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Política

Greta Thunberg, la niña sueca que 'coló' el cambio climático en el debate de los mayores

La joven activista sueca Greta Thunberg

En poco más de un año, la sueca Greta Thunberg (Estocolmo, 2003) se ha hecho más influyente que Stefan Löfven. Sí, el primer ministro de la pequeña Suecia. No es youtuber, ni sale en la serie Stranger Things, ni ha ganado un concurso de talentos en la televisión escandinava. Todo comenzó con un pedazo de cartón y un rotulador negro.

A finales de agosto, después de que el país nórdico se viese sumido en una ola de calor y de incendios, la pequeña de 15 años decidió plantarse frente al Parlamento sueco con un cartel en el que se podía leer: Skolstrejk för klimatet" (huelga escolar por el clima). Había sido el verano más caliente desde hace 262 años.

"Soy demasiado joven para votar. Pero la ley me obliga a ir al colegio. Quiero que me escuchen", defiende. El colectivo ecologista 'We don’t have time' ('No nos queda tiempo') enseguida se hizo eco de su lucha contra el cambio climático.

Hasta el 9 de septiembre, día de las elecciones generales que iban a celebrarse en Suecia, Greta no pensaba asistir al colegio. Se trataba de llamar la atención a los diputados del Riksdag y que el Gobierno redujera de una vez las emisiones de carbono en base a lo establecido en el Acuerdo de París.

Fridays for Future

Sin embargo, al terminar los comicios, que además constataron la pérdida de escaños del Partido Verde, la joven continuó protestando por el clima todos los viernes. Instagram y Twitter eran testigos de su hazaña y cada vez más estudiantes se iban sumando a la aventura. El movimiento, bautizado como 'Fridays For Future' (Viernes por el Planeta), se expandió desde Suecia a Australia, pasando por Chile. 
 
En poco más de un año la modesta huelga por el clima de una niña sueca con trenzas se tradujo en una oleada de protestas mundiales sin precedentes: Greta se había convertido en un referente para millones de ecologistas. Los políticos comenzaron a hacerle guiños y a invitarle a participar en diversas conferencias.

Arnold Schwarzenegger la llevó a la cumbre R20 de Viena. "Tenemos que cambiarlo todo. El desarrollo de los vehículos eléctricos y de los paneles solares no debería hacernos creer que podemos resolver la crisis sin esfuerzos. Es la crisis más importante que nunca haya enfrentado la humanidad", manifestó la joven.

Después llegó el discurso ante la ONU en Nueva York del 23 de septiembre. Pisó tierra firme tras dos semanas de travesía a bordo de un velero equipado con paneles solares y turbinas submarinas procedente de Europa. Ella y su familia se niegan a coger aviones por su impacto medioambiental.

El discurso de la ONU

La ponencia duró solo 4 minutos, pero terminó convirtiéndose en Trending Topic y sacudiendo a la comunidad internacional. "Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano. Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven?" comenzaba la joven sueca.

"Estamos en el comienzo de una extinción masiva. Y de lo único que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?", insistió. "¿Cómo se atreven a fingir que esto se pueda resolver actuando como de costumbre y con algunas soluciones técnicas? [...] Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos", lanzó visiblemente afectada.

Sus palabras fueron aplaudidas por muchos, pero su tono, más desafiante que nunca, se convirtió en blanco de las críticas y no solo por parte de los llamados negacionistas

Sus palabras fueron aplaudidas por muchos, pero su actitud, más desafiante que nunca, se convirtió en blanco de las críticas y no solo por parte de los llamados negacionistas. Muchos empezaron a cuestionarse si era necesario someter a ese estrés a una menor de edad que, además, padece Asperger.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y tantos otros se mofaron de la niña y Greta empezó a tomar conciencia de que no solo tenía fans y defensores. Sus padres, una famosa cantante de ópera y un actor, ya estaban en el punto de mira por hacer negocio del asunto.

Desde EEUU planeaba bajar a Chile, donde iba a celebrarse la 25ª edición de la Cumbre del Clima de la ONU (COP25). Pero el estallido de las protestas en Santiago obligó al presidente Sebastián Piñera a suspender el encuentro. Pedro Sánchez levantó la mano y la COP25 terminó celebrándose en Madrid.
El cambio de sede supuso un caos para Greta que, lejos de coger un vuelo, emprendió un viaje en el catamarán de una pareja de influencers australianos hasta Lisboa.

Desbordada por los medios, la fama... y por Moncloa

Llegó a la COP25 con una agenda casi secreta. Participó en varios encuentros junto a otros jóvenes y pidió por activa y por pasiva a los medios que no solo le preguntasen a ella. Estaba desbordada por los focos y quería que otras voces fueran escuchadas. Pero no había manera.
Para el pesar del Gobierno de Pedro Sánchez, la activista sueca se negó a coincidir públicamente con ninguno de sus miembros. Salvo con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que justo acabó participando en el último acto de Greta y consiguió lo que el presidente en funciones no pudo: arrancarle un selfie a la niña de las dos trenzas.

"El mayor peligro no es la inacción; es cuando los políticos y directivos aparentan actuar y en realidad no se está haciendo nada. He tenido la fortuna de poder viajar por el mundo y la falta de concienciación es la misma en todas partes, sobre todo en los líderes políticos y las empresas", afeó en su discurso desde Ifema.

Según Greta, no hay sentimiento de emergencia ni de urgencia. "Durante una emergencia uno cambia su conducta. Si hay un niño en el medio de la carretera y van a venir coches, las personas cambian su conducta ante la urgencia y van corriendo a salvarlo. No hay ese sentimiento de emergencia de los políticos ante el cambio climático", comparó.

Y puso rumbo a Suecia. Pasó primero por Turín para asistir a una manifestación contra el cambio climático. Después vino el lío con la compañía estatal de trenes alemana. Colgó una foto tirada en un pasillo de "un tren abarrotado" alemán rodeada de maletas cuando, según la empresa, había sido atendida en primera clase. Tras muchas luces, cámaras y acción climática y de que la revista Time la nombrase 'persona del año', Greta ha vuelto a casa, donde todo empezó con un cartón y un rotulador.

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