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Opinión

Los santos mentirosos

WhatsApp

Quiero contarles una anécdota que puede resultar hasta divertida, como lo son las bromas del 28 de diciembre y como pretenden serlo esos vídeos en los que la gente se parte la crisma haciendo el bobo sobre un fondo de risas enlatadas.

Pero es cualquier cosa menos una inocentada. Quizá ustedes sepan que Whatsapp es la tercera red social más usada del mundo, solo por detrás de Facebook y de YouTube. A mucha gente no le gusta, o eso dice, pero lo cierto es que, a principios de este año, unos 2.000 millones de seres humanos usábamos Whatsapp. Yo la llamo “guasap”, que es más fácil y que sugiere con nitidez cómo se escribe ahí. Si tenemos en cuenta que el mundo tiene ahora mismo 7.730 millones de habitantes, la cuenta sale fácil: casi una de cada cuatro personas vivas, incluyendo ahí a los recién nacidos, a los monjes del monte Athos y a los abrigados inuits del círculo polar ártico, teclean con los pulgares en el móvil gracias a la “guasap”. Por ese medio se envían cada día, de media, unos cien mil millones de mensajitos en todo el mundo.

Con semejantes dimensiones, “guasap” es campo abonado –lo mismo que Facebook– para eso que parecen cometas: informaciones, comentarios, por lo general bulos, que viajan por el espacio virtual dando vueltas. Un día se aproximan hasta donde estamos y así los vemos; luego se alejan, continúan su periplo curvilíneo hasta que un día u otro, inexorable, impepinablemente, nos los volvemos a encontrar. Y decimos: “Pero ¿ya está aquí otra vez este pesao?” Y no, no es otra vez; es la misma, que va y viene gracias a la gente que lo repite y lo reenvía.

El 'bulo' asegura que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que allí trabaja, ha sentenciado que “no existe el derecho al matrimonio homosexual”, y que lo ha hecho por unanimidad de los 47 jueces que lo componen

A algunos grupos de la “guasap” en los que yo participo acaba de llegar uno de estos cometas que, según he averiguado, despegó en agosto pasado desde Colombia. Se titula así: Se anula el matrimonio homosexual en todo el mundo, todo en mayúsculas. La “noticia” está supuestamente redactada en Estrasburgo y dice que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que allí trabaja, ha sentenciado que “no existe el derecho al matrimonio homosexual”, y que lo ha hecho por unanimidad de los 47 jueces que lo componen. Aduce un “sinfín de considerandos filosóficos y antropológicos basado en el orden natural, la familia, el sentido común, informes científicos y por supuesto, en el derecho positivo”. Luego cita muy solemnemente el Convenio Europeo de los Derechos Humanos (1950), el pacto de San José de Costa Rica (1969) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966). Y acaba diciendo (ya tardaba) que esta resolución del TEDH está siendo silenciada por el “progresismo informativo y su zona de influencia”.

La “noticia” está aceptablemente escrita, pero empieza a hacer agua casi desde el principio. Primero, el Tribunal de Estrasburgo no puede ni por lo más remoto imponer una resolución suya “en todo el mundo”. Segundo, nunca se reúnen a la vez los 47 jueces sino solo 17, como dice el Convenio Europeo. Y tercero, aducir como fuente de Derecho el “sentido común” es una burrada jurídica que haría soltar carcajadas a cualquier estudiante de primer curso.

Era una mentira como una catedral. No había ninguna duda. Primero, porque el propio Tribunal de Estrasburgo lo desmintió sin contemplaciones

En mis grupos de la “guasap” hubo alguno que dudó, como es comprensible: vivimos en un mundo tan acostumbrado a los disparates que ya somos capaces de deglutir casi cualquier cosa. Pero, como le pasó a Bertrand Russell cuando, siendo un adolescente, le plantearon el argumento ontológico de San Anselmo para demostrar la existencia de Dios, “la perplejidad duró más o menos quince segundos”. Era una mentira como una catedral. No había ninguna duda. Primero, porque el propio Tribunal de Estrasburgo lo desmintió sin contemplaciones. Pero ni siquiera habría hecho falta, porque al pie de la “noticia” hay un párrafo impagable que les copio tal cual, sin tocar nada: “Este tipo de noticia, necesitamos difundirla, porque habrá quienes no querrán que la gente se entere de la importancia de la familia y considerando que hay derechos individuales como la libertad en GUSTICOS SEXUALES diferente a imponer conductas excrementales y anormales desde los Ministerios de Educación, promoviendo el degeneramiento de la raza humana objetivo de las élites ocultas del poder LGBTI”.

Este párrafo, delito de lesa sintaxis, está acompañado por una animosa frase (“¡Vamos a hacerlo viral!”) y por algo que es casi una firma: “Dios ha cumplido su palabra en Levítico 18: del 22 al 28”). Y lo acompaña, para aventar cualquier incertidumbre, una banderita de Colombia.

Cada vez más numerosos

A mí no me preocupa que haya quien se crea semejante patraña, porque sencillamente no es verdad. Lo que me pica es la curiosidad por saber de dónde sale, quién se ha tomado el trabajo de escribir eso. Qué clase de cristiano es quien, citando supuestamente a Dios, miente como un bellaco y se propone difundir cuanto pueda esa mentira.

La primera intuición me llevó a pensar en el terrible Alejandro Ordóñez Maldonado, ex Procurador General de Colombia (algo parecido a nuestro fiscal general del Estado) y fanático católico como ha habido pocos en décadas, pero estaba equivocado. Un par de llamadas me llevaron a constatar, sin género de dudas, que esta patraña para bobos, pensada obviamente para el público “de casa” y no para el de Europa, procede de los movimientos evangélicos latinoamericanos, que son muy numerosos y que aparentemente van cada uno por su lado, pero esa apariencia es falsa: están muy bien organizados y gran parte de ellos pertenecen a la Alianza Evangélica Mundial. Esos movimientos son los que auparon a la presidencia de Brasil a un fascista confeso como Bolsonaro, los que apoyaron a Trump en la instigación del asalto al Capitolio y los que mantienen a sus fieles, siempre muy humildes pero cada vez más numerosos, en un estado permanente de ignorancia, fanatismo y odio cerril hacia todo el que no piensa como ellos o no cree lo mismo que ellos.

Es verdad que esa nutrida tropa de “condenadores” (se pasan la vida condenando a los demás, a todos los demás) no es igual en todo el mundo; desde luego no en España, pero les recomiendo vivamente la lectura de este artículo de Javier Otaola, publicado hace algo más de un mes, para que se hagan ustedes una idea cabal de quiénes son y sobre todo de cómo son, cómo funcionan… en los países del llamado “primer mundo”.

Sin duda algo les tiene que haber llegado de la rechifla europea ante su “noticia”, pero eso también les da lo mismo: quien les contradice es un siervo de Satanás

La Prensa colombiana ya ha avisado de que esa noticia del Tribunal de Estrasburgo es un completo embuste. Pero a los santos mentirosos les da igual: sus fieles no leen más periódicos que aquellos que les permiten leer el pastor o los ancianos, todos lo demás son pecado. Sin duda algo les tiene que haber llegado de la rechifla europea ante su “noticia”, pero eso también les da lo mismo: quien les contradice es un siervo de Satanás, sin excepciones.

Eso sí: como hace aquí la extrema derecha confesional, consideran una acción admirable y “santa” mentir como canallas si eso contribuye a mantener en la ignorancia al rebaño que les sigue. Pues vaya cristianos.

Conclusión: cuidado con la “guasap”, que la carga el diablo. Y cuando se encuentren con el típico mensaje que dice “esto es lo que esos que mandan no quieren que sepas”, no lo duden más: le están engañando.

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