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Política

Palmira Pla, una maestra en la Cortes de 1978

Palmira Pla Pechovierto (1914-2007), en Chartres.

Palmira Pla Pechovierto fue una de las 21 mujeres elegidas para formar parte de la Legislatura Constituyente de 1977-1979 como diputada del PSOE por Castellón. Tenía 63 años y casi treinta de exilio, en Venezuela, donde fundó el Instituto Calicanto de Maracay inspirado en la pedagogía del sistema de Institución Libre de Enseñanza. Más de la mitad de su vida transcurrió fuera de su país, pero regresó a tiempo para su hora más importante: la aprobación del proyecto de Constitución que el 87,7% de los españoles aprobó con su voto el 6 de diciembre de 1978, un día como hoy hace ya cuarenta años. 

Nació en Teruel, un 31 de marzo de 1914, el año en que estalló la Gran Guerra. Vivió dos más en carne propia: la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, del lado de los perdedores en una y de las víctimas en la otra. En 1932 se acoge al Plan Profesional de magisterio ya en tiempos de la II República. En 1935 ya había terminado la carrera de magisterio. Durante la Guerra Civil trabajó como maestra y delegada de Colonias Escolares de Aragón y se ocupó de organizar las colonias infantiles en Graus, Benasque, Estadilla y Puigcerdá. Al finalizar la contienda, se exilió en Francia donde fue recluida el campo de refugiados de Saint Jean du Bruel. Tras la liberación vivió en Toulouse donde participó como delegada del PSOE en el I Congreso celebrado en el exilio en 1944. Trabajó de costurera para vestir al ejército. En París se casó en 1946 con Adolfo Jimeno Velilla, dirigente socialista en el exilio.

Llegaron al puerto venezolano de La Guaira a bordo del barco hospital Colomby repleto de refugiados. Apenas tenían 50 dólares. Palmira y su marido se instalaron primero en Caracas, la capital de Venezuela. Corrían tiempos de renovación en ese país. Un congreso constituyente acababa de sancionar una nueva constitución y los venezolanos estaban a punto de elegir como primer presidente de la democracia al novelista Rómulo Gallegos, también destacado pedagogo y autor del clásico Doña bárbara. Pero el escritor fue derrocado por una junta revolucionaria que instauró a la postre la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. Ya para ese momento, Palmira Pla ha fijado residencia en Maracay, una ciudad a 120 kilómetros de Caracas, en la cordillera central del país.  

En la calle del mismo nombre, fundó el Instituto Calicanto, donde impartió clases siguiendo el sistema pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza durante más de veinte años, lo que comenzó en un patio de naranjos con apenas seis alumnos llegó a acoger casi mil. El cáncer de su marido precipitó su regreso a España, en 1975. Ambos tenían aun la nacionalidad venezolana, porque en ese entonces la legislación no permitía la doble nacionalidad. Calicanto, que entonces tenía unos ochocientos alumnos, fue vendido y con el dinero Palmira Plá creó una beca para que los niños venezolanos pudieran estudiar en España a través de la Fundación de la Universidad Carlos III, cuyo rector entonces era Gregorio Peces-Barba, a quien Pla había conocido en las cortes durante los debates de la Constitución española.

En el parlamento fue vocal de la Comisión de Educación durante un año, de la de presidencia unos meses y un año y dos meses de la Comisión Especial de los problemas de disminuidos físicos y mentales. Su vida giró alrededor de la educación, una institución a la que consagró casi todos sus esfuerzos. Una vez aprobada la Constitución, Palmira dejó el Parlamento y volvió a la pedagogía. Durante un tiempo fue concejala de Cultura y Educación de Benicàssim (Castellón), donde creó la biblioteca y la Casa de Cultura. En 1986 dejó la política y se volcó de nuevo en la enseñanza y la ayuda social a través de distintas fundaciones, ente ellas la Fundación Palmira Plá, que desde 2004 desarrolla una importante actividad dirigida a los niños de la provincia de Teruel a través de ayudas a centros rurales y convocatorias de premios.

En su biografía Momentos de una vida (2004), se recogen algunas de sus ideas sobre la educación como aquel elemento que atraviesa y vertebra su biografía: “Yo creo que en mi niñez me afectaron muchas cosas, actos, incluso palabras o reproches, habidos en la escuela de mi pueblo que yo rechazaba y que en ocasiones me repetía en silencio pero con una gran fuerza interior: cuando yo sea maestra no lo haré así, cuando yo sea maestra no diré eso”. Murió en Castellón, a los 93 años, el 27 de agosto de 2007. La constitución estaba a punto de cumplir treinta años.

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