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Política

La ofensiva de Casado contra Ciudadanos siembra el desconcierto en sectores del PP

Pablo Casado y Albert Rivera.

Dos contra Rivera por uno contra Sánchez. Esta es la media de mandobles dialécticos que propina Pablo Casado en sus intervenciones de campaña. La ofensiva contra el partido naranja arrancó la noche misma del 28-A. Ahora está en índices superlativos.

"Plagiarios", "tránsfugas", "falsarios", "hipócritas", "infantiles"... Casado intenta blindar sus posiciones con un ataque sin tregua sobre las líneas naranjas. El liderazgo del bloque del centroderecha está en juego. Ciudadanos se quedó a 200.000 sufragios del PP en las generales. Tan sólo nueve escaños les separan. El equipo del PP nunca imaginó tal escenario.

Casado ya lo advirtió el martes en Toledo, en la presentación del programa del partido: “Vamos a devolver todas las bolas, ya está bien de aguantar infamias y mentiras”. Y en ello está.

El origen de este enfrentamiento en el seno de la derecha se asienta en la anterior campaña electoral. Casado encajó como un golpe muy bajo el momento en el que, durante el debate televisivo, Rivera sacó la fotografía de la detención de Rodrigo Rato. “Hizo daño, y no venía a cuento, fue excesivo e innecesario”, comentan en el equipo de Génova.

"Cs iba contra nosotros"

“Nosotros estábamos contra Sánchez, que es el rival, el enemigo, pero Cs iba contra nosotros”, señala la mencionada fuente. No le dieron, en principio, importancia a esos ataques subterráneos de Ciudadanos, hasta que, tras la derrota, los estrategas del PP revisaron los vídeos de la contienda. Lo vieron claro. Rivera había lanzado inopinadamente a la yugular de Casado sin que éste apenas se diera por aludido. Sin responder. También Vox lo hacía, pero sin esa insistencia obsesiva. “La derechita cobarde” y algunas lindezas más. El PP estaba, por entonces, obsesionado con el avance incontenible de Abascal, que finalmente no resultó tanto. Apenas prestaban atención a las acometidas de Cs.

Ahora Casado ha decidido que, de cara a las municipales y autonómicas, no se van a repetir ciertos errores. Como ignorar a quien tiene ideológicamente de vecino. No hay mitin, discurso o intervención del líder del PP que no vaya aparejado de un directo a la quijada de Rivera. El líder de Ciudadanos, con la moral por las nubes, merced a sus positivos resultados electorales, ha optado por la dialéctica del desprecio. “El PP se desintegra, el PP se descompone, Casado debería hacer autocrítica y quizás dimitir”. Acompañado de frases de júbilo como “nosotros no hacemos mas que crecer”, “somos el líder del centroderecha”. Un rosario interminable de estridentes reproches mutuos.

"Volvemos a dar el espectáculo"

Un combate sin reglas y sin tregua. ¿A quién beneficia? En el PP no hay opinión unánime. “Mientras la izquierda, es decir, Sánchez, va de la mano de Podemos, pactan y acuerdan, nosotros volvemos a dar el espectáculo”, comentan en ciertos sectores populares . Algunos líderes regionales recuerdan que, llegado el momento de contar los votos, es muy posible que necesiten el apoyo de los naranja para formar gobiernos. Castilla y León, Murcia, Rioja... 

Eso sin contar con que el PP gobierna Andalucía en coalición con Cs. Por eso consideran inapropiada esta vertiente de la campaña de Casado, que cuenta, sin embargo, con el apoyo incontestable de Núñez Feijóo, quien ataca también insistentemente a Cs porque teme que se adentre en su región, tal y como ya avanzan las encuestas. El líder gallego pasa por momentos de nerviosismo y hasta de temor. De ahí que insista en mantener su voz propia. El CIS le ha bendecido.

Casado suele recordar sus buenas relaciones con Rivera. Incluso en privado menciona aquella ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias en Oviedo, cuando les sentaron juntos, pasillo de por medio, y no dejaron de comentarse la jugada. Oviedo queda muy lejos. “Rivera es un ambicioso compulsivo, se le ha subido sus datos electorales a la cabeza y cree que va a ocurrir lo mismo e el 26-M”.

No hay de momento síntoma alguno de que Casado vaya a modificar su actitud. Su idea es empujar a Rivera hacia su izquierda, de ahí la sugerencia e que Cs permita la investidura de Sánchez. El partido naranja se revuelve y confía en demostrar su poderío en las autómatas donde, quizás, incluso alcance algún acuerdo de gobierno regional con los socialistas. Ahora mismo, está a muchas millas de pactar con el PP. “Es decir, todo lo contrario de lo que la lógica política sugiere”, señalan estas fuentes.

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