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Política

Cinco razones por las que Casado confía en dar la campanada

Pablo Casado.

Pablo Casado confía en la victoria. Lo repite con entusiasmo en sus mítines. En el bien entendido de que la victoria no es ganar, sino gobernar. En Génova saben de las dificultades, escrutan los sondeos, analizan sus ‘trackings’ y concluyen que ese objetivo es alcanzable.  Y miran al sur, donde el PP desplazó de la Junta a un PSOE inexpugnable, imbatible, con siete puntos menos en las urnas. Casado cree en la remontada y en lo que algunos de los suyos denominan ‘el milagro final’. He aquí algunas razones que abonan tales esperanzas.

FRENAZO A LA SANGRÍA DE VOTOS. Casado ha conseguido frenar la sangría de votos hacia izquierda y derecha. En las dos generales de Mariano Rajoy, millón y medio de descontentos huyó hacia Ciudadanos, un fuga que “pasó a la historia”. Con el ‘nuevo PP’ llegó también la inesperada irrupción de Vox, doce escaños en Andalucía, sin apenas infraestructura ni líderes regionales. También esa movimiento de votantes hacia el territorio de Santiago Abascal se ha contenido durante la fase final de la precampaña, de acuerdo con estas fuentes. “Se paró la sangría y empezamos a subir”, comentan, sin hacer caso alguno de las predicciones del CIS.

DECAE EL FANTASMA DEL SORPASO. Nadie habla ya de un sorpaso de Ciudadanos, en contra de lo que se aventuraba hace unos meses. El partido naranja no se muestra muy potente en las encuestas, pese a que su retroceso no parece tan pronunciado como algunos preveían. Albert Rivera ya no atemoriza a los populares. Algunos estudios vaticinan, sin embargo, un resultado sorpresa por la otra banda, la de la formación de Abascal. Es coincidencia general. Pero no tanto como para pasar por encima al PP. Sería tan excepcional que no cabe ni pensarlo, dicen estas fuentes.

EL MIEDO A SANCHEZSTEIN. La conformación de un gobierno social-comunista, con PSOE y Podemos en la Moncloa, apoyados por el PNV y, quizás, de ser necesario, por las formaciones independentistas más Bildu, sigue produciendo temor en un amplio sector del electorado. Sanchezstein da pavor. Es la baza a la que apuesta a fondo Casado, que agita este escenario en todas sus intervenciones. “Sánchez es un peligro público para España porque gobernará con los que quieren romper España”, dijo en su mitin de apertura de campaña, este jueves en el Retiro madrileño. “O cambiamos el Gobierno o nos cambian España”, repitió con una voz que ya muestras síntomas de fatiga, después de dos meses de intenso ajetreo. Si España vota unida seguirá unida, es otra de las frases de campaña. Están convencidos que así será. Todo menos que los independentistas decidan los designios del nuevo gobierno.

UN SUELO ELECTORAL FIRME. El PP está convencido de que, pese a lo que anuncia el CIS o algún otro sondeo, su suelo electoral es firme y se sitúa por encima de los 70 escaños. Ni Vox ni Ciudadanos pueden exhibir ese poderío, que también caracteriza al PSOE. Cosas del bipartidismo, la sólida y amplia estructura, la organización y la experiencia. Desde ese sólida base, sólo queda subir. Movilizar al sector del centroderecha, al electorado más tradicional, al que opta por la seguridad de un gobierno que haga frente a la crisis económica que ya muestra sus garras. Casado se dirige a los ‘honrados españoles’, clases medias, pensionistas, universitarios y, especialmente, a esa España rural y vacía en la que sabe que el PP es el partido más fuerte. Ahí no llegan ni Cs ni Vox. Ahí está gran parte de ese 40 por ciento de ‘no sabe no contesta’, donde tradicionalmente se refugia el votante del PP antes de acudir a su colegio electoral. Ese importante granero de votos tendrá la última palabra. 

LA FÓRMULA ANDALUZA. Casado confía en repetir la fórmula de Andalucía a escala nacional. Lo dijo en la noche del 2-D, cuando ya se supo que Susana Díaz no tenía los escaños suficientes para gobernar. El gobierno andaluz, de centroderecha, ha aterrizado en el poder con prudencia y con solvencia. Goza ya de una imagen excelente. Por eso Sánchez va a bajar tanto a Andalucía en esta campaña. Casado cree que es muy posible reproducirlo a escala nacional. Tan sólo necesita que el PP no baje de 90 escaños, que Ciudadanos aguante y que Vox suba lo justo para sumar. Y por supuesto, que Sánchez no se dispare por encima de los 120 diputados. Todo lo demás vendrá por añadidura. Rivera entraría en un gobierno del PP y Vox ejercería el papel de controlador que ha asumido en Andalucía. Prestará sus votos a una investidura para arrojar a Sánchez de Moncloa.

 

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