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Política

Aitor Esteban: "La aspiración del PNV es que Euskadi sea reconocida como una nación al nivel de Francia y España"

Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso.

A Aitor Esteban (Bilbao, Vizcaya, 1962) le gustan los refranes. El portavoz del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) en el Congreso recurre a ellos a menudo para vestir sus intervenciones en la Cámara, que gusta de realizar pegándose a los hechos. “Aún no ensillamos y ya cabalgamos”, ironizó en la investidura fallida de Pedro Sánchez al relatar la pompa con que PSOE y Ciudadanos escenificaron su infructuoso pacto de El Abrazo. “Con estos bueyes hay que arar”, se resignaba en julio al analizar el escenario tras las segundas generales en seis meses. “Si bien me quieres, Mariano, da menos leña y más grano”, le transmitió a Rajoy en el pleno de su reelección, adaptando para la ocasión el dicho “si bien me quieres, Juan, tus obras me lo dirán”.

Aquel día, Esteban fue el único portavoz que no agotó su tiempo: se trataba de reiterar lo dicho dos meses antes, y a él no le gusta recrearse en lo accesorio, no busca explotar las posibilidades de la puesta en escena que tanto obsesionan a algunos compañeros de hemiciclo. Es de la generación del lehendakari, Íñigo Urkullu, y el encargado de desarrollar en Madrid el ideario y estrategia de un PNV pragmático, que antepone la cosecha de réditos inmediatos a la lucha por metas más difícilmente alcanzables, que él mismo asume pueden ser consideradas “utopías”.

Admite que el nacionalismo catalán ha elegido un camino que él no comparte, aunque sea muy crítico con la respuesta del Gobierno al desafío secesionista. Especialmente con el último episodio que ha alumbrado: la aprobación del suplicatorio para que el Supremo investigue a Francesc Homs. Esteban lo explica dándole la vuelta a otro refrán -“tratan de cazar el elefante a perdigonazos”- y cree que podría haber una salida al mismo si se aprovecha la vía de la reforma territorial que PNV y PSE se proponen impulsar esta legislatura desde el País Vasco. Los jeltzales reconocen una aspiración máxima -que Euskadi se reconozca como una nación europea más-, pero priorizan la búsqueda de espacios comunes, donde una mayoría de ciudadanos se sienta cómoda y las tensiones sociales brillen por su ausencia. Recibe a Vozpópuli en su despacho, en día de pleno y con un ejemplar de Le Monde sobre la mesa: “Venga, a ello”.

-PNV y PSE han firmado un acuerdo en el País Vasco que contempla impulsar el autogobierno y debatir sobre el reconocimiento de la nación vasca y el derecho de autodeterminación. ¿El PNV considera un éxito haber llevado a los socialistas a ese terreno?

No. Eso es abrir una puerta, abrir nuevos caminos para que pueda fluir el entendimiento y no nos encerremos en un diálogo de sordos. Creo que el Partido Socialista y nosotros tenemos como ciudadanos vascos un terreno común que hay que explorar, que seguro que nos podemos poner de acuerdo a pesar de que la política de lo correcto en Madrid, por decirlo de alguna manera, sea la que es en estos momentos… Creo que podemos quedarnos gratamente sorprendidos si todos dejamos a un lado nuestras posturas de máximos para intentar, en la medida de lo posible, buscar acuerdos. Lo que hace el pacto en este ámbito y en otros es abrir puertas, generar espacio para posibles soluciones.

-En la cuestión identitaria, ¿ese espacio común podría ser el reconocimiento cultural de la nación vasca, sin que tal consideración tenga implicaciones jurídicas ni políticas?

El término medio lo definirá el Parlamento vasco. A eso nos hemos comprometido. Nuestra voluntad es intentar que todo el mundo pueda sentirse a gusto, conformar una mayoría lo más amplia posible en torno a esa cuestión.

