Quantcast

Política

La elección del sucesor de Juncker será la primera batalla entre populares y socialistas europeos

Sánchez, Merkel, Juncker y Macron

Tres días después de las elecciones europeas del 26-M, los mandatarios europeos tendrán una cumbre en Bruselas de la que posiblemente salgan los nombres que van a dirigir las principales instituciones comunitarias en los próximos años. Si no se llega a la fumata blanca, habrá una segunda oportunidad en junio.

El puesto de presidente de la Comisión Europea, que en el último lustro ha ostentado el luxemburgués Jean-Claude Juncker, es el que concita más miradas por su relevancia internacional y el poder que atesora, mucho más que las presidencias del Consejo Europeo -que tiene el polaco Donald Tusk (PPE)- o del Parlamento Europeo (en manos del italiano Antonio Tajani, también del PPE).

A simple vista se puede constatar que los populares ejercen un poder omnímodo en las instituciones europeas, aunque existen matices. La primera parte de la legislatura de la Eurocámara fue dirigida por el socialista alemán Martin Schulz, mientras que la italiana Federica Mogherini, también de la familia socialista, ha sido en los últimos cinco años la alta representante de la UE para la política exterior.

Ello fue fruto de un alambicado acuerdo entre mandatarios y eurodiputados del PPE y el PSE en 2014 que, curiosamente, se saltaron los socialistas españoles -por orden de Pedro Sánchez- cuando decidieron votar en contra de Juncker para sorpresa de sus colegas socialistas en la Eurocámara.

El apoyo de los liberales

Ahora, tras los comicios del 26-M, tocará rehacer el puzle de cargos institucionales en un acuerdo que previsiblemente deberá contar con el visto bueno de populares, socialistas y liberales, ya que este último grupo aumentará su representación en Estrasburgo gracias, sobre todo, a los escaños que aporten las filas de Emmanuel Macron y Albert Rivera.

Los últimos sondeos apuntan a que conservadores y socialistas bajarán del listón del 50% de eurodiputados por primera vez desde 1979, por lo que los liberales deberán entrar en la ecuación de pactos sí o sí. El PPE quedará en primer lugar en número de escaños y querrá imponer que su candidato a la CE, el democrata-cristiano alemán Manfred Weber, asuma el puesto de Juncker.

De acuerdo con las reglas del Tratado de Lisboa, el Consejo Europeo es el responsable de designar por mayoría cualificada al presidente de la Comisión Europea, nombre que debe someterse a la aprobación de la Eurocámara. El candidato debe decidirse teniendo en cuenta el resultado de las elecciones europeas, aunque el Tratado no se refiere expresamente al sistema de cabeza de lista.

Pero hace cinco años se impuso un sistema que concita consenso en la mayoría de capitales europeas. Es lo que se denomina en la jerga comunitaria el ‘Spitzenkandidat’. Este vocablo alemán designa un proceso informal por el cual cada familia política europea presenta un aspirante a presidir la Comisión Europea -el PPE, al citado Weber; el PSE, al holandés Frans Timmermans; y el ALDE, al belga Guy Verhofstadt-, si bien no existe una obligación formal y automática para que el candidato del grupo político ganador en los comicios presida el Ejecutivo comunitario en la siguiente legislatura.

La voz discordante de Macron

Esa decisión corresponde a los Estados miembros, que deciden a través del Consejo, la institución que representa a los países de la UE. La única voz discordante con el sistema del ‘Spitzenkandidat’ es la de Macron ya que no tiene un grupo parlamentario consolidado en Estrasburgo y se resiste a incluir a sus eurodiputados dentro de la familia liberal del ALDE. En Francia, el término liberal provoca sarpullidos a buena parte de la población.

Fuentes del PPE consultadas por Vozpópuli aseguran que los mandatarios de su familia política apostarán fuerte por Weber para la Comisión Europea y, eventualmente, aceptarían que las otras grandes instituciones estuvieran en manos de socialistas y liberales en un acuerdo a tres bandas. Por ejemplo, el mando de la Eurocámara se podría repartir entre el PPE y al ALDE como en las últimas legislaturas -dos años y medio para un presidente de cada grupo-, mientras que el sucesor de Tusk podría ser un socialista.

El puesto de presidente del Consejo Europeo está reservado a primeros ministros en ejercicio o que lo hayan sido. Curiosamente, el nombre de Pedro Sánchez sonó hace unos meses para sustituir a Tusk si perdía el poder en España, cosa que todo hace pensar que no va a ocurrir. Lo que descartan las citadas fuentes es que Angela Merkel vaya a dejar la Cancillería alemana para trasladarse a Bruselas, una hipótesis que movería las piezas del puzle ya que, por lógica, la Comisión Europea tendría que recaer en un socialista.

Borrell en vez de Mogherini

En todo caso, con el popular Weber al frente del Ejecutivo comunitario, la opción de que Josep Borrell se convierta en 'ministro' europeo de Exteriores sería mucho más fácil. El propio Sánchez ya sondea esta posibilidad con Merkel y Macron.

El presidente del Gobierno en funciones considera que desde que el socialista Javier Solana ocupó la Secretaría General de la OTAN (1995-99) y, acto seguido, (1999-2009) fuera nombrado Alto Representante de la UE -el cargo que ahora quiere para Borrell-, España ha ido perdiendo peso comunitario paulatinamente con los gobiernos de Mariano Rajoy. La prueba es lo "desdibujado" que ha quedado Miguel Arias Cañete como comisario de Energía estos últimos cinco años, explicaron las fuentes consultadas a Vozpópuli. 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.