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Opinión

Yo me vacuno

Los fallos en comunicación han sido una constante a lo largo de toda la pandemia

Yo me vacuno
Una enfermera vacuna en Pontevedra.

Nunca antes un pinchazo había sido motivo de alegría, más bien siempre era un momento desagradable ya fuera para un análisis rutinario o para una vacuna habitual, de esas que nos van poniendo desde la infancia. Por fin, y mucho antes de lo esperado, nos toca vacunar a los adolescentes de entre 40 a 49 años. La vacunación está siendo un éxito en Cataluña y en el resto de España y bien haremos todos en agradecer a quienes están al frente de la logística, la inoculación y las decisiones políticas para que tengamos a la ciencia lanzándonos este salvavidas imprescindible para volver a tantas cosas que hemos guardado en un cajón durante un año: relaciones sociales, proyectos vitales, negocios, avanzar en cuestiones políticas de gran calado para el país. Volver a la vida a la que estábamos acostumbrados gracias a ese pinchazo, sea del laboratorio que sea.

Los fallos en comunicación se han hecho patentes a lo largo de toda la pandemia. Que si primero no eran necesarias las mascarillas –era porque no había-, que si la segunda dosis a los que tienen la primera de AstraZeneca puede ser de Pfizer mientras la EMA (Agencia Europea del Medicamento, por sus siglas en inglés) defiende que sea de AstraZeneca, debe ser que los medios y los periodistas están 'comprados'. Encontraríamos un largo sinfín de errores en las declaraciones que ha ido haciendo Fernando Simón diariamente o semanalmente, así como en las escenificaciones de Pedro Sánchez para anunciar el éxito de la llegada de vacunas o de Pere Aragonés compareciendo con su equipo antes de ser presidente de la Generalitat simplemente para decirnos lo preparados que estábamos para afrontar la operación de la vacuna.

Los problemas psicológicos

Así es. Los profesionales sanitarios estaban sobradamente preparados para salvarnos, nuevamente. Hay que felicitar a la sanidad y a la salud pública, hay que seguir luchando para que esos servicios básicos, esos pilares de nuestra sociedad que tan fundamentales se han demostrado durante la pandemia, se vean reforzados por los Presupuestos Generales del Estado y de las comunidades autónomas. La apuesta en salud, en ciencia y en investigación debe ser clara. La pandemia nos deja al descubierto otra pandemia, la de salud mental con la que se va a tener que batallar. Por primera vez, Íñigo Errejón lo puso de manifiesto en el Congreso y también lo ha señalado como prioridad el gobierno catalán.

No es baladí que desde un hospital de referencia como es el Sant Joan de Déu se alerte de que los intentos de suicidio durante la pandemia se han duplicado entre los adolescentes o que Barcelona abra un servicio exclusivo por whatsapp para esos chavales en edades complicadas. El CIS alertaba hace unos meses de los indicadores de ansiedad y depresión que se han visto acrecentados por la incertidumbre social y económica a la que nos ha sometido el coronavirus. La ingesta de fármacos para dormir o levantar el estado de ánimo también se ha visto acrecentada. Esa realidad debe ser abordada y gestionada, carece sentido el ocultarla.

Cabe agradecer a todos los que han estado al frente de un drama tan persistente y tan continuado en el tiempo, los que han gestionado, todos, desde la Moncloa a la Generalitat, cabe humildad y análisis para detectar errores. Esto no iba de ser del PP o del PSOE, de ERC o del PSC, iba sencillamente de salud y vida. No se esperaba de Fernando Simón que fuera un profesional de la comunicación, sí de la ciencia. De lo primero hay todas las dudas posibles, de lo segundo, probablemente no. Por fin, y poco a poco, después de muertes, contagios, colas del hambre, después de la soledad de muchos, el vacío de otros y la impotencia de aquellos que no pudieron salvar vidas va llegando el consuelo de salir adelante y de volver, volver a sacar del cajón el problema catalán, los indultos, los casos de corrupción, la vida sigue. Faltan poco más de dos años para otras elecciones generales y ya están todos preparando la carrera. Seguimos, cuídense.

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