-Una mayoría que tienen que conseguir en el Parlamento vasco y también en el Congreso. Si no, no habrá reforma estatutaria…

Yo llevo diciéndolo desde hace mucho. ¿Dónde están los problemas territoriales, más allá de los administrativos? En términos ideológicos, el problema está básicamente en Cataluña y en Euskadi. ¿Queremos afrontar esas realidades? Pues hay temas de los que, dejándonos todos pelos en la gatera, tenemos que sentarnos a hablar. Porque nuestra posición de máximos es que nosotros somos vascos y punto, pero también está la necesidad de que el Estado reconozca que el Título VIII de la Constitución no ha servido, entre otras cosas porque ha habido condicionantes a través de leyes básicas, de sentencias del Constitucional, etc. que lo han impedido. Y han pasado muchas cosas desde el 78, no estábamos ni siquiera en la UE. Pero no ha valido para dar una respuesta a la sociedad vasca y catalana del siglo XXI y hay que intentar darle una respuesta que pasa por reconocer que hay una mayoría en esos dos lugares que cree que son una nación y que la relación con el estado central no puede pasar por conferencias sectoriales, recursos continuos al TC, etc. Tiene que haber un sistema de diálogo y de reconocimiento mutuo. Ahí yo creo que puede haber vías de solución, a ver si lo exploramos.

El Estado debe reconocer que el Título VIII de la Constitución no vale para dar una respuesta a la sociedad vasca y catalana del siglo XXI

-¿Cree que ese sentimiento que percibe como mayoritario en el País Vasco no está respetado? ¿Usted no se siente respetado, veleidades políticas al margen?

Yo quiero que la nación vasca se reconozca. Yo me siento vasco. Punto. ¿Está eso reconocido en algún sitio? No. Ni siquiera se respeta la bilateralidad reconocida en la disposición adicional primera de la Constitución. Nosotros tenemos órganos, en el ámbito del concierto económico o de la seguridad, que existen específicamente para decidir determinadas políticas de manera conjunta entre el Gobierno español y el Gobierno vasco. Esos órganos no se reúnen desde hace años, porque el Gobierno de Madrid prefiere, a través de una ley orgánica o de una ley de Presupuestos, tomar sus propias decisiones sin tener en cuenta la nuestra. ¿Cómo me voy a sentir reconocido? No, no me siento reconocido.

-Hablaba antes de los postulados de máximos y de la conveniencia de dejarlos a un lado en pos del acuerdo. En el caso del PNV, ¿cuál es su aspiración máxima? ¿La independencia? ¿El estado libre asociado que en su día defendió Ibarretxe?

Nosotros lo hemos dicho claramente. Si yo puedo tener una varita mágica, saber que no va a pasar nada, todo va a ir bien y todo el País Vasco va a estar contento con lo que yo decida, pues decidiría estar dentro de una Europa unida al mismo nivel que Eslovenia, Francia o España. Eso es el PNV. Nosotros no engañamos a nadie. Defendemos eso desde nuestro nacimiento, otra cosa es que seamos gente posibilista, que intentemos leer el momento, ver qué es lo que quiere nuestra sociedad… Sabemos que a nadie se le pueden imponer ideas y no creemos buen camino tirar de la gente para alcanzar objetivos, forzando y forzando. Creemos que hay un campo intermedio y ese campo lo queremos explorar. Pero desde luego lo que tenemos ahora, el statu quo actual, no responde a la Euskadi del siglo XXI.

-Dice que defienden lo mismo desde su nacimiento. ¿Cómo es posible defender lo mismo hoy en día, con el proceso de convergencia europeo en que se haya el continente, que cuando nació el PNV hace más de un siglo?

Mire, esto es muy desconocido, pero nuestro lema en el Aberri Eguna de 1932 fue “Euskadi y Europa”. Nuestra gente estuvo en el origen de la Internacional Demócrata Cristiana. Formamos parte de esos equipos, nosotros siempre hemos sido muy proeuropeos. Yo defiendo que se impulse un Ejército europeo, de mayor coordinación fiscal, no me da miedo ni ese tema. La propiedad intelectual también debe abordarse a nivel europeo. Yo no sé qué forma va a tener Europa en el futuro, a mí me gustaría que fuera una Europa más unida, pero lo que sí tengo claro es que quiero que al pueblo vasco se le reconozca como parte de ella al nivel de cualquier otro, como una nación más. Eso será así si una mayoría del pueblo vasco lo comparte, y hoy por hoy estamos en el campo intermedio del que hablaba antes que hay que explorar.

Reforma constitucional

-El programa de gobierno PNV-PSE contempla impulsar una reforma constitucional para recoger algunas de las propuestas o de los cambios estatutarios. Hay quien quiere verlo como una oportunidad de abordar también el conflicto catalán, empezando por el propio socialismo vasco. ¿Lo comparte?

Ni quiero ni puedo hablar en nombre de los catalanes. Ellos sabrán qué pasos dan, la lectura política de la realidad catalana es distinta. A partir de ahí, nosotros vamos a intentar explorar vías y si algunas de las cosas que surgen pueden ser interesantes para Cataluña, pues encantados, pero nosotros ni podemos ni debemos hablar en nombre de los catalanes. 

