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Política

El asedio a la derecha masoca

Las furibundas bases del reo Junqueras, unos diez mil extraviados, deciden este lunes el futuro de España. O sea, el futuro de Sánchez. Se abrirá luego el juego de la negociación, una fantochada y, finalmente, los separatistas dispondrán la alfombra roja que conduzca al líder socialista hacia el colchón de la Moncloa. ¿A cambio de qué?. La respuesta, en la segunda temporada de 'Así cayó el régimen del 78'. 

Mientras tanto, los Ivanes engrasan un 'plan B' consistente en aumentar la presión hacia la zona derecha del terreno de juego. No hará falta, pero con los pusilánimes de ERC nunca se sabe, caso de que a Puigdemont le dé por entrar en juego. Inés Arrimadas, con su partido en avanzado estado de descomposición, ya ha sido tocada por Carmen Calvo. Irán luego, no lo duden, a por Pablo Casado y sus 88 diputados, que se disponen a resistir el asedio con numantina fe.

De momento se abonan al despiste. Por ejemplo, más que una rueda de prensa, lo de Casado este miércoles en Zagreb fue un arcano. Después de más de una semana de indescifrable mutismo, aprovechó unos minutos de asueto en Croacia para despachar unas cuantas ideas ante la prensa. Pocos entendieron algo de lo que allí dijo. Un jeroglífico, un trabalenguas. Casado se mueve estos días en el territorio de lo enigmático con palabras ambiguas y frases cabalísticas. “¿Se entiende algo? Malo. Oscurezcámoslo”, que dijo el clásico. No facilitará la investidura de Sánchez salvo que abandone su pacto con Podemos y, llegado el caso, colaborará en las iniciativas de Estado que adopte el nuevo Ejecutivo. Entre lo tortuoso y lo esotérico. 

En el cuartel general de Génova se está a la espera de que a Pedro Sánchez se le queme su guisote con Iglesias en las mazmorras de Lledoners y salga chamuscado. O abrasado. Entonces arrancará la partida de verdad. El momento que Casado aguarda con inquietud pero con la artillería bien dispuesta. Como Francisco I en Pavía "ya ha hecho saber a todos sus capitanes que él y sus gentes se tendrían dispuestos para que cuando las trompetas y atambores sonasen, se dirigieran en el acto a sus banderas". Mal le fue al rey francés. 

El experimento Frankenstein

Por el momento, en el PP se han puesto el casco. “Si falla el experimento Frankenstein, que lo dudo, vendrán a por nosotros”, comentan con el entrecejo fruncido. “No los del Ibex, una cuadrilla de hipócritas vanidosos que están a las puñaladas entre ellos”. Menos aún, la CEOE, añaden, “con ese cursi de Garamendi, encarnación de míster Simplicissimus”, o ese Fomento catalán, “con el mercachifle de Sánchez Lliure al frente, adalid de tantos negocios non sanctos”.

No. Las presiones importantes no serán las del esos empresarios de maligna mezquindad, que también, “pero son esquivables, sorteables”, añade esta fuente. Las realmente jodidas llegarán del Gobierno, del PSOE, que ya ha dado orden de orientar sus terminales mediáticas hacia el PP para demoler, arrasar, triturar cualquier ápice de resistencia. "Será una posición difícil de mantener", apuntaba Cayetana Álvarez de Toledo en lo de FJL. Y añadía la que se ha convertido en la frase de la semana: "Abstenerse no es patriotismo, es masoquismo". Y sabido es que Casado no es precisamente 'masoca'. 

Ahora se lamentan amargamente de que "no tenemos potencia de fuego, no tenemos ni una tele, y sin teles, estás perdido". Caso de que estalle, la batalla será feroz. Hay entre los populares división de opiniones. Los del 'no' granítico a Sánchez. Los del gobierno de concentración (PSOE-PP-Cs), ahora impensable, y los del posibilismo de la abstención patriótica, si Podemos desaparece del esquema del poder. Casado no desvela su estrategia. Lo más urgente es esperar, que recomendaba el sabio gallego Cabanillas. Lo primero, no mover ni una ceja hasta que "ellos pongan las cartas sobre la mesa". Luego se verá. En este endiablado ajedrez de la investidura sanchista, Casado, convencido de que 'el pacto del mal' ya está sellado, renuncia a tomar la iniciativa. "Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya", cantaba Machado". Suena un poco a Mariano arriolizado, pero 'that's the life', que cantaba Frankie

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