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Política

Diálogo de sordos: la Generalitat pedirá al Gobierno un referéndum que no puede dar

La ministra Batet y el 'conseller' Maragall en una cita preparatoria de la reunión de hoy

El Gobierno de Pedro Sánchez está poniendo toda la carne en el asador para recuperar lo que denomina "normalidad" institucional con la Generalitat de Cataluña y por eso ha aceptado que hoy en Barcelona, durante la primera reunión en siete años de la Comisión bilateral Estado-Generalitat, el Govern hable del referéndum de autodeterminación y de la situación de los políticos independentistas presos.

Eso sí, será un auténtico diálogo de sordos porque la respuesta oficial que va a dar la cabeza de la delegación del Ejecutivo, la ministra de Política territorial, Meritxell Batet, al conseller de Relaciones Exteriores catalán, Ernest Maragall, va a ser la obligada en estos casos: ni la Constitución española ni el Derecho Internacional les reconocen derecho de secesión alguno.

De hecho, ese momento "testimonial", según lo describe a Vozpópuli una fuente del Gobierno socialista, no llegará hasta el punto seis del orden del día; y el siguiente, siete, impuesto por el Ejecutivo en los preparativos, será justo lo contrario, debatir sobre la necesidad de que Cataluña vuelva a los órganos "multilaterales" de decisión del Estado.

A ese respecto, el Govern independentista de ERC y Junts per Catalunya están dando señales ambiguas; por ejemplo, no acuden a las reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) -ni ayer ni hace dos semanas-, pero sí envían a la Secretaría General de Presidencia de la Generalitat y a la Comisión Sectorial de Igualdad, este martes, que el Gobierno confía en que sea el "preludio" de esa normalización. 

Para que la Comisión bilateral volviera a reunirse después de siete años, hasta Borrell tuvo que citarse con Maragall como si de dos 'Estados' se tratara 

Tanto desde La Moncloa, como desde el PSOE y el PSC se intenta justificar esta actitud en la necesidad de los líderes independentistas de no despegarse del auténtico poder en la sombra que es Carles Puigdemont desde Bruselas pero, ante todo, reforzar ante su electorado la idea de que no han sido derrotados por el Estado represor.  

Lo cierto es que a la cita de hoy en la Ciudad Condal llega tras un complicado encaje de bolillos iniciado el pasado 9 de julio con el deshielo que supuso la primera entrevista entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat, Quim Torra. 

Luego le siguieron varios viajes a Madrid del vicepresidente, Pere Aragonés, de Maragall y de la consejera de Presidencia, Elsa Artadi, para reunirse con la vicepresidenta, Carmen Calvo, Batet y el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell.

El ministro, pese a que no ha cedido un ápice en sus críticas al independentismo catalán -"no veo cambios en el independentismo", insiste un día sí y otro también- llegó a recibir en el ministerio a Maragall y aunque no comparecieron en rueda de prensa conjunta como si de dos países se tratara, sí se hicieron una fotografía que lo aparentaba. Los medios independentistas catalanes no desaprovecharon la ocasión de airearlo convenientemente: 

"Mañana estaremos delante de un hecho normal que se había convertido en anormal y lo tenemos que valorar", subrayó este martes la vicepresidenta Calvo en rueda tras la cita en Madrid de la Comisión Sectorial de Igualdad.

Lo más probable es que el Ejecutivo anuncie la retirada de catorce recursos ante el Tribunal Constitucional que el Gobierno de Mariano Rajoy mantenía contra otras tantas leyes catalanas, por considerar que invadían competencias del Estado. El PSOE considera que se recurrieron no por independentistas sino porque implementaban políticas sociales con las cuales los socialistas están de acuerdo y por eso retiran ahora los recursos.

La vicepresidenta insistió en que el orden del día de la reunión bilateral tiene que ver más con la vida cotidiana de los catalanes que con la autodeterminación o los presos: infraestructuras, equipamientos y transferencias en políticas sociales. Asuntos de los cuales el Gobierno también se siente "responsable".

Por eso, admite hoy una "imagen de normalidad" que quiere que se convierta en "norma de comportamiento constante" con todos los gobiernos "autonómicos", también el catalán. Y si se produce el reencuentro tras siete años en Barcelona es porque esta vez "tocaba" en la capital catalana. La siguiente, en Madrid. 

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