-Ni se le ve muy convencido de que la solución al conflicto Cataluña-Estado pueda venir por ahí.

Lo que sí me gustaría es que imperara un poco el diálogo. Sí, ya sé que por parte de todos, pero por ejemplo lo del suplicatorio de Homs no tiene ni pies ni cabeza. Al margen de lo jurídico, estamos ante un intento de dilucidar temas políticos a través de los tribunales. Es como dar la vuelta al dicho de cazar moscas a cañonazos. Aquí quieren cazar el elefante a perdigonazos. El problema catalán es muy gordo y estas iniciativas… Ahora eliminan de la ecuación política a Homs y mandan un aviso a navegantes: “Esto es lo que pasa si cruzas tal línea”. Al elefante le dolerá y se quejará, pero es muy grande y tiene la piel muy gruesa. El problema seguirá.

-Entiendo que su crítica va más por el recurso a la vía penal que por el hecho de conceder el suplicatorio que ha pedido el Supremo para investigar a un diputado por presunta prevaricación…

No, no, no. Negarse a conceder el suplicatorio es lo que hago yo. Y por estrictas razones democráticas. ¿Para qué existen los suplicatorios entonces? Pues básicamente para que no se utilicen los tribunales para influir en política y para asegurar que no se cambia la composición de la Cámara. Bien, yo creo que caso más evidente que este… No se pide el suplicatorio contra Homs porque haya sido un chorizo, haya prevaricado en su beneficio o se haya liado a golpes con el vecino del quinto. Se le va a juzgar porque un número muy importante de ciudadanos ha querido ir dando unos pasos. Detrás de todo eso hay un tema político, se trata de quitar a una persona de su puesto, nada menos que al portavoz de un grupo político.

Detrás del suplicatorio de Homs hay un tema político, se trata de quitar a una persona de su puesto en las Cortes

-Pero es que esos pasos que cita usted pueden haberse dado al margen de la ley, o pasando por encima de ella. Así lo cree el tribunal que pide investigarlo.

No. El tribunal ve que puede haber indicios y entonces le dice al Parlamento: “Oiga, creemos que ese asunto merece ser juzgado. ¿El tribunal se estaría metiendo en una cuestión estrictamente política o es un tema personal, que le afecta a él personalmente?” Yo creo que la actuación de ese señor tuvo una base política. Y me parece evidente, que es un caso puramente político.

Presupuestos Generales

-Hablemos de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Ha habido algún contacto más entre el Gobierno y el PNV desde su reunión con la vicepresidenta?

No, nosotros hemos estado liados con el tema de Euskadi, se iba acelerando el acuerdo y hemos tenido nuestra atención en ese frente. Ahora, la relación personal es buena y te encuentras en un pasillo, hablas con un ministro…

-¿Sin entrar en números?

Sin entrar en números. Supongo que empezarán en breve a enviárnoslos a nosotros y a otros grupos, no ya tanto del Presupuesto como del techo de gasto. Es que nos lo tendrán que enviar, si quieren que haya grupos que entren y lo aprueben.

-Dijo usted hace unos días que el Gobierno se lo está tomando con calma.

Sí. 

-¿Se lo han transmitido, que irán con calma?

No, me preguntaron los periodistas y dije que sí, que se lo estaban tomando con calma y que hacen bien, porque si se dan mucha prisa será más fácil que fracase el acuerdo. 

-¿Ve usted posible un Presupuesto que valga a la vez el ‘sí’ del PNV y de Ciudadanos?

Yo lo que veo es que como el Gobierno no dé en primer lugar señales de que va a actuar de una manera diferente a como lo estaba haciendo unas semanas respecto a Euskadi, nosotros ni vamos a discutir los Presupuestos. Y los aprobarán con el Partido Socialista y Ciudadanos.

Creo que el Gobierno va a negociar el Presupuesto con el Partido Socialista y Ciudadanos, no con el PNV

-¿Eso cree que va a ocurrir?

Digo yo. Desde luego, si no se da esa premisa inicial nosotros no vamos a entrar. Y si se da esa y el Gobierno español todavía estuviera interesado en hablar con nosotros, ya veríamos. Pero insisto, creo que van a jugar la carta con el Partido Socialista.

-Una hipotética negociación con el PNV para los Presupuestos, ¿sería solo sobre números? ¿O pondrían en la mesa otras posibles contrapartidas?

