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Política

Sánchez y un guardia civil o la difícil “camaradería” en tiempos del 'procés'

Jordi Sànchez

Uno es teniente de los Grupos de Reserva de Seguridad, los antidisturbios de la Guardia Civil, con muchas 'batallas' a la espalda. El otro, Jordi Sànchez, un veterano activista independentista catalán con decenas de años en la brecha. Las vidas de ambos se cruzaron un 20 de septiembre de 2017 en la Consejería de Economía de la Generalitat, eran los días convulsos del 'procés'. La misión del agente era velar por la seguridad de sus hombres en aquel edificio cercado por decenas de miles de personas. Sànchez, el encargado de haberlas citado allí.

Ambos se reencontraron este lunes, una año y medio después, en circunstancias muy diversas. Sànchez, en el banquillo de los acusados donde se enfrenta a una petición de Fiscalía de hasta 17 años de prisión por un presunto delito de rebelión. El teniente, como testigo en el juicio llamado a apuntalar el relato que le condene. El tono y las expresiones en el mando parecían como si quisiera olvidar, era necesario que el fiscal Jaime Moreno le hiciese entrar en detalles.

Tampoco era excesivamente necesario que nadie le empujase pues su versión era suficiente para apuntalar el discurso ofrecido ya por otros testigos precedentes. No hubo ninguna contradicción relevante. Confirmó que aquel día se concentraron miles de personas que les hostigaron, les amenazaron de muerte y les impidieron salir hasta las siete de la madrugada. También que Sànchez en todo eso jugó un papel protagonista y que los Mossos se subordinaron a sus decisiones.

"Él me contaba sus cosas"

Pero nada en su discurso permitía apreciar algo personal, simplemente un servicio más. Quizá fue eso, o las horas allí encerrados, o el tiempo transcurrido desde entonces lo que le llevó a admitir sin ningún problema que él y Sànchez llegaron a tener un trato de “camaradería” en aquella convulsa jornada que marca el punto de partido de la violencia del 'procés', según el Ministerio Público. “Yo le contaba cosas, él me contaba sus cosas”, ha declarado casi como describiendo una vieja amistad.

El teniente le pidió varias veces que desconvocase la concentración, pero Sànchez le pedía que se pusiera en su piel, que los suyos no se lo iban a permitir. “Hablaba y yo ya desconectaba”, ha dicho en lo que todo el mundo ha percibido en la sala como que lo que estaba diciendo en realidad es que el exlíder de la ANC puede resultar pesado si llevas casi 20 horas encerrado en un edificio.

En una de esas conversaciones que mantuvieron, Sànchez le dijo que la intendente de los Mossos d’Esquadra, Teresa Laplana, le había dicho que en los coches ya destrozados por la masa en el exterior había un material "muy sensible". El teniente le confirmó que así era. En realidad lo que había eran armas, pero no parece que hiciese falta decir mucho más para saber de qué estaban hablando.  

A las 00.00 horas ya del 21 de septiembre Sànchez y Cuixart (del que el teniente sólo recuerda que andaba por el edificio preguntando si el Gobierno había intervenido TV3) salieron a la calle, se subieron a los coches de la Guardia Civil y desconvocaron la protesta. “Una parte les obedeció”, confesó con el mismo tono de distancia el guardia civil, como queriendo decir que lo podría haber hecho unas horas antes y al menos todos habrían llegado a casa a cenar. Como diciendo que quizá Sànchez podría hacerlo esta misma noche en lugar de hacerlo en prisión. 

Le dio su teléfono

Para apreciar la fugaz relación que se trazó entre estos dos polos opuestos del 'procés' basta apreciar la diferencia de matices que usó el mismo testigo para relatar la visita al edificio del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras rodeado de guardaespaldas. “Me dijo que tenía que entender que era la voluntad del pueblo y yo le dije que él tenía que entender que era mi trabajo”. Ni rastro de camaradería en este caso. Tampoco quiso hablar con Trapero cuando Sànchez le ofreció la oportunidad.  

Antes de irse, el ahora acusado se despidió de este guardia civil que este lunes declaró con la única carta de presentación de un cargo y número de carnet profesional sin que le enfocase la cámara. Según ha dicho, antes de irse, el líder de la ANC le dio su número de teléfono.

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