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Política

Pirotecnias La Moncloa S. A.

Hay que reconocer que Pedro Sánchez está planteando muy audazmente las elecciones del 28 de abril. Se ha propuesto aprovechar al máximo la plataforma de La Moncloa para sacar réditos electorales y, de momento, lo está consiguiendo.

El líder del Partido Popular, Pablo Casado, en una confesión pública muy poco prudente, señaló hace unos días que él no iba a hablar de Franco ni del aborto durante la campaña, porque es consciente de que esos dos debates le perjudican. Dicho y hecho: los estrategas del Gobierno le acaban de obligar a tener que hablar de Franco... al menos hasta el día 10 de junio.

No está nada claro que la decisión adoptada por el Ejecutivo vaya a suponer finalmente la salida de la tumba del dictador del Valle de los Caídos. Pero eso es lo que menos importa. Con su decisión, el Gobierno vuelve a poner sobre la mesa un debate incómodo para la oposición y, lo que es más trascendente, todo el mundo tendrá que definirse durante la campaña: ¿mantendrán los candidatos el compromiso de sacar los restos de Franco el 10 de junio en caso de llegar antes al Gobierno? Esa pregunta va a ser un clásico en todas las entrevistas y debates a partir de ahora, sobre todo cuando enfrente estén Albert Rivera o el propio Casado.

Mantener viva la polémica

Una vez más, asistimos a un espectáculo pirotécnico en el que lo importante no es el fondo, sino la forma, y donde lo único que interesa es mantener viva la polémica, independientemente de que sirva para algo o acabe produciendo resultados palpables que mejoren la vida de los ciudadanos o del país.

El Gobierno, que ha demostrado dominar la propaganda como nadie, sabe bien de lo que habla. Lleva diez meses con la misma historia. Se nos dijo que Franco saldría del Valle antes del verano de 2018, luego que sería a final de año, ahora que el 10 de junio... y si por Sánchez fuera, casi mejor que el dictador nunca salga de ahí, para poder utilizar este debate recurrentemente y cuando mejor convenga.

Es todo magistral, y la verdad es que invita a seguir pendientes de los próximos consejos de ministros para ver cuántas sorpresas más nos depararán de aquí al 28 de abril

Sánchez y los suyos son unos magos. Han puesto la fecha del 10 de junio a propósito y con toda la intención. Saben que es altamente difícil que se pueda cumplir, entre otras cosas porque hay varias vías judiciales abiertas, pero lo hacen con un doble objetivo: podrán hablar de Franco durante las dos próximas campañas electorales y aprovecharse de ello electoralmente y, además, cuando llegue el 10 de junio y se vea si realmente se ha sacado a Franco de su tumba ya nadie podrá pasarle la factura al Gobierno en caso de fracaso porque habrán pasado los comicios.

Es todo magistral, y la verdad es que invita a seguir pendientes de los próximos consejos de ministros para ver cuántas sorpresas más nos depararán de aquí al 28 de abril. Primero fue una ruptura forzada y sobreactuada con los independentistas (recordemos la surrealista rueda de prensa de Carmen Calvo), luego fue la convocatoria electoral tras unos presupuestos fallidos, más tarde llegaron los denominados "viernes sociales" y, ahora, los viernes pirotécnicos.

Esa es la política que triunfa, la de los fuegos de artificio, la de la propaganda, la del relato. Dan igual los hechos y las obras.

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