Habría que hablar de números, evidentemente. Pero tampoco va a haber muchos números, no va a haber mucho dinero en el Presupuesto. Sí se puede hablar de muchas otras cosas, y de la distribución de ese Presupuesto. Ya veremos, si es que se da el caso. Porque creo que ni el Gobierno lo tiene claro ni es fácil que cumplan la premisa de tener determinados gestos.

-¿Entonces por qué cree que le llamaron?

Hombre, yo haría lo mismo. Ven qué palos pueden tocar, van tanteando. Se habla en genérico, se ve cómo está el patio… Pero yo creo que a nosotros no nos han cogido el tranquillo, como decimos en Bilbao, creen que lo que decimos en la tribuna lo decimos en broma. 

-O sea, que no está la cosa precisamente cerca de un acuerdo PP-PNV para los Presupuestos.

No, pero nosotros siempre jugamos en política. Hay que esperar y ver.

-Cambiando de tema. Ustedes han sido muy críticos con la gestión de Fernández Díaz en Interior y en general con la política del Gobierno en la administración del fin de ETA. ¿Cómo reciben la llegada de Zoido? 

A Zoido no le conozco, sería una temeridad opinar sobre él. Pero lo tiene fácil para mejorar, creo que se lo han dejado fácil en muchos ámbitos: desde los CIE a la política penitenciaria en el País Vasco, a la ley mordaza… Muchísimas cosas. A ver qué es lo que hace, a todo el mundo hay que darle el beneficio de la duda y pensar que lo puede hacer bien.

-¿Le van a pedir el fin de la dispersión de los presos etarras, aunque antes la banda no se disuelva?

En el acuerdo con el PSE se dice que vayan dándose pasos en ese tema si ETA manifiesta claramente su voluntad de disolverse. Eso no quiere decir incumplir la legislación, sino hacer las cosas de otra manera. Yo creo que el Partido Socialista lo tiene claro desde hace tiempo, y también gente del Partido Popular, aunque hasta ahora no haya habido ocasión de avanzar, sino una cerrazón absoluta. Ya veremos, pero en ese ámbito creo que en el País Vasco podría llegarse a un acuerdo prácticamente unánime. Lo que sí me gustaría es que el presidente del Gobierno diera alguna repuesta. Se le han hecho propuestas y podría decir “pues se puede mejorar esto, se rechaza lo otro”, no mantenerse completamente al margen.

-Es que el Gobierno cree que la dispersión no debe debatirse mientras ETA no se disuelva.

Ya, pero esa es la pescadilla que se muerde la cola. Creo que la Policía española y la Policía francesa tienen controlada a la mayoría de los efectivos de ETA. Porque que el día que se despide Fernández Díaz hagan la traca de detener a una persona que seguramente tenían controlada desde hace meses… A mí eso me parecen ridiculeces. Sí, yo quiero que de una vez por todas ETA diga vale ya, porque esto es absurdo por parte de ellos. Pero también lo es lo que está haciendo el Ministerio del Interior, así que a ver si los extremos dejan de hacer este tipo de cosas y podemos avanzar y cerrar el tema.

El secreto del PNV es la coherencia: Ni prometemos cosas que no vamos a cumplir ni decimos un día A y al día siguiente B

-Para acabar, me gustaría pedirle una opinión sobre la transformación del sistema de partidos español de los últimos años. El PNV es el único de los tradicionales que se ha mantenido en sus números de siempre, por encima del 37% a nivel autonómico y con 5-6 escaños en el Congreso. Mientras PP, PSOE y Convergencia caían con fuerza, este partido de 121 años sigue hegemónico en el País Vasco. ¿A qué cree que obedece?

Bueno, y que siga la cosa. Yo lo achaco a que hay que saber leer a la sociedad. Nosotros somos un partido ya centenario, y evidentemente hemos ido evolucionando con las generaciones, con los cambios, con la sociedad. El PNV de hoy no es el del año 75, el del 75 no era el de la clandestinidad, ni éste el de finales del siglo XIX. Pero el núcleo, su corazón, sus principios, siempre han sido los mismos. Eso creo que la gente lo aprecia. Y sabemos detectar las necesidades de la sociedad, hablar un lenguaje común. En tercer lugar, creo que si nos valora nuestra ciudadanía es porque hacemos lo que decimos. Ni prometemos cosas que no vamos a cumplir ni decimos un día A y al día siguiente B. Aquí en Madrid para nosotros e muy importante, porque somos muy pocos y ese es nuestro valor.

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