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Política

El plan de Sánchez: impedir el tripartito y sumarse a sus barones para pactar con Rivera tras el 26-M

Sánchez y Rivera en la firma del acuerdo de investidura fallida en febrero de 2016.

Pedro Sánchez ya no le hace ascos a pactar con Albert Rivera. Es más, este viernes, cuando anunció la disolución de las Cortes, tiró de ironía para responder a los periodistas sobre el veto que ha puesto Ciudadanos a pactar con el 'sanchismo', pero evitó cuidadosamente rechazar algo que, hoy por hoy, parece impensable: "Me sorprende que me pongan a mí un cordón sanitario y no se lo pongan a la ultraderecha; cada cual elige los amigos con los que quiere ir". 

Sabe que con Podemos no suma y que su única oportunidad pasa por ser primero a distancia del PP, de modo que el tripartito PP, C's y Vox sea imposible en ls Cortes; y luego ya hará pack con barones del PSOE como el castellano-manchego, Emiliano García-Page; el extremeño, Guillermo Fernández Vara; o el aragonés, Javier Lambán, a quienes sí les salen las cuentas para ser reelegidos con el voto de la formación naranja.

De momento, y tras asegurar que no iba a presentar presupuestos si no tenía asegurada su aprobación, para "no marear a los españoles" y que agotaría la legislatura "con o sin presupuestos", el líder socialista ha convocado elecciones generales el 28 de abril en un intento por impedir así que PP y Ciudadanos sumen un pacto como el que ha desalojado a Susana Díaz de la Junta de Andalucía.

Es su última 'bala' y además, en caso de verse descabalgado del poder como Díaz pese a ser el más votado, se garantiza que nadie en el PSOE le pida responsabilidades a corto plazo. Si convoca a las urnas el 28 de abril, como aseguran diversas fuentes socialistas, pase lo que pase, entre esa fecha y el domingo 26 de mayo los barones estarán más preocupados por ganar las elecciones ese día y luego por garantizarse su investidura, que de reeditar la defenestración del traumático Comité Federal del uno de octubre de 2016. 

El presidente del Gobierno cambió los estatutos del PSOE para 'blindarse': Cualquier maniobra de los barones socialistas contra el secretario general deberá ser votado en primarias por la militancia

Hoy en día es mucho más difícil que eso ocurra porque con la reforma de los estatutos del partido la revocación de un secretario general debe contar con el voto de la militancia -y Pedro Sánchez volvió a ganar  sus segundas primarias por 74.805 votos el 22 de mayo de 2017- pero el enfrentamiento latente nunca ha cesado y ambos bandos se miran de reojo 

Diversas fuentes socialistas señalan a Vozpópuli que el 28-A el PSOE será el más votado, pero podría ser una victoria amarga si no logra impedir que sumen las derechas; y añaden que, en ese caso, el domingo 26 de mayo el partido podría enfrentarse a un descalabro "inevitable" tras el fallido episodio de negociación presupuestaria con los independentistas catalanes.

El entorno del presidente sostiene, por contra, que el escenario es "muy fluido" y "no hay que fiarse de las encuestas", que pueden cambiar en los dos meses que quedarían hasta las elecciones; pero lo cierto es que todos los sondeos, el último publicado este mismo miércoles antes de la convocatoria del 28-A, coinciden en que el tripartito suma más del 50% del voto:

El socio débil de esa alianza no es tanto el PP, que ya ha trasvasado a Vox casi todo el voto que podía trasvasar, sino Ciudadanos. La formación de Albert Rivera se ha "escorado" tanto a la derecha que empieza a trasvasar voto también a la formación de extrema derecha, aseguran en la Ejecutiva socialista. Ese inesperado estancamiento centrista con tendencia a la baja, dicen, hace albergar a los socialistas esperanzas de obtener más escaños en determinadas provincias e impedir el tripartito en el Gobierno.

Como Rajoy tras 2015

Y una vez impedido el tripartito, se abriría un escenario de bloqueo como el que vivió España entre diciembre de 2015 y octubre de 2016 pero con Pedro Sánchez resistiendo en La Moncloa en lugar de Mariano Rajoy; y se abriría una puerta a la esperanza de reeditar, si no un pacto de investidura como el que firmaron el secretario general del PSOE y el presidente de ciudadanos el 23 de febrero de 2016, sí una fórmula de investidura con Ciudadanos y abstención de Podemos, que permitiera arrancar la legislatura. 

El principal inconveniente para la continuidad del presidente es que Rivera ya ha dicho que con el PSOE de los barones está dispuesto a llegar a acuerdos pero "con el 'sanchismo' no" y cualquier acuerdo suyo con Podemos también se antoja remoto; y la estrategia de Ferraz de englobar a Ciudadanos con el "fascismo" militante que se manifestó en la plaza de Colón contra las cesiones a los separatistas no hace sino ahondar una brecha que, a día de hoy, parece insalvable

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