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Política

Examen de conciencia en Ciudadanos: “Por mucho que tire Rivera, la gente sabe que no será su alcalde”

Albert Rivera.

"No hay mucho que celebrar". Era la frase más repetida la noche del 26-M en la sede de Ciudadanos. El resultado de las municipales constató que el partido naranja está lejos del PP y el PSOE en la política de proximidad. La escasa implantación territorial de Ciudadanos le ha pasado factura en su asalto al PP.

"Por mucho que Rivera y Arrimadas tiren, la gente sabe al final que no serán sus alcaldes", reconocía un diputado naranja.

El crecimiento municipal de Ciudadanos en valores absolutos es incuestionable. La formación de Rivera obtuvo casi 2 millones de votos -el 8,7%- y 2.789 concejales el pasado domingo, frente al 6,5% y los 1.527 ediles de hace cuatro años. Ciudadanos presentó listas en 2.150 municipios. España tiene unos 8.100.

Mayoría en 115 municipios

Según los datos provisionales del escrutinio, Ciudadanos tiene mayoría absoluta en 115 localidades. Y relativa en otras 35. Los municipios más poblados en los que ganó la lista naranja fueron Tacoronte (Tenerife), con unos 24.000 habitantes, y Paracuellos del Jarama (Madrid), casi 25.000. Su victoria más rotunda fue en Porcuna (Jaén), de 6.300 habitantes. Logró el 72% de los votos.

El 60% de los municipios donde obtuvo la mayoría absoluta -69 en total- está en Castilla y León. Y 42 de los 69, en las provincias de Burgos y Salamanca. El resto de victorias se reparte, por este orden, entre Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, La Rioja, Extremadura y Madrid.

Los números de Ciudadanos palidecen frente a los resultados del PP. Sin ser sus mejores elecciones, los populares lograron 20.336 concejales y gobernarán 2.563 municipios con mayoría absoluta.

La abrumadora diferencia de candidaturas fue decisiva en las autonómicas y europeas. Ciudadanos no pudo adelantar al PP en aquellas comunidades donde sí lo hizo el 28-A (Madrid o Aragón). Y en las europeas, con circunscripción nacional, se quedaron a cuatro puntos del PP. En las generales, Rivera estuvo a menos de un punto de superar a Pablo Casado.

“Ya dijimos que la implantación territorial nos beneficiaba frente a Ciudadanos”, recuerdan desde el PP. “Es curioso además como los cuadros y militantes se mueven mucho más para las autonómicas y municipales. En las generales se suben un poco la ola de Génova. Pero en las locales es impresionante como llegan hasta el último rincón”.

Entrar en las instituciones

La dirección de Ciudadanos es consciente de la necesidad de ir cerrando la brecha que le separa de los grandes partidos a nivel municipal. Pero la formación naranja tomó la decisión estratégica de ralentizar su expansión territorial.

La entrada en las instituciones y la gestión de consejerías, como ha ocurrido en Andalucía, es un primer hito en ese camino por acortar distancias. Y con el tiempo, ha abandonado algunas propuestas, como la de cerrar las Diputaciones, que les han hecho daño en clave local.

Pero mantiene otras costumbres que no se sabe si terminan de ser beneficiosas. De las 14 elecciones autonómicas celebradas en los últimos seis meses -incluidas valencianas y andaluzas-, sólo dos candidatos de Ciudadanos han repetido con respecto a 2015: Ignacio Aguado en Madrid y Juan Marín en Andalucía.

Tanto cambio, dicen algunos en Ciudadanos, acaba siendo contraproducente. La política autonómica, a diferencia de la nacional, es propensa a liderazgos largos. Y algunos barones -de PP y PSOE- están acostumbrados a entrar y salir del poder sin dejar de presidir sus respectivos partidos.

La dirección de Ciudadanos siempre se compara con Podemos, por ser dos partidos que nacieron al mismo tiempo y que apenas tienen cuatro años de vida nacional. Mientras Pablo Iglesias optó por alianzas y confluencias para acelerar su crecimiento, Rivera eligió presentar menos candidaturas pero con la marca de Ciudadanos.

“Cuatro años después sólo hay que ver donde están ellos y donde estamos nosotros”, dicen. “Ellos ganaron las alcaldías en 2015, sí, pero ¿qué queda de aquello?”, se preguntan.

Ciudadanos apenas ha realizado alianzas territoriales. La más significativa es Navarra Suma, su coalición con UPN y el PP. En Aragón concurren con una pequeña formación llamada Compromiso por Aragón, que le ha permitido ganar algunas alcaldías en Teruel. Y está finalmente la coalición con Manuel Valls, que ha sido un rotundo fracaso.

Mala experiencia en 2015

El partido sólo presenta listas allá donde la dirección autonómica pueda avalar ante la nacional a todos y cada uno de los candidatos. La mala experiencia del 2015 pesa en Ciudadanos. Algunas listas se elaboraron a la carrera. Y se produjeron denuncias contra grupos organizados procedentes de otros partidos que se afiliaban en bloque para copar las agrupaciones y ganar las primarias.

Centenares de concejales han sido expulsados o han abandonado la disciplina naranja en estos cuatro años. El control de la marca es vital para Ciudadanos, que presume de ser un partido de regeneración. Y se ha sacrificado la expansión por la seguridad de las candidaturas.

La dirección se propone afrontar el crecimiento municipal para el próximo ciclo electoral. El reto es grande para un partido todavía en construcción. Ciudadanos cuenta con unos 30.000 militantes, que es una cifra muy baja si se compara con PP o PSOE. Por eso la dirección concede una gran importancia a su entrada en las instituciones municipales y autonómicas.

No es sólo por la gestión que quieren exportar al Gobierno de la nacional, sino también por el hecho de entrar en contacto con los problemas del territorio a pie de calle. Ciudadanos quiere tejer sus propias redes en lugares a los que no ha podido llegar en estos años.

“El resultado del 26-M nos puede servir para crecer en esa implantación para la que no hemos tenido tiempo”, admiten estas fuentes.

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