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Política

El cesarismo de Pablo Iglesias socava su liderazgo: cada vez tiene más críticos

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

Aislado en su trono de hierro. Así ven a Pablo Iglesias las voces críticas de Podemos, cada día más numerosas. No comparten el autoritarismo de la actual dirección, ni en lo organizativo ni en lo político, y la situación sólo puede empeorar. A quienes ya salieron escaldados del choque directo con Iglesias, se suman ahora los que pese a ser "independientes", ajenos a las distintas familias del partido, están siendo estigmatizados por oponerse al ordeno y mando del aparato. La enésima crisis interna agudiza el aislamiento del mandamás morado. Su liderazgo, marcado por un cesarismo endémico, atraviesa a nivel interno uno de sus peores momentos. Las miradas ya se dirigen al banquillo y al futuro: la figura de Irene Montero sigue creciendo.

El último episodio de rebelión lleva el nombre de la abogada Olga Jiménez, presidenta de la Comisión de Garantías estatal -el tribunal de Podemos- y otros dos compañeros de ese órgano (Nuria Martín y Jesús Calpe). Tres inconformistas que ya no están solos porque han recibido el respaldo de 11 de las 16 comisiones de garantías autonómicas que tiene el partido. Todos denuncian que la transposición de los documentos de Vistalegre II (febrero de este año) a los nuevos Estatutos (pasado julio) no ha respetado lo aprobado por la militancia en dicha Asamblea estatal. Se habla aquí de "manipulación".

El encargado de esta operación ha sido el secretario de Organización, Pablo Echenique, la Mano del Rey. Por ejemplo, el régimen disciplinario ha sido endurecido para perseguir que un cargo orgánico pueda trasladar información interna a la prensa. También la Ejecutiva de Iglesias se ha arrojado facultades impropias como suspender al menos un año a quienes sean objeto de un expediente disciplinario o modificar los Estatutos por "delegación" de la Asamblea Ciudadana estatal (la de todos los afiliados).

Las 11 comisiones de garantías autonómicas (Madrid, Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Asturias, Canarias, Navarra y La Rioja) que no se pliegan a la cúpula del partido han exigido a Iglesias que rehabilite a Olga Jiménez (su puesto lo ocupa ahora como presidente interino Argiro Giraldo, abogado colombiano y excandidato de la AD M-19) y que retiren del registro de Interior los nuevos Estatutos al ser "nulos". De no producirse, los firmantes amenazan con llevar con el caso a los tribunales. El invierno se acerca.

Estos "independientes", porque así lo requiere su perfil para integrar una comisión de garantías en la estructura del partido, han recibido también el apoyo, bien expreso, bien verbal, de Anticapitalistas, el sector más a la izquierda, y de Profundización Democrática. Este último colectivo apoyó al abogado y diputado andaluz Juan Moreno Yagüe en su disputa con Iglesias por la secretaría general en Vistalegre II y transaccionó propuestas organizativas con el equipo de Íñigo Errejón (Recuperar la ilusión).

Por su parte, los errejonistas no han entrado de momento en la polémica de los nuevos Estatutos y la purga de Jiménez, pero si la marea sigue subiendo, terminarán haciéndolo. Ahora mismo, la relación con los pablistas es de cierre filas, sobre todo después del pacto alcanzado para que Errejón sea el candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid en 2019 y la mano tendida al PSOE que ha empezado a poner en práctica la dirección de Iglesias. El Podemos amable, que defendieron los errejonistas en Vistalegre II, por encima del Podemos de la resistencia.

"Se está elaborando en Podemos un reglamento interno que se usará contra quienes no compartan las tesis del aparato", advierten los anticapitalistas

Sin embargo, a los proyectos de Iglesias y Errejón todavía separan importantes diferencias tanto en la estrategia como en el funcionamiento del partido. El exnúmero dos del partido apuesta por seguir un camino más autónomo con respecto a Izquierda Unida, mientras que el líder de Podemos no quiere sino reforzar esa alianza con Alberto Garzón y compañía. Así mismo, los errejonistas abogan por un modelo organizativo más abierto y descentralizado. Por ejemplo, en Vistalegre II defendieron que el Consejo Ciudadano estatal, el máximo órgano de gobierno entre asambleas, incorporara a 41 representantes elegidos directamente en los territorios. Ahora, sólo acompañan a los 62 miembros de la Asamblea Ciudadana estatal dos representantes de los círculos territoriales, dos de los sectoriales y uno de los exteriores. 

En cuanto a los anticapitalistas, su distanciamiento de Iglesias no deja de aumentar. Además de plantear una estructura orgánica menos jerarquizada y con mayor participación de las bases, esta corriente se muestra muy crítica con el viraje de la dirección morada hacia las tesis errejonistas. Los trotskistas rechazan de plano compartir gobierno con el PSOE, ya sea a nivel estatal o autonómico, como ha ocurrido en Castilla-La Mancha con la entrada en el Ejecutivo de Emiliano García-Page. "No se nos olvidan las reformas laborales, la Ley Corcuera, el GAL, la OTAN y tampoco la corrupción", ha manifestado la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, destacada militante de Anticapitalistas.

Además, los trotskistas ven en la controvertida redacción de los nuevos Estatutos el intento de Iglesias por controlar aún más la organización. "Se está elaborando en Podemos un reglamento interno que se usará contra quienes no compartan las tesis del aparato", señaló hace unos días Diego Pacheco, número tres de la lista de Anticapitalistas en Vistalegre II.

Cataluña y Madrid

Por otro lado, a Iglesias se le avecinan dos escenarios adversos en Cataluña y Madrid, donde su personalismo tampoco es bien visto. En el primero de ellos, la alcaldesa de Barcelona y líder de Catalunya en Comú, Ada Colau, tiene claro que no irá muy lejos de la mano del dirigente morado. "Hay un cierto estilo de Pablo y el núcleo impulsor de Podemos con el que no conectamos. Me hacen sentir más catalana que nunca. Es una diferencia de estilo, personal y política. Barcelona en Comú no es Podemos. No lo ha sido nunca". Así lo dice Colau en su libro Ada, la rebelión democrática (editorial Ara Llibres), donde también recela de Iglesias por su "arrogancia, la forma de expresarse".

A ello se une el incendio que tiene el líder morado en Podemos Cataluña, a cuyo secretario general, Albano Dante Fachín, también de Anticapitalistas, ha invitado elegantemente a dejar el puesto. La delegación catalana -tanto la Ejecutiva como las bases- quiere que la dirección estatal apoye la participación en la consulta independentista del 1-0 y se implique en sus preparativos. Sin embargo, Iglesias declaró en julio en La Sexta: "No hay que criminalizar esta movilización política, pero yo, si fuera catalán, no participaría en este referéndum".

Y en Madrid, la candidatura al Ayuntamiento también suena a tempestad. La alcaldesa Manuela Carmena no está dispuesta a aceptar ningún chantaje para que siga, ni dejará que le busquen relevo sin contar con ella. En principio, la intención de Carmena es no repetir para cuidar su salud, pero no serán Iglesias y su cohorte, como la otra vez, quienes señalen con el dedo al sucesor o sucesora. De ello se encargarán tanto la regidora como la plataforma Ganemos, piedra angular de Ahora Madrid. Dos actores que, a su vez, han mantenido sonados choques en la vida política municipal. En el hábitat de Pablo Iglesias, la batalla está servida.

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