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Política

Elsa Artadi, la estratega misteriosa que ha salvado a Puigdemont del abismo

Elsa Artadi en una fotografía de archivo con Carles Puigdemont y Artur Mas

Carles Puigdemont era tan sólo hace unas semanas poco más que una sombra que vagaba entre las brumas de Bruselas. Huyó de la Justicia española, en una cabriola inesperada e inexplicable,  mientras la mayor parte de los miembros de su Gobierno iban a dar con los huesos en la cárcel. “Cuando se pide la independencia, lo normal es quedarse cerca de su pueblo”, sentenció Kris Peeters, viceprimer ministro belga.

Puigdemont huyó. Se esfumó en el momento de la verdad. No se lo comunicó a nadie, no informó ni a los suyos. Y empezaron a lloverle los calificativos de ‘cobarde’, ‘pusilánime’, ‘traidor’. Su carrera política parecía acabada. Su futuro en las elecciones del 21-D estaba sentenciado. Apenas transcurrido un mes y medio de todo aquello, quien fuera presidente de la Generalitat ha recuperado su prestigio, ha relanzado su imagen y está a punto de imponerse a Junqueras en el pulso que ambos sostienen por convertirse en el líder del independentismo catalán.

La trastienda de un vuelco inesperado

¿Cómo ha sido posible? ¿Quién obró tal milagro?. Todos señalan a Elsa Artadi, 40 años, de apariencia amable, con aspecto de niña bien de la zona alta de Barcelona, gafas de empollona, ‘look’ de los sesenta e inteligente sonrisa. Prácticamente desconocida para los medios y para la gente, Artadi es la persona que ha estado junto a Puigdemont desde que el entonces alcalde de Gerona saltó a la presidencia de la Generalitat tras una inesperada carambola.

En este tiempo, siempre en la sombra, ha sido el férreo vínculo entre el expresidente y su Ejecutivo. Desde su puesto de coordinadora general de Asuntos Interpartamentales, lo revisaba todo, se enteraba de todo, lo disponía todo. Conocía el entramado de la administración merced a su paso por la conselleria de Hacienda, de la mano de Andreu Mas-Cullel, un hombre fuerte del equipo de Artur Mas.

Doctora en Economía por Harvard, profesora en la Universidad de Bocconi (Italia), asidua en los foros internacionales como Davos o el Banco Mundial, Artadi se fue convirtiendo en una figura imprescindible para Puigdemont, quien depositó en ella enormes responsabilidades en su acción de gobierno. Algunos consejeros la despreciaban, otros la respetaban y la mayoría le temían. Lo que ella sugería se convertía, inmediatamente, en una orden del ‘president’. Ella, silenciosamente, tomaba buena nota de los agravios y los desplantes. Y ahora está actuando en consecuencia. 

Tras la implantación del 155 y la escapada consiguiente de Puigdemont a Bruselas, Artadi, que no abandonó su bien remunerado cargo en la Generalitat, se sumó al equipo de los más estrechos colaboradores del expresident, al sanedrín del fugado. Se dio de baja en el PDeCat, la antigua Convergencia y se transformó, inopinadamente, en la jefe de la campaña electoral del 21 D, junto a Eduard Pujol, exdirectivo del Grupo Godó, quien asumió la jefatura de prens.

Fue Artadi quien más empeño puso en la elaboración de una ‘candidatura del president’, sin referencia directa alguna a las siglas de su partido. Nació así “Junts per Catalunya”, que incorporó a una serie de fieles a su jefe de filas, muchos de ellos independientes o escasamente relacionados con la antigua Convergencia.

Jordi Sánchez, exlíder de la ANC, aún en prisión, se sumó como número dos. La propia Artadi aparce en el puesto diez de la lista. “Puigdemont, el nostre president’, reza el lema electoral, ideado por el equipo de Artadi. La omnipresente asesora emergió de entre la sombra, abandonó el práctico anonimato y protagonizó una rueda de prensa en la que dejó bien claro que en los comicios del 21D no se elige presidente, porque “ya lo tenemos, el presidente es Puigdemont, y es su nombre el que grita la gente por la calle”. Una campaña personalista, engocentrista y mitómana.

Ominipresencia mediática

Ha mantenido activa y bien nutrida la agenda del expresidente, ha logrado no sólo que el nombre de Puigdemont se convierta cada día en un titular, en un impacto mediático, sino que incluso ha logrado transformar su imagen de un fugado sin rumbo en la de un ‘presidente en el exilio’, perseguido por el gobierno 'franquista' de Mariano Rajoy.

Al menos así le ven buena parte de los independentistas que, tras una inicial reacción de rechazo y bochorno, han vuelto a confiar en él para apoyar su regreso al despacho de la Generalitat. Las encuestas muestran, una tras otra, el sorprendente prodigio. Artadi ha rescatado a Puigdemont del insondable precipicio y le ha catapultado a la cumbre, donde le disputa a ERC el liderazgo de la secesión.

La singular romería amarilla a la capital belga, con cincuenta mil personas coreando el nombre del ‘president’ fue el respaldo público a esta estrategia prodigiosa. “El mundo independentista se quedó huérfano y frustrado tras la proclamación de la república. No había líderes, nadie daba la cara. Hasta que, poco a poco, reapareció Puigdemont y la gente le ha creído”, señalan en su entorno. Y hasta están dispuestos a votarle abrumadoramente el próximo 21D.

Artadi es la certera mano que ha consumado el milagro, señalan estas fuentes. Puigdemont es un visionario, patoso y delirante, añaden. Artadi, y algunos asesores como Oriol Soler, o Xavier Vendrell, le han dado la vuelta al desastre, han sacado brillo de la marchitada imagen de Puigdemont y le han situado en el vértice de la pugna electoral. Hasta el punto de que incluso ya aparece en cabeza en algunas encuestas. Asunto distinto es si podrá convertirse de nuevo en el presidente de Cataluña. Demasiado para Artadi.

 

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