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Política

Casado recupera al sorayismo residual de Génova y se alinea con Feijóo para el 26-M

El líder del PP, Pablo Casado (d), junto al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.

Casado aparca su proyecto de un PP 'sin complejos', beligerante en lo ideológico y combativo en los principios. Tras el batacazo del domingo, el líder del PP se sitúa en el centro, allí donde le quieren algunos de sus barones más críticos, como Núñez Feijóo o Juanma Moreno. "Vamos a reconstruir el partido piedra a piedra", declaró tras el Comité Ejecutivo de su formación de este martes, uno de los más largos y participativos que se recuerdan. 

No hay giro al centro, se empeña en subrayar Casado. "Nos lo han dejado, nosotros no hemos cambiado de sitio, queremos ensanchar el partido para albergar a más gente dentro". La misma expresión utilizada por el líder gallego, quien no asistió a la reunión de Génova pero envió un mensaje muy claro desde Santiago: "Es el momento de ensanchar el partido, construir mayorías desde el centro". Juanma Moreno, presidente andaluz, también camina por ese sendero centrista. Ambos defienden un PP alejado de la línea de Casado, en el que "hay demasiado Aznar y exceso de Faes", según comentan en estos círculos. Otros líderes regionales como Alfonso Alonso, del País Vasco, o López Miras, de Murcia, también se alinean en esta posición.

La inquietud, el recelo y el malestar se apoderó del PP tras la noche negra del 28-A. Barones, candidatos, dirigentes autonómicos, se echaron a temblar y volvieron la mirada hacia Génova. "Autocrítica y cambio de estrategia", reclamaban en la mañana del lunes, cuando Casado les telefoneó para pulsar el estado de ánimo de  las terminales del partido.

Cambios polémicos

Había que introducir cambios. Serenar las aguas, transmitir confianza a la tropa. Cerrar filas. Como primera providencia, Casado ha relevado a Javier Maroto, su número tres, quien tenía encomendada la dirección de la campaña. Ha puesto en su lugar a Isabel García Tejerina, exminsitra de Agricultura con Rajoy, quien se encargará de las europeas y Cuca Gamarra, exalcaldesa de Logroño, quien hará lo propio con las regionales y locales. Dos nombramientos que han producido sorpresa. Tejerina proviene de las filas de Dolores Cospedal en cuya campaña de las internas participó en primera línea en tanto que Gamarra es una reconocida partidaria de Soraya Sáenz de Santamaría, con cuyo equipo se alineó en las elecciones internas.

Ambas forman parte del equipo directivo de Génova como gesto de la política de integración que llevó a cabo Casado tras aterrizar en la cúspide de partido. Tejerina es vicesecretaria de Acción Sectorial en tanto que Gamarra lo es de Política Social. La campaña autonómica, dijo Casado, tendrá agenda social como educación, sanidad... Del 'nuevo PP', apenas queda Teodoro García Egea, secretario general, a quien Casado envía junto a Tirado y al propio Maroto a 'predicar' por los caminos de España. Algunos dirigentes regionales achacan a Egea gran parte de la responsabilidad de la derrota del domingo. Maroto, por su parte, ni siquiera logró su escaño por Vitoria. 

Hablar de los trenes y del vino

Casado ha hecho autocrítica. Considera que se equivocó en el plantamiento general de la campaña: Demasiados temas, demasiadas propuestas, demasiados mítines, demasiados viajes. Ahora será más sectorial, más localizada, más concreta. Y menos dispersa. Resumió Casado la nueva estrategia: "Cuando vayamos a Extremadura, hablaremos del tren; cuando vayamos a Rioja, de los problemas vitivinícolas..." Será una campaña menos ideológica, muy pegada al terreno y a los problemas locales. Pocos líos con debates sobre aborto, inmigración, eutanasia o memoria histórica. "Según parece, esos debates se los dejamos en adelante a Vox", dice la fuente mencionada. 

Casado ha tenido que dar un volantazo antes de arrancar la carrera de las municipales y autonómicas. Sus dirigentes regionales están acobardados. Temen otro estropicio y consideran que el mal de origen estriba en tanta proximidad hacia las tesis de Vox. Casado, luego de subrayar que el PP ha sufrido tantas fugas por el lado de Vox que de Ciudadanos, ha tomado nota. Tras calificar de 'extrema derecha' al partido de Abascal, no ha dudado en recordarle sus tiempos de 'mamandurria' en cargos del PP madrileño. Nunca había llegado tan lejos. También ha sido muy cruel con Albert Rivera, de quien mencionó que hace 'política de delegado de curso". 

Hace tres días "les ofrecíamos entrar en nuestro futuro gobierno y ahora son la escoria de la política", comenta un diputado del PP recién elegido. "Esto no es fácil de explicar". El líder del PP, algo aterido de argumentos, replica: "Vamos a recuperar nuestro espacio electoral desde el suelo en el que nos encontramos"

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