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Política

El paso al frente de Juanma Moreno descoloca a los críticos del PP

Juanma Moreno

Juanma Moreno se ha erigido en uno de los dos barones de referencia en el PP. El otro es el incombustible Alberto Núñez Feijóo. El presidente andaluz ha permanecido al margen de las convulsiones vividas en el seno de su formación tras la derrota del 28-A. Enfrascado en sacar adelante una Comunidad asaeteada por la corrupción y las deudas, como es la Andalucía que dejaron los socialistas tras 36 años en el poder. Moreno permanecía alejado de las tormentas de Madrid.

Este lunes evitó morderse la lengua e hizo una invocación a la paz intramuros. "El camino más directo al suicidio es enredarse en debates internos", señaló en un foro de ABC. Sus palabras retumbaron en todas las terminales de su formación. Moreno no es precisamente un casadista de la primera hora. Se alineó con Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP y montó un equipo de Gobierno de gente de ese perfil. Ningún representante del 'nuevo PP' fue incorporado a su Ejecutiva.

El aldabonazo de Moreno, que insistió en dejar de lado "críticas y polémicas estériles y absurdas que ahora no tocan" se ha recibido como un severo toque de atención a quienes preparan ya el escenario para otro posible desastre en las autonómicas y municipales. Hay mucho en juego, incluso para el propio Moreno, quien intenta recuperar algunos de los ayuntamientos perdidos en la debacle de 2015. 

El presidente andaluz, muy marianista, no recibe con entusiasmo las veladas críticas de Casado a los tiempos pretéritos, pero, según comentan en su entorno, tampoco contempla con simpatía los reproches que llegan desde Galicia contra la estrategia de Casado. "Si le quieren mover la silla, que den la cara o que se callen, que tiempo tendrán", señalan en las fuentes mencionadas. 

Autocrítica y cambios

Casado prometió a los altos cargos del PP llevar a cabo una autocrítica y cambios. Dio el paso al centro y defenestró a su jefe e campaña de las generales, Javier Maroto, 'número tres' de la formación. Ahora está empeñado en lograr un resultado razonable el 26-M para no perder la primogenitura del centroderecha a manos de Ciudadanos, algo que llevaría directamente a la implosión de su partido. Moreno es consciente de que no puede insistirse en esta línea. Tampoco está empeñado en colaborar en el derrocamiento del actual líder. Ni él quiere asumir este papel ni le agradan los posibles candidatos que pululan ahora mismo en los núcleos de la intriga.

Algunos barones quedaron descolocados tras las palabras del presidente andaluz. Pensaban que su silencio ante la marejada equivalía a un apoyo velado. Ahora han visto que no es así y que no está nada claro lo que ocurrirá tras la visita a las urnas, aunque Casado vuelva a sufrir un revolcón. "Todo dependerá del nivel del estropicio", apuntan. Nadie puede contar, por ahora, con Moreno para secundar un relevo en la cúspide. Al menos, no por el momento.  

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