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Política

La huelga del 8-M cala con fuerza en Educación y genera desconcierto en Transporte

Manifestación en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid

La medianoche de este viernes 8 de marzo se dio el pistoletazo de salida a una nueva huelga feminista que se presenta bajo el reto de igualar las grandes movilizaciones de 2018.

“Llevamos aquí desde temprano y hemos estado toda la semana informando a profesores y alumnos de su papel como hombres en la huelga”, dice Angie, cabeza visible del piquete estudiantil apostado en la puerta de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, y estudiante de tercero de Periodismo.

Las aulas y los pasillos están vacíos. En los alrededores del campus también se nota la huelga. Sólo las trabajadoras de la limpieza y los técnicos informáticos han venido a trabajar, porque prefieren no posicionarse sobre las movilizaciones. “El año pasado al menos abrieron la biblioteca”, se quejan dos chicos que se marchan resignados de la facultad.

Mejor organizados

Explica que este año están mejor organizadas, que solo hay un profesor que ha obligado a asistir a su clase (Investigación Aplicada al Marketing) y que quienes lo tienen más difícil son las estudiantes de ciencias. Ella y su grupo de compañeras no fueron el jueves por la noche a la cacerolada de la plaza de Sol porque secundaron el encierro en su facultad, pero sí irán a la manifestación convocada para esta tarde. Tienen grandes expectativas y esperan que la movilización supere a la del año pasado.

“Vengo a trabajar básicamente por un tema económico, porque nos pagan una mierda, pero por supuesto que apoyo la huelga"

Al otro lado de la entrada, Juan, Roberto y sus amigos apuran un último pitillo antes de entrar a clase. Hoy la apertura de puertas se retrasa hasta las 9 de la mañana. “Venimos como apoyo a la huelga. Esto es cosa de ellas, se tiene que notar su ausencia, no la nuestra”. Ellos, a diferencia de ellas, creen que la huelga feminista será menor este año.

Carmen es profesora de Publicidad. “Vengo a trabajar básicamente por un tema económico, porque nos pagan una mierda, pero por supuesto que apoyo la huelga, cómo no voy a hacerlo”. Afirma que hoy no pasará lista, para dar libertad a quien quiera ejercer su derecho. Sus razones atienden a lo que se conoce como techo de cristal: “Sólo hay que ver el número de alumnas que hay en las clases y la cantidad de mujeres que hay dirigiendo departamentos, como decanas o vicerrectoras”.

Manifestación en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid

En Enfermería la cosa es algo distinta. “Teníamos unas prácticas obligatorias y hemos venido todos, ellas también, aunque es cierto que en otras asignaturas han cambiado exámenes”, dice Javier, estudiante de cuarto curso. Pregunta a dos compañeras si las mujeres tienen dos días de reivindicación al año, el de las trabajadoras y el internacional. “He venido a un examen pero apoyo totalmente la huelga. No puedo ir a la manifestación porque tengo que estudiar”, afirma Patricia.

Sobre las 10.30 horas un grupo de estudiantes ha cortado la carretera que separa las dos facultades durante unos 15 minutos mientras entonaban varios cánticos como “machista, pardillo, tu boca en un bordillo”. “El año pasado eran diez veces mas”, afirma un hombre que sujeta un globo morado a unos 50 metros de la concentración. 

Al corte le ha sucedido la lectura del manifiesto de Comisiones Obreras enfrente de lo que se conoce como “el caballo de Medicina”. Tras el mismo, la marcha se ha dirigido hacia el centro de la capital, donde se ha convocado una concentración de los distintos servicios públicos.

Transporte

En el metro, de vuelta a Madrid, la huelga no se nota tanto. El transporte público lo cogen hombres y mujeres a la par. Los retrasos no se notan más allá de los servicios públicos establecidos y se oyen pocas quejas por los escasos retrasos. Se dejan ver algunas prenda moradas entre las viajeras.

María ha salido de casa sobre las 11 para coger el metro. No va a trabajar porque secunda la huelga: “No he notado ningún problema grave, simplemente que ha tardado ocho minutos cuando normalmente son tres”.

Donde sí se han notado más problemas ha sido en la estación de Sol, por donde diariamente pasan cientos de turistas. Greta y su hija Sara son de El Salvador y se dirigen al aeropuerto para coger un avión dirección a Catar. “Hace un momento había una mujer de información aquí pero ya no está”, dice la progenitora. 

Esta conversación se ha producido sobre las 11.30, cerca de la hora a la que estaban convocados los paros parciales de los sindicatos y la mayoría de trabajadores que se encargan de ayudar a los viajeros son mujeres.

Algo similar les ha pasado a Nuria y a Cristina, que no sabían si tenían que indicar adónde se iban al adquirir una tarjeta de diez viajes. Una de Extremadura y la otra de Cataluña, son trabajadoras que se dedican al sector primario. Han quedado en Madrid para ir a la manifestación con un grupo de mujeres que trabajan en la ganadería pero que no se conocen en persona. Lo han hecho a través del colectivo ‘Ganaderas en red’. “Venimos porque nos han dicho que este año se va a enfocar más en el mundo rural”.

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