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Política

El ‘caso Ábalos’ levanta las alarmas en EEUU por el rumbo de la política exterior española

El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado

Estados Unidos mira con más atención a España después de que en la madrugada del pasado 20 de enero el ministro de Transporte, José Luis Ábalos, se reuniera con la vicepresidente de Venezuela, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas. Más allá de las declaraciones y desmentidos del propio Ábalos, según fuentes consultadas del Ministerio de Exteriores español y de otras embajadas de Madrid, el asunto ha levantado las alarmas en EEUU: “Lo de Delcy les ha disgustado [a EEUU]”.

Algunos apuntan a que el malestar ha pasado del Gobierno estadounidense a su delegación diplomática en España. De ahí que, por ejemplo, algunos diplomáticos asocien en esa irritación a la alerta activada el pasado lunes por EEUU sobre las “agresiones sexuales” en España.

En apariencia se trata de un asunto puntual, pero quien conoce el argot diplomático sabe que estas notas suelen conllevar más de un mensaje escondido. La Embajada y Consulado de EEUU instaron en su carta a "los estudiantes y turistas estadounidenses a tomar precauciones contra las agresiones sexuales durante su estancia en España". En el trasfondo de dicha comunicación se encontraba el caso de las tres hermanas estadounidenses que denunciaron una violación. Pero para la diplomacia española, y sobre todo para el sector del turismo, sonó a ducha fría.

Antes, el Gobierno estadounidense ya había advertido a España. Jon Piechowski, subsecretario para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, reconoció sobre el encuentro entre Ábalos y Delcy Rodríguez que “celebrar este tipo de reunión con alguien como Delcy Rodríguez es decepcionante y podría ser desalentador”. Y advirtió de que tiene “muchas preguntas” para España.

Posible queja diplomática

En el aire queda la posibilidad de que EEUU active una queja diplomática, aunque la diplomacia española trabaja para normalizar las relaciones con su aliado atlántico. Las declaraciones de la nueva ministra, Arancha González Laya, de que España no modificará su posición oficial ante el presidente “encargado” Juan Guaidó han permitido calmar las aguas. Pero, según las fuentes consultadas, el Gobierno de Estados Unidos no da el problema por zanjado.

La decisión de Sánchez de no reunirse con Guaidó, mientras que sí lo hicieron Ángela Merkel, Emmanuel Macron y Boris Johnson sorprendió en negativo. Así como la decisión del Gobierno de eliminar la Secretaria de Estado de Latinoamérica (luego rectificada) se entendió en círculos diplomáticos nacionales y extranjeros como una cesión a Podemos. Un planteamiento que algunos achacan al propio Sánchez, interesado en evitar un “asunto resbaladizo”, porque “la oposición está haciendo mucho daño con lo de Venezuela”.

El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó , saluda junto a la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, en Madrid.

Advertencia a las empresas extranjeras 

Cabe señalar que en agosto del año pasado, la administración de Donald Trump intensificó su política contra Nicolás Maduro. La Casa Blanca congeló de la noche a la mañana todos los activos del Gobierno de Maduro en EE UU. Prohibió a las empresas estadounidenses hacer negocios con Caracas y advirtió a las firmas extranjeras que también se arriesgan a ser sancionadas si tienen vínculos con el chavismo.

Para Estados Unidos, el régimen de Maduro es responsable de graves violaciones de derechos humanos y uno de los principales enemigos de Washington. De ahí que el encuentro envuelto en el misterio de Ábalos haya levantado muchas sospechas. Entre ellas, las de la oposición venezolana cercana a Guiadó, que apunta a la “pista del petróleo”, con la posible semiprivatización de PDVSA, y a la explotación del oro para las empresas españolas.

En todo ese entramado de acciones y reacciones, lo que queda claro es que el nuevo Gobierno rojo-morado deberá aclarar qué tipo de relaciones exteriores quiere establecer con Estados Unidos. Y hasta qué punto puede tirar la cuerda lanzada por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y por sectores de Podemos, que, aunque están actuando con prudencia, ya han movido ficha contra Trump por su política en Oriente Miedo y siempre pueden presumir de hablar en nombre de una vicepresidencia del Gobierno.

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