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Política

Soraya afina la aplicación del 155 para evitar las pifias del 1-O

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, conversa con el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.

El Gobierno afina la aplicación del artículo 155. Pretende evitar los patinazos del 1-O, la jornada del referéndum en la que casi nada salió como debía. No se previó la acción desleal de los Mossos, no se interceptaron las urnas, no se pocedió a un despliegue policial en condiciones, no se contrarrestó la propaganda internacional de los secesionistas, no se evitó la sensación de fiasco general. Demasiados fallos en cuestiones nucleares.

La nueva fase es aún más complicada ya que no hay precedentes. El equipo de subsecretarios de Sáenz de Santamaría ajusta el plan elaborado por los abogados del Estado. El 155 no se ha aplicado hasta la fecha. Se trata de un escenario desconocido en el que "casi todo es posible salvo los excesos", de acuerdo con una fuente próxima al Gobierno.

Bloquear al mayor Trapero

La operación pivota en torno a unos pocos puntos básicos. La comunidad no será intervenida sino suspendida. El 'president' seguirá ostentando su cargo pero despojado de sus funciones. El Govern queda apartado de sus responsabilidades. Los subsecretarios y secretarios de Estado correspondientes asumirán desde Madrid la gestión de la maquinaria de la administración catalana, según comentan en los departamentos aludidos.

El primer paso será descabezar la cúpula de los Mossos, facto clave de todo el proceso. El mayor Trapero dejó de ser digno de confianza tras el atentado yihadista de las Ramblas. "Ahora se ha convertido en un líder del separatismo, con aspiraciones políticas, como se vio en el vídeo que hizo grabar tras declarar al tribunal", señalan en fuentes del Gobierno.

La operación pivota en torno a unos pocos puntos básicos. La comunidad no será intervenida sino suspendida. El 'president' seguirá ostentando su cargo pero despojado de sus funciones"

El orden público es posiblemente el factor que peor funcionó durante el 1-O. Al menos fue el que resultó más aparatoso. Ni se cerraron los colegios, ni se evitaron las votaciones y se incurrió en imágenes de tensión que fueron luego muy hábilmente utilizadas por los separatistas, que todavía las pasean por medio mundo. "Maniataron a Interior. Toda la operación estuvo controlada desde Moncloa. Al ministro Zoido tan sólo le dejaron el papelón de justificar lo injustificable", añaden.

El Senado, al ralentí

La pata más firme y asegurada del 155 es la intervención de las finanzas catalanas, puesta ya casi en práctica por Cristóbal Montoro tras la negativa de Oriol Junqueras a entregar facturas y documentos. El Ministerio de Hacienda tiene un control 'extenso e intenso' de las cuentas de la Generalitat. El gobierno catalán asegura que tiene fondos al menos para ocho meses, algo que niegan tajantemente en el departamento de Montoro. Junqueras, por lo demás, ha pasado de ser el 'más mejor amigo' de la vicepresidenta a convertirse en su objetivo a batir, como se pudo comprobar este miércoles en la sesión de control.

El Gobierno le teme al 155. Territorio inexplorado con enormes riesgos. Rajoy le da largas. Amaga pero todavía no da. Se ha pasado de buscar fórmulas de aplicación urgentes ("esto se aprueba en cinco días") a ver la manera de llevarlo hasta final de mes. García Escudero se encargará de ralentizarlo en el Senado el tiempo que sea necesario. A la espera de un cambio de actitud de Puigdemont. O al menos, para ajustar todas las piezas de la delicada operación. Pedro Sánchez tampoco es un entusiasta del 155 y le ha acotado a Rajoy el marco de aplicación.

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