decidir’, una aspiración que en el PSC reaparece como el río Guadiana y que permanece varada en el fondo del enconado debate que le enfrenta al resto de los territorios y obligará, más pronto que tarde, a una reconsideración del protocolo que rige la relación entre ambas organizaciones desde hace 38 años.

Nación y 'derecho a decidir'

El acuerdo conocido ayer compromete al Gobierno vasco a reformar el Estatuto de Guernica en ocho meses, periodo en el que tanto el PNV como sus nuevos socios se dan libertad para defender y negociar el reconocimiento del País Vasco como nación, así como el ‘derecho a decidir’, eufemismo tras el que se esconde el derecho de autodeterminación. Lo que resulte de esta negociación tendrá que defenderlo en el Congreso de los Diputados, como hiciera Juan José Ibarretxe hace once años, el actual lendakari, por lo que es fácil anticipar que si, finalmente, el PSE no se pliega a la doctrina oficial del PSOE, se llevará un buen revolcón en Madrid, quedándose desautorizado como cuarta fuerza política en su comunidad y obligando previsiblemente al PNV a pensar en unas nuevas elecciones.

Este es, en síntesis, el diagnóstico que ayer avanzaban algunos parlamentarios socialistas, conscientes de las numerosas curvas que han conducido a que su partido se haya quedado, al final, “sin una identidad territorial clara”. Después de la declaración de Granada, el PSOE celebró un consejo territorial, el primero en la etapa de Pedro Sánchez como secretario general, en el que dejó sentado que no podía verse arrastrado por la impronta del PSC en Cataluña ni por la ausencia de criterio ante un desafío como el que gestionó Artur Mas en su comunidad para luego dejarlo en herencia a Carles Puigdemont. Un año después, en septiembre del año pasado, el equipo de ‘sabios’ de Sánchez defendió como solución una reforma constitucional pensada para mimar a Cataluña y cautivar a Andalucía mediante el reconocimiento de los hechos diferenciales en cada territorio. Tal reforma no vio nunca la luz ni el PSOE llegó a ponerla como proyecto propio encima de la mesa, al ver que la temperatura en el PSC se mantenía estable y las aguas en Ferraz bajaban revueltas. Finalmente, la apuesta de Miquel Iceta por Pedro Sánchez, sus escarceos con los independentistas y la salida de éste de la secretaría general, fueron el caldo de cultivo que animó a los socialistas catalanes a recuperar su cruzada, a la que ahora pueden llegar a sumarse sus compañeros del País Vasco aprovechando la debilidad de una gestora que todavía no tiene claro cómo coger el toro por los cuernos.

En el PSOE se admite que después de la apuesta vasca, el partido se ha quedado sin proyecto territorial

De hecho, ningún barón regional se atrevió ayer a levantar el hacha de guerra contra el PSE, a pesar de que la gestora no estaba informada del contenido del pacto alcanzado con el PNV. En un afán de no hacer sangre, la federación andaluza rechazó, incluso, que un acuerdo de esta trascendencia esté obligado a pasar por el comité federal, el máximo órgano entre congresos en el que debe decidirse la estrategia del partido. “En el PSC están que aplauden con las orejas”, resumía ayer un dirigente andaluz del grupo parlamentario.

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