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Política

La campaña de los separatistas: Hablar de los presos y no de Puigdemont

Rueda de prensa de Puigdemont en Bruselas

El expresidente de la Generalitat produce un mal disimulado rechazo en amplios sectores del independentismo. Su espantada rumbo a Bruselas mientras sus compañeros de Gobierno entraban en prisión generó perplejidad, primero, y decepción después. De cara a la campaña electoral del 21-D, dirigentes secesionistas aconsejan evitar referirse a Puigdemont en los mítines y actos públicos. El objetivo es centrar los mensajes en dos puntos: Los denominados 'presos políticos' y el artículo 155. 

En ERC no le tratan con cariño. Oriol Junqueras no lo soporta y sus diferencias son ostensibles ya desde hace tiempo. Incluso estuvieron a punto de llegar a las manos durante las negociaciones de la independencia. También en la ANC y en Omnium, las organizaciones que mueven la calle, se detectan mal disimuladas reticencias hacia su comportamiento. En la CUP crecen las dudas y hasta los reproches. Ha sido objeto de mofa y de burlas en medios informativos europeos. Ha recibido críticas de dirigentes comunitarios. Ha sido ignorado por los principales países de la UE. 

El malestar aumenta según pasa el tiempo. "Unos en prisión y el otro de paseo por Europa", se comenta en algunas asociaciones separatistas. La estrategia de ocultarse en Bruselas le está pasando factura, según estas fuentes. De cara a la campaña electoral, Puigdemont no va a erigirse en el 'mártir de la causa'. Ese papel le corresponde a los que están ahora en prisión, especialmente Junqueras y 'los dos Jordis'. El expresidente no ejerce ya de activo para los intereses del secesionismo, sino más bien de lastre. Por eso se va a evitar erigirlo en protagonista de la campaña electoral. Más bien, lo contrario. 

Empeño fallido

Puigdemont pasa al desván del interés político. Su empeño en 'internacionalizar el conflicto' no está consiguiendo objetivo alguno. Los gobiernos europeos le ignoran y las instancias de la UE lo rechazan. La excursión a Bruselas de 170 alcaldes, mayoritariamente del PDeCAT, apenas tuvo más repercusión que las imágenes de un grupo de independentistas españoles desfilando con un bastón por las calles de la capital belga. El objetivo era arropar a Puigdemont, evitarle la imagen de absoluta soledad que transmite desde su refugio europeo. "Que no se rían de nosotros porque vamos con la vara", señaló el presidente de la Asociación de municipios independentistas en su intervención bruselense. Casi doscientas personas paseando  bastón en ristre por los aeropuertos y calles de Bruselas provocaron todo tipo de rechiflas. 

Dentro de esta campaña de mantener su nombre en primera fila de la actualidad, Cataluña Radio, la emisora pública que mantiene su misma línea editorial que antes del 155, envió a su comunicadora estrella, Mónica Terribes, para efectuar una entrevista tanto al expresidente como a los cuatro exconsejeros refugiados en la capital europea. Puigdemont se mostró irritado, irascible e incendiario. El Estado quiere devastar, aniquilar, destrozar y vengarse de Cataluña, vino a decir en su largo parlamento ante los micrófonos. Una densa jaculatoria de ofensas y ataques tanto al Gobierno de Rajoy como  al Estado.  

A la espera de que el día 17 la justicia belga decida sobre su posible entrega a la Audiencia Nacional, Puigdemont intentará mantener una presencia activa en los medios. Concederá más entrevistas, recibirá a visitantes catalanes y poco más. "Puede eclipsarse antes de que arranque la campaña. Ese es su mayor riesgo. Lucha contra el tiempo y contra el olvido", señalaban las fuentes mencionadas. 

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