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Política

El acuerdo con Vox produce turbulencias entre líderes regionales del PP

El presidente de VOX, Santiago Abascal

¿Nos vamos a la derecha o más al centro? ¿Les plantamos cara o miramos hacia otro lado? La irrupción de Vox en el tablero nacional ha despertado dudas y alguna turbulencia en el seno del PP. El posible acuerdo con el partido de Santiago Abascal para conseguir una mayoría que defenestre a Susana Díaz ha provocado una serie de reacciones dispares entre los dirigentes regionales. Unos pretenden lanzarse contra Vox para cerrarles el paso. Otros se palpan la ropa por lo que pueda pasar. "Esto es nuevo y no se puede meter la mata", confiesan abiertamente.

No hay pacto alguno con Vox, se emite desde la dirección nacional, donde se ha dejado claro que no se hablará con la formación de Abascal hasta que no se hayan cerrado las negociaciones con Ciudadanos. "Les vamos a pedir, sencillamente, que se sumen a lo pactado si quieren que el PSOE salga de la Junta, eso es todo". 

Alberto Núñez Feijóo, el 'barón de los barones', ha sido el primero en lanzarse frontalmente contra Vox, con afirmaciones muy tajantes: "Aquí no tienen cabida; para defender la Nación, la Constitución y el Estado no necesitamos profesores ni profetas", señaló el líder gallego. Sus palabras no han sido comentadas públicamente en Génova, donde se apuntaba en privado lo inoportuno del comentario. Casado intenta sacar adelante un cambio de Gobierno en Andalucía y precisa para ello de la imprescindible abstención de los doce diputados que Abascal consiguió el 2-D. 

Feijóo no tiene problema alguno en manifestar abiertamente lo que tantos en su partido piensan sobre Vox. No hay elecciones autonómicas en Galicia hasta el 2020 y, además, el fenómeno de la inmigración, quizás una de las claves de la espectacular irrupción de Abascal, es prácticamente inexistente en aquella comunidad, con tan sólo un 3,5% de población extranjera, justo la mitad que en Andalucía.

Apoyos y coaliciones

El desconcierto, sin embargo, cunde entre algunos dirigentes regionales, que se ven abocados a unos comicios en mayo sin tener muy claro qué política han de adoptar frente al nuevo escenario. Hay comunidades o ciudades donde se adivina que necesitarán de el concurso de Vox si aspiran a mantener o recuperar gobiernos. En Castilla y León, donde la formación de Abascal goza de notable predicamento, puede ser una de ellas. Alfonso Fernández Mañueco, que acaba de renunciar a la alcaldía de Salamanca para centrarse en la candidatura a las autonómicas, ha evitado referirse a Vox y se abraza al genérico de que "nosotros salimos a ganar".

La Comunidad Valenciana, también. Jorge Bellver, jefe de la bancada de los populares en las Cortes, no ha descartado sin embargo gobernar con Vox si llegado el momento fuera necesario."Somos un partido de Gobierno y nuestro objetivo es llegar a las instituciones con los apoyos que podamos tener", ha añadido. Sin ambigüedades ni disimulos. Nadie piensa que el fenómeno Vox vaya a desinflarse de aquí a mayo. "Vox ha nacido hoy", dijo Javier Maroto en la noche electoral de las andaluzas.

Los sondeos empiezan a delatar un aumento de Vox en Valencia, frente a un PP que se debate entre las réplicas del terremoto de la corrupción y un liderazgo todavía por consolidar. Isabel Bonig será la candidata a la Generalitat, pero aún está por desentrañar el nombre de quien ocupe la cabeza de cartel para la alcaldía. Ciudadanos, que logró 13 escaños en 2015, 18 menos que el PP, está sumido en una particular crisis desde la fuga de su candidata, Carolina Punset, en un movimiento extraño y rebosante de sospechas.

Un cierto desbarajuste se detecta ante la nueva situación. Pablo Casado ha arrancado su gira por España para confirmar listas y candidatos. Su mensaje es de tono victorioso, aupado por la posibilidad de tomar el control del ejecutivo andaluz. La confusión, sin embargo, es latente en sectores del partido. ¿Vamos a por Vox o nos abstenemos de la crítica por si son necesarios?, comentaba días atrás un veterano dirigente regional. No hay respuesta clara desde Génova, donde se evita, como hace Cs, calificar al partido de Abascal de 'extrema derecha'. 

Las palabras de Feijóo evidencian esta desorientación, que seguramente quedará despejada en la próxima Convención nacional del partido, en la que se señalarán las líneas programáticas del PP y que servirá de manual de ruta para afrontar la decisiva cita electoral del 26-M.

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