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País Vasco

Urkullu y Ortuzar siguen como 'poli bueno' y 'poli malo' del PNV otros cuatro años

El choque con Ortuzar por Junts y la foto con Puigdemont, claves en la marcha de Urkullu
Andoni Ortuzar e Iñigo Urkullu.

En el Partido Nacionalista Vasco (PNV) no se estilan las sorpresas ni los cambios bruscos. Los jeltzales celebran su 125º aniversario con una apuesta por el absoluto continuismo. Tras la investidura de Íñigo Urkullu como lehendakari y la reelección de Andoni Ortuzar como presidente del Euskadi Buru Batzar, el uno y el otro seguirán ejerciendo sus papeles de poli bueno y poli malo del PNV durante otros cuatro años. 

Gracias a la esperada decisión que la Asamblea Nacional peneuvista confirmó este viernes, Ortuzar inicia ahora su tercer mandato como presidente del PNV. Solo hace un par de meses que Urkullu inició su tercera legislatura como presidente del Gobierno vasco. Hay dupla para rato. Entre otras cosas porque la sintonía es total entre estos dos políticos cuyas carreras están íntimamente ligadas. Sin ir más lejos, Ortuzar llegó a la presidencia en 2013 precisamente en sustitución de Urkullu, que dejó el puesto porque, como manda la tradición jeltzale, el lehendakari y el líder del partido tienen que ser personas diferentes. 

Los caminos de ambos se entrelazan porque el uno y el otro forman parte del grupo al que se conocía como los "Jobubis" (acrónimo de "jóvenes burukides -dirigentes- de Vizcaya). Los Urkullu, Ortuzar, José Luis Bilbao o su cara más reconocible, Josu Jon Imaz, se hicieron con el control del partido hegemónico en Euskadi cuando Xavier Arzalluz dejó la presidencia. Impusieron la vía pragmática y con el tiempo laminaron las relaciones con el ex lehendakari Juan José Ibarretxe y llegaron al equilibrio con su oponente interno, que es Joseba Egibar, aún líder del partido en Guipúzcoa. 

Ocho años de tándem

Una vez que Imaz se marchó de la política, Urkullu tomó las riendas del partido. Siempre tenía cerca a Ortuzar, que después le sustituyó, como ya se ha dicho, porque tenían que repartirse el poder. Llevan ya casi ocho años trabajando en paralelo, uno en Ajuria Enea y otro en Sabin Etxea. Y la verdad es que el tándem funciona a las mil maravillas. No se recuerda ni una fisura o un mínimo problema entre ambos.

Hacen de poli bueno y poli malo para conseguir salirse con la suya en sus negociaciones con el Gobierno de turno o con sus socios del PSE en Euskadi

El lehendakari es la voz tranquila con perfil institucional que no se mete en jardines mientras el presidente del EBB es quien de vez en cuando lanza diatribas o exabruptos contra los oponentes políticos, como ha hecho recientemente contra el vicepresidente y líder de Podemos o como cuando hace unos meses soltó aquello de "españoles ni por el forro". Poli bueno y poli malo para conseguir salirse con la suya en sus negociaciones con el Gobierno de turno o con sus socios del PSE en Euskadi. La eterna ambigüedad del PNV, en suma, está garantizada con esta dupla. 

Su peor momento

Durante estos años en el poder han ganado muchas elecciones. Sin embargo, no todo han sido facilidades y parabienes. Sus peores momentos llegaron cuando se destapó el caso De Miguel, por el que dirigentes del partido acabaron condenados por corrupción. Ambos hicieron piña cuando estalló el escándalo y ambos pidieron perdón cuando llegó el fallo judicial.

No obstante, parece que en el País Vasco pocos se acuerdan de esas corruptelas, porque después de esa sentencia histórica y pese a errores clamorosos de gestión tanto en la tragedia de Zaldibar como en la propia pandemia, el PNV volvió a ganar con holgura las elecciones autonómicas de este año. Teniendo en cuenta, además, que los peneuvistas han alcanzado sus mayores cotas de apoyo en votos y de poder institucional en estos años, el tándem dirigente sigue adelante. 

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