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Política

Díaz Ayuso, la apuesta más kamikaze de la 'operación Casado'

Díaz Ayuso, próxima presidenta de la Comunidad de Madrid.

Apenas la conocía un 30 por ciento de los madrileños según los sondeos. Cuando Pablo Casado decidió elegirla candidata a la presidencia de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 40 años) era una auténtica desconocida. Una "personita agradable, simpática y monina", como decía uno de los dirigentes del PP madrileño. Quince años llevaba ya en la política. Periodista, con muchas horas de vuelo en redacciones varias, oficiante en Faes, experta en redes, en comunicación y paseante por tertulias, Ayuso conocía a la perfección la sala de máquinas de la Comunidad y los insondables entresijos del PP madrileño. Había sido viceconsejera de Justicia y pasó luego a responsable de Comunicación del PP regional. 

Una paciencia infinita

Protegida de Esperanza Aguirre y avalada por Cristina Cifuentes, Díaz Ayuso fue elegida por Casado en contra de todos los pronósticos. "Es una locura, saldrá mal", decían los veteranos de la zona. Ángel Garrido, el sucesor de Cifuentes al frente del Ejecutivo de la Comunidad, confiaba en ser el elegido. Se llevó el tremendo chasco tan sólo unas horas antes de que se hiciera público. Ayuso, que trabajaba a sus órdenes, era la elegida. No se lo perdonó. Garrido aceptó el puesto número cuatro en la lista a las europeas. Incluso acudió al acto de presentación de la candidatura en la terraza del Club Financiero Génova. Y, al final, a tan sólo unos días de las elecciones, dio el portazo y anunció que se pasaba al 'enemigo'. Se enroló en Ciudadanos.

Ayuso ni se inmutó. "Yo soy de Pablo", suele repetir. No como otros. Ha demostrado tener los nervios de acero y la infinita paciencia de un ejército de santos Job. Casado apostó por ella por dos motivos: se fía de ella y no tiene pelos en la lengua. El PP 'sin complejos' en estado puro. Una aparición el La Sexta, donde lanzó todo tipo de venablos contra lo políticamente correcto, la izquierda intratable, el separatismo y demás jinetes del Apocalipsis, convencieron a Casado de que ella era la persona para dar la batalla de Madrid. 

Ideología totalitaria

Acertó. ¡Bingo! Nadie daba un duro por ella. Una desconocida, sin experiencia, sin trayectoria, sin demasiados apoyos internos, salvo el equipo íntimo de Casado, también recién llegado al puente de mando de Génova. Lo más urgente, darse a conocer. Miguel Ángel Rodríguez, asesor de comunicación del primer Aznar, puso en marcha la campaña. Con astucia e ingenio convirtió a una joven ignota en la reina de los titulares. Comentarios a trasmano, declaraciones intempestivas, afirmaciones a contracorriente. Todo el mundo hablaba de Ayuso. "No eran errores, eran opiniones no compartidas por una ideología totalitaria", afirmó en entrevista con Vozpópuli. Llenaba los titulares, ocupaba las tertulias, inspiraba a los cómicos de la gauche televisiva. Era la reina indiscutible de una campaña electoral anodina y gris. Gabilondo, Aguado, Serra, el desteñido Errejón y la agresiva Monasterio eran sus rivales. Poco fuste.  

La dieron por finiquitada, por sentenciada, por sepultada. Su tándem en el Ayuntamiento madrileño, José Luis Martínez Almeida, logró la alcaldía con escasos problemas. Ayuso ha tenido que pelear. Ha dirigido una negociación agotadora y casi imposible con Ciudadanos y Vox. Ignacio Aguado, el líder naranja, se lo puso muy difícil. Rocío Monasterio, casi imposible. "Vamos avanzando", era la respuesta infaltable de Ayuso en sus cotidianos diálogos con los medios. "Aunque habría asesinado a alguien, nunca desesperó", dice una persona de su confianza.  

La presidencia de Ayuso corona la apuesta de Casado y, al tiempo, consolida su liderazgo tanto en el PP como en el bloque del centroderecha. Ayuso se convierte, así, en una 'baronesa' de referencia dentro de su formación. Una líder regional con mando en plaza, por encima incluso de Juanma Moreno, en Andalucía, o del histórico Alberto Núñez Feijóo, ferozmente crítico con la actual dirección nacional. 

Casado siempre confió en su victoria. Tras el desastre de las generales, necesitaba ganar Madrid. Recuperó el Ayuntamiento, mantuvo Castilla y León y Murcia, pero no podía perder la Comunidad estrella, el bastión histórico del PP. Ayuso le ha dado esa victoria en bandeja de plata. Sin duda, el triunfo más peleado y más anhelado en su breve mandato. 

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