Quantcast

Política

Sánchez se confía a la votación del martes para frenar la "coalición del Apocalipisis"

El candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez

Pedro Sánchez intentó al cierre de la sesión de investidura sacudirse la tensión vivida sábado y domingo en el Congreso con un canto a "la esperanza" que va a representar su "coalición progresista" con Unidas Podemos, ERC y otros seis partidos, frente a la "coalición del apocalipsis" que, dijo, suponen ya no solo PP, Ciudadanos, Vox, Navarra Suma, Foro Asturias, Junts pel Cat o las CUP; también Coalición Canaria, cuya diputada Ana Oramas -en abierta rebeldía contra la dirección-, y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC), finalmente votaron no por la amenaza a la unidad de España en el pacto del PSOE con los republicanos.

Ganó la primera votación por un solo voto -ajustado 166 a 165 diputados, y 18 abstenciones-, pero no le sirvió al candidato socialista porque necesitaba mayoría absoluta. El martes, en segunda ronda, ese mismo resultado sí le será suficiente para salir elegido por mayoría simple. Eso, si no hay un tamayazo como el que impidió la elección del socialista Rafael Simancas presidente de la Comunidad de Madrid en 2003.

La trifulca con Bildu

Hasta el propio portavoz de ERC, Gabriel Rufián, advertía sobre una posibilidad que desde las filas de la derecha se viene alentando para tumbar la investidura de Sánchez. "Un valiente" en el Grupo Socialista que vote no como la canaria Oramas, pedía a gritos desde su escaño Inés Arrimadas, mientras la portavoz de Bildu, Mercedes Aizpurúa, cuestionaba al Rey y la Constitución en medio de un tremendo escándalo en el viejo caserón de la Carrera de San Jerónimo.

Y es que lo que ha quedado claro en estas 36 horas de debate y votación es que la legislatura que, cuando salga elegido el presidente del Gobierno este martes, el Ejecutivo que forme no va a disponer de un segundo de tregua para afianzarse porque las sospechas de todos los que le rechazan sobre la salida para Cataluña se van a situar en el centro del debate. En concreto, la mesa de diálogo entre los dos gobiernos, el de Sánchez y el de la Generalitat de Quim Torra, se tiene que constituir en quince días. Ya ha advertido Rufian -y también Bildu- "sin mesa de diálogo no habrá legislatura"

El frentismo vuelve. Se ha podido ver en síntoma tan elocuente como que cada intervención a favor o en contra del candidato era jaleada, cuando no aplaudida a rabiar, por el bloque respectivo puesto en pie

La división, el frentismo, vuelven a la política española. Se ha podido ver en gesto tan elocuente como que cada intervención a favor o en contra de la investidura del candidato era jaleada, cuando no aplaudida a rabiar por el bloque respectivo puesto en pie; con Sánchez en su escaño de presidente y Pablo Casado, enfrente, lanzándole invectivas y gestos a cual más aparatoso. 

Mal síntoma para una democracia constitucional que cumplió 41 años en 2019 y en la que ya se había desterrado el fantasma del "golpe de Estado" de las derechas (Rufian y otros), y en el que hasta hace pocos meses nadie imaginó la sola sugerencia de procesar por "traición" (art 102 de la Constitución) nada menos que al presidente del Gobierno, sugerida hace semanas por el portavoz de Vox en Palma de Mallorca, el ex general Fulgencio Coll.

PP y Vox quieren a Sánchez en el banquillo

Ojo, que la aprobación de esa hipótesis está muy lejos de ser verosímil, pero no su formulación en el Congreso. Basta solo la cuarta parte del hemiciclo (88 diputados), el PP y Vox suman 141, y tanto Casado como Abascal han reiterado en sus discursos que utilizarán cualquier medio legal para frenar lo que consideran la ruptura de España.

"Una oposición sin cuartel en el Parlamento, en los tribunales y en la calle", anuncio el de Vox al final del debate. "Actuaremos contra usted con la misma contundencia que contra Torra", le había avisado ya Casado al futuro presidente el sábado, en referencia a una posible querella por prevaricación dolosa si no obliga a la Generalitat a abandonar su rebeldía  

Así que lejos de amainar, la tensión sube, en vísperas de la Pascua Militar con el Rey, este lunes, y de la formación de un gobierno socialista con Unidas Podemos por vez primera desde la Guerra Civil; hasta tal punto que, mientras estaba en el Pleno, el propio Pablo Iglesias se enzarzó en Twitter con el eurodiputado de la formación ultra Hermann Tertsch a propósito del fantasma de la ruptura de España:

¿Y el PSOE? Pues está cruzando los dedos no solo para que no haya ningún Tamayo entre los 120 diputados, lo cual es poco probable porque este Grupo Socialista es muy fiel a Sánchez, sino para que el martes no haya ningún contratiempo. No obstante, las caras y gestos de tensión se notaron este sábado y domingo cuando les tocó escuchar a Rufián y, sobre todo a Aizpurúa, la portavoz de Bildu.

Algunos representantes del viejo PSOE hablan abiertamente de que sintieron "vergüenza" porque nadie, y en particular el propio candidato o la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, parara los pies a los representantes más destacados del independentismo radical catalán y vasco, en defensa del Rey Felipe VI, al que atacan por su discurso del 3 de octubre de 2017, y de la Constitución de 1978 que, como dijeron, pretenden cambiar.

El silencio de los 'barones'

Los barones como el castellano-manchego, Emiliano García-Page, el aragonés, Javier Lambán, menos el extremeño Guillermo Fernández Vara, decidieron hace tiempo no enfrentarse abiertamente al secretario general porque saben que ha hecho un PSOE a su imagen y semejanza. Muestran su frialdad/oposición a lo que ven simplemente con gestos como no acudir a la sesión de investidura -siempre lo han hecho-, o con comunicados como Page avisando a Ferraz de que no piensa tragar con un trato de favor a Cataluña.

Pedro Sánchez controla las bases, dicen otra fuente crítica para justificar el silencio de todos ellos, y no tiene sentido plantear batalla interna "hasta que no se vea el desastre". Por eso, entre otras razones, no solicitaron formalmente antes de la sesión de investidura una del Comité Federal socialista, el único órgano competente para aprobar el acuerdo con ERC.

Solo la hoy eurodiputada de Ciudadanos Soraya Rodríguez, portavoz del Grupo Socialista en la época del desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba, muy mencionado en el debate por el temor que siempre tuvo al bautizado por él Gobierno Frankenstein de socialistas con Podemos e independentistas, se atrevió a colgar este tuit:

 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.