Opinión

Yolanda no sabe Sumar

Yolanda se ha quitado el muerto de encima diciendo que la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ya dará la explicación correspondiente

  • María Jesús Montero y Yolanda Díaz -

Parecerá extraño que empiece un artículo sobre la vicepresidenta Yolanda Díaz hablando de pobres y limosnas pero, si me lo permiten, verán que no es gratuito. Como todo con este gobierno. Si se han fijado, observarán que cuando un pobre pide limosna en la calle suele pasar una de estas dos cosas: o el personal finge que no lo ve – la pobreza es una prueba científica indiscutible de la invisibilidad de los cuerpos sólidos –, o se detiene y le da lo que puede. Existe un mundo de picaresca entre la mendicidad incluso con redes organizadas, qué duda cabe. No en vano somos el país de la Garduña y la picaresca.

Pero también hay cada vez más una extrema necesidad entre nuestros compatriotas que, justamente por ser pobres de verdad, no salen a pedir una dádiva. Por pura vergüenza. Esta gente alcanza los casi trece millones de personas a las que, eufemísticamente, se las denomina desde la oficialidad política “Gente en riesgo de pobreza o exclusión social”. Esto es el 26,5% del total de españoles y, si afinamos más, el 48,7 de los hogares tienen serios problemas para llegar a final de mes.

Esto, que es una vergüenza en un país gobernado por gente que reparte subvenciones partidistas como si no hubiera un mañana y despilfarra el dinero de todos en la creación de chiringuitos y políticas inútiles cuando no dañinas, motiva a la población a tener las orejas muy abiertas a la que alguien del desgobierno de Sánchez habla de aumentar el Salario Mínimo Interprofesional. Pues bien, cuando la vicepresidenta Yolanda Díaz, la que dice que este gobierno hace cosas “chulísimas”, anunció una subida de dicho SMI en cincuenta euros la gente, a qué negarlo, se alegró. Algunos dijimos que ya vendría el Tío Paco con las rebajas, porque cuando este gobierno te da tres es porque luego te quita diez.

Hay cada vez más una extrema necesidad entre nuestros compatriotas que, justamente por ser pobres de verdad, no salen a pedir una dádiva

Al ser preguntada por el asunto, Yolanda Díaz se puso flamenca y aseguró jurando por York y por Lancaster que quienes percibían este salario estarían exentos de tributar el IRPF. Añadió que lo contrario no sería progresista. Sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo no en la progresía, en la que uno no cree, sino en que con tan exiguos ingresos el Estado no debería cebarse en las personas que tienen que vivir con tan poco dinero. Pero hete aquí que Yolanda ha demostrado una vez más que, aunque su partido se llame Sumar, lo único que hace es restar. Restar esperanzas, restar credibilidad – si es que le queda alguna a este gobierno -, restar confianza. Porque, como imaginarán Sánchez ha dicho que de retirar el IRPF nada de nada. Es lo que tiene ver las cosas con la perspectiva de quien sabe que disfrutará de una opulenta jubilación en la República Dominicana o similar, porque estos no se jubilan en su pueblo. Yolanda ha estallado en cólera y ha dicho que se ha tenido que enterar por la prensa. Como en los buenos tiempos de Felipe, al que le pasaba lo mismo.

Como suele pasar con estas eminencias políticas, Yolanda se ha quitado el muerto de encima diciendo que la vicepresidenta primera, a la sazón también ministra de hacienda, María Jesús Montero, ya dará la explicación correspondiente. Veremos que milonga nos cuenta la señora, porque las cifras indican que en España una persona que se gane mínimamente la vida tiene que trabajar siete meses y algo más sólo para pagar impuestos al estado. Y no hablamos de millonarios, hablamos de gente que como usted o como yo vivimos de nuestro trabajo y somos víctimas de una fiscalidad rapaz y meramente recaudatoria. “Hay que hacer pedagogía fiscal en España”, ha sentenciado Yolanda Díaz. Como decimos en mi tierra, Dona, no fotem!

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