Quantcast

Política

La presión de los barones obliga a Susana Díaz a dar el paso sin vencer las dudas sobre su triunfo

La presidenta andaluza, Susana Díaz, en el Parlamento regional.

Antonio, ¿tú opinas que debo presentarme? ¿no crees, de verdad, que se me han complicado mucho las cosas? Estas preguntas se las trasladó hace poco más de dos semanas Susana Díaz a un amigo personal. Se trata del exconsejero de una conocida entidad financiera que utiliza de emisario cada vez que quiere contactar en Madrid con los mismos empresarios a los que mantiene puntualmente informados desde hace más de un año sobre sus planes para hacerse con el control del PSOE. La respuesta de su interlocutor fue de ánimo, acostumbrado a regalarle los oídos siempre que habla con Susana Díaz de las cosas del partido o de su gestión en Andalucía.

Susana Díaz ha consultado con amigos personales, barones regionales y críticos de algunas federaciones antes de decidirse

Pero esta vez la lideresa ha necesitado de más opiniones antes de anunciar que da un paso al frente. Lo ha hecho mediante una filtración procedente de su entorno inmediato, después de pulsar la temperatura de barones regionales como Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara, Ximo Puig y Javier Lambán. No solo lo ha hecho con ellos en Castilla-La Mancha, Extremadura, la Comunidad Valenciana y Aragón. También ha contactado en estos y otros territorios con los sectores que ha creído pueden acabar decantándose por las candidaturas de Pedro Sánchez o Patxi López. Y a todos ellos les ha ido prometiendo que si llega a la secretaría general, promoverá una gestión integradora, exenta de ajustes de cuentas, nada vengativa. “Unos se lo han creído y otros no, no le va a resultar nada fácil quitarse de la noche a la mañana su fama de killer, la que conduce a muchos a pensar que si logra su propósito hará un barrido generalizado en todas las federaciones para no dejar títere con cabeza en cuando lleguen, el próximo verano, los congresos regionales”, relatan fuentes de la federación andaluza.

Es evidente, abundan estas fuentes, que Susana Díaz ha decidido tirarse a la piscina movida por las presiones de buena parte de los barones regionales más potentes, la mayoría de ellos presidentes de gobiernos autonómicos. Son los mismos a los que embarcó desde hace casi dos años en la ‘operación acoso y derribo de Pedro Sánchez’ en el momento en que vio en éste aspiraciones de volar en solitario. Si ella había sido la principal responsable de llevarle en volandas a la secretaría general facilitándole hace tres veranos el apoyo mayoritario de su federación, ¿cómo iba a tolerar por las buenas que traicionara su regazo?

La operación acabó de ejecutarla en el histórico comité federal del 1 de octubre, el mismo que ha dejado en el PSOE un reguero de sangre que no agota su caudal. Pero no tuvo para ella final feliz. Susana Díaz pensó hace poco más de cinco meses que había sentenciado el final de la carrera política de Sánchez, sin prever que un sistema como el de las primarias, odiado por ella misma y la mayoría de los barones, deja mucho margen de lucimiento a cualquier aventurero que se precie.

El PSOE de siempre

Para acabar de complicar las cosas, emergió en enero la candidatura de Patxi López, pensada para restar apoyos a Sánchez, pero con potencial para atraer también en las primarias de mayo el voto de los militantes que aspiran a recuperar la identidad del “PSOE de siempre”, sin represalias ni nuevos derramamientos de sangre. Así se entienden las dudas de la presidenta andaluza, expresadas a su amigo: ¿tú opinas que debo presentarme? ¿No crees, de verdad, que se me han complicado mucho las cosas?

Las presiones recibidas y los nervios han hecho que Susana Díaz ni siquiera haya respetado los tiempos que tenía previstos desde el principio para dar a conocer su candidatura. Lo hará el próximo domingo 26, sin que el comité federal haya convocado todavía para entonces las primarias ni haya establecido sus reglas de juego, algo que ocurrirá a primeros de abril. Lejos queda el sueño de Díaz de ser elegida en un congreso por aclamación, después de una llamada suplicante de la militancia y de los compromisarios de las 16 federaciones, más el PSC, a “salvar el partido”.

El bando sanchista cree que su líder puede superar el 35% de los apoyos si la gestora no juega sucio con el censo

Sin conocer aun si hay o no agua suficiente en la piscina, reiteran en su federación, se ha visto obligada a tirarse a ella sabiendo que el enfrentamiento con Sánchez, sobre todo, y, en menor medida, con López, será “a cara de perro”. Y percatándose, también, de que un triunfo por debajo del 50% con el exsecretario general soplándola el cogote –en el equipo de Sánchez dicen tener garantizado el apoyo del 35% de la militancia “si la gestora no juega sucio con el censo”– no le servirá ni para gobernar con solidez el PSOE ni tampoco para coser las heridas que ella misma ha abierto dentro de la organización con los usos y costumbres que empezó a forjar hace dos décadas desde su paso por el aparato de las Juventudes socialistas, época desde la que ha dejado un campo sembrado de cadáveres